La campaña electoral se ha convertido también en tiempo de amenazas. Desde los que amenazan al oficialismo con "voto castigo" si no legalizan su contrabando, hasta los que quieren sembrar más coca excedentaria.
Hay también los que amenazan con debatir y los que, al recoger los retos, lo hacen con demostración de fuerza más que de inteligencia o preparación. En realidad, todo el período electoral está teñido de amenazas pues así como unos dicen que venderán todo lo comprado por el actual régimen, otros aseguran que velarán por los intereses de sus sectores y, la amenaza real, es para la democracia.
Pero de confrontación, de comparación, de exposición de puntos de vista sobre un mismo o variados temas, no hay nada. Y lo que más asusta es la ausencia institucional, especialmente, de la Universidad que, antaño, era la encargada de auspiciar los debates, las presentaciones programáticas e ideológicas y donde los candidatos se apresuraban a asistir.
¿Y qué se puede esperar de una institución donde sólo se vive de amenazas? Porque también en eso se ha convertido la Casa Superior de Estudios en manos de grupos minoritarios a los que lo que menos les interesa es la ciencia, la tecnología o el saber en general.
Pero aún hay algo más preocupante: es la amenaza al sistema de representación o de democracia. Porque de tanta ausencia, de tanta vacuidad ideológica, de inopia programática, es la democracia la que se lastima, la que se hiere, como invitando a los mediocres, a los osados, a los ineptos a que tomen la posta.
Porque se puede excusar que amenacen los inconformes, los delincuentes, los subvertores; pero no los que quieren subirse sobre nuestros hombros y proclamarse nuestros representantes, los que dicen que quieren vivir en paz, los que respetan, antes que el suyo propio, el derecho ajeno y es que mientras el ciudadano común siga en silencio, en su impotencia, seguirá este período de amenazas como una propuesta de los candidatos de uno y otro lado.
Por eso es que el ciudadano común tiene discernir bien entre lo que significa una amenaza o una promesa, un riesgo o una esperanza, un retroceso o un avance.
Reflexiones y noticias desde un ángulo absolutamente personal y que no compromete a nadie sino a mí mismo. Puede ser ampliado con fotografías sobre la actualidad; no siempre esas "importantes" sino de la vida cotidiana.
jueves, 14 de agosto de 2014
martes, 12 de agosto de 2014
MERCADO VACÍO
La democracia de mercado está vacía; o, más bien, el lugar donde debieran presentarse las propuestas y los proyectos, no se ha abierto.
Todo se reduce a como reza en el vulgo; se insultan, difaman, calumnian, "como en la recoba", es decir, como antes sucedía entre las vendedoras que no perdían oportunidad para intercambiar adjetivos y palabras de más o menos grueso calibre.
Estén en las calles, en actos expresamente preparados o improvisados el lenguaje es siempre el mismo: lleno de dicterios para el opositor; que después digan que no han dicho lo que dijeron es lo menos; al parecer, lo que se busca es contentar al público. ¿Pero cuál público? Porque el que los sigue es afín a sus tropelías y si hay algún curioso entre ellos, está tan espantado que prefiere callar.
Muchas veces en nuestra historia se nos ha repetido que no sabemos vivir en democracia y, cataplum, se nos ha impuesto un milico o un civil para disciplinarnos y enseñarnos qué es la democracia. Pero ésta no se hace de campos de concentración, de persecuciones, de violaciones y, entonces, llegado el límite, volvemos a un "veranillo" que tampoco sabemos cuánto durará. Esta es la historia de la "democracia" en Bolivia y muchos países vecinos; lo que no podemos entender es cómo, derechistas e izquierdistas, no aprenden la lección y hacen exactamente lo mismo que hicieron para provocar este o aquel estrago.
Y, una vez más. lo estamos repitiendo con una nueva "clase política", a la que se han incorporado libremente sindicatos y movimientos sociales y que no termina de deshacerse de paquidermos y otras especies antediluvianas que todavía creen que tienen opciones. Y nada raro que así sea, ante tanto vacío.
Pero hablando de política o en política, las cosas no han cambiado. La ideología es un chisme agotado, el programa un artefacto inútil, las ideas algo innecesario y la moral brilla por su ausencia y por todas partes.
Nuestras recobas tradicionales, a veces, tenían al atractivo del encuentro entre las vendedoras y solían ser sabrosas muestras de ingenio y sarcasmo o chascarrrilo al vuelo; hasta eso hemos perdido porque han entrado en competencia los que, además, tiene el cráneo vacío.
Todo se reduce a como reza en el vulgo; se insultan, difaman, calumnian, "como en la recoba", es decir, como antes sucedía entre las vendedoras que no perdían oportunidad para intercambiar adjetivos y palabras de más o menos grueso calibre.
Estén en las calles, en actos expresamente preparados o improvisados el lenguaje es siempre el mismo: lleno de dicterios para el opositor; que después digan que no han dicho lo que dijeron es lo menos; al parecer, lo que se busca es contentar al público. ¿Pero cuál público? Porque el que los sigue es afín a sus tropelías y si hay algún curioso entre ellos, está tan espantado que prefiere callar.
Muchas veces en nuestra historia se nos ha repetido que no sabemos vivir en democracia y, cataplum, se nos ha impuesto un milico o un civil para disciplinarnos y enseñarnos qué es la democracia. Pero ésta no se hace de campos de concentración, de persecuciones, de violaciones y, entonces, llegado el límite, volvemos a un "veranillo" que tampoco sabemos cuánto durará. Esta es la historia de la "democracia" en Bolivia y muchos países vecinos; lo que no podemos entender es cómo, derechistas e izquierdistas, no aprenden la lección y hacen exactamente lo mismo que hicieron para provocar este o aquel estrago.
Y, una vez más. lo estamos repitiendo con una nueva "clase política", a la que se han incorporado libremente sindicatos y movimientos sociales y que no termina de deshacerse de paquidermos y otras especies antediluvianas que todavía creen que tienen opciones. Y nada raro que así sea, ante tanto vacío.
Pero hablando de política o en política, las cosas no han cambiado. La ideología es un chisme agotado, el programa un artefacto inútil, las ideas algo innecesario y la moral brilla por su ausencia y por todas partes.
Nuestras recobas tradicionales, a veces, tenían al atractivo del encuentro entre las vendedoras y solían ser sabrosas muestras de ingenio y sarcasmo o chascarrrilo al vuelo; hasta eso hemos perdido porque han entrado en competencia los que, además, tiene el cráneo vacío.
lunes, 11 de agosto de 2014
"KELLACUNI"
Ayer me dio flojera acercarme a la computadora y entrar en la red; en cambio, escuché música del recuerdo y, de pasada, leí las barbaridades que dicen los candidatos.
Y es que no se puede decir otra cosa; insultan, amenazan, calumnian, difaman, mienten y todavía hablan de debatir ideas. ¿Habrá gente que les cree? Porque si nos acercamos a lo mismo que dicen, aunque después digan que no dijeron, no se encuentra una idea, alguna luz sobre lo que quieren o pretenden, algo para analizar aunque diciendo: ¿Qué habrá querido decir?
Es tan de mercado la democracia que nos gastamos, que mientras unos van en movilidades de todo tipo, otros, aunque sea hipócritamente, andan a pie. Pero nada lleva nada en cuanto a planes y programas; apenas si unos listados de supuestas necesidades o la respuesta a la coyuntura pero sin preguntarse ni profundizar más.
Es tan deprimente el espectáculo electoral que hay que tener firmes los nervios y bien templado el hígado, para aguantar unos minutos o leer cuatro barbaridades. Es como ir al mercado de abasto y comprobar que todas son papas y camotes o yerbas de toda laya; pero yerbas al fin.
Lo lamentable es el eco que les hacen los medios; claro que, entre medio, hay dinero y muchas veces la necesidad tiene cara de hereje; pero también hace dudar cierta pasividad o complicidad. ¿Es que ya no hay periodistas?
Lo que nos lleva a una interrogante más amplia: ¿Hay verdadero periodismo? Porque la historia nos enseña cómo los periodistas "empotrados", es decir, aquellos que trabajan para las empresas o las instituciones, son los que tienen la voz cantante en las invasiones, las guerras de conquista, los atropellos, las violaciones y todo los excusan; mientras los libres, infelizmente poquísimos, no tienen espacios en los medios y pasan desapercibidos.
Y se pasa como información la propaganda, la mentira, el sofisma, la calumnia; o sea aquello que nada tiene que ver con el periodismo.
Y hay fundadas sospechas que también en las campañas electorales hay periodistas "empotrados" en este o el otro lado; mientras la gente cree que está siendo informada y no es más que víctima de la mentira y la impostura.
Y es que no se puede decir otra cosa; insultan, amenazan, calumnian, difaman, mienten y todavía hablan de debatir ideas. ¿Habrá gente que les cree? Porque si nos acercamos a lo mismo que dicen, aunque después digan que no dijeron, no se encuentra una idea, alguna luz sobre lo que quieren o pretenden, algo para analizar aunque diciendo: ¿Qué habrá querido decir?
Es tan de mercado la democracia que nos gastamos, que mientras unos van en movilidades de todo tipo, otros, aunque sea hipócritamente, andan a pie. Pero nada lleva nada en cuanto a planes y programas; apenas si unos listados de supuestas necesidades o la respuesta a la coyuntura pero sin preguntarse ni profundizar más.
Es tan deprimente el espectáculo electoral que hay que tener firmes los nervios y bien templado el hígado, para aguantar unos minutos o leer cuatro barbaridades. Es como ir al mercado de abasto y comprobar que todas son papas y camotes o yerbas de toda laya; pero yerbas al fin.
Lo lamentable es el eco que les hacen los medios; claro que, entre medio, hay dinero y muchas veces la necesidad tiene cara de hereje; pero también hace dudar cierta pasividad o complicidad. ¿Es que ya no hay periodistas?
Lo que nos lleva a una interrogante más amplia: ¿Hay verdadero periodismo? Porque la historia nos enseña cómo los periodistas "empotrados", es decir, aquellos que trabajan para las empresas o las instituciones, son los que tienen la voz cantante en las invasiones, las guerras de conquista, los atropellos, las violaciones y todo los excusan; mientras los libres, infelizmente poquísimos, no tienen espacios en los medios y pasan desapercibidos.
Y se pasa como información la propaganda, la mentira, el sofisma, la calumnia; o sea aquello que nada tiene que ver con el periodismo.
Y hay fundadas sospechas que también en las campañas electorales hay periodistas "empotrados" en este o el otro lado; mientras la gente cree que está siendo informada y no es más que víctima de la mentira y la impostura.
sábado, 9 de agosto de 2014
LOS SINDICATOS
Los sindicatos acaban de dar una muestra más de su poder y han forzado el cambio de un director en la CNS. Hay que recordar que esta institución fue denunciada recientemente no sólo por mala práctica entre sus profesionales sino también de nepotismo entre sus trabajadores.
No fue raro, como lo dijimos en su momento, que saliera a la luz un dirigente pidiendo que, primero, se definiera lo que es el nepotismo y negándolo, pese a las planillas que se habían presentado como pruebas de una investigación.
Y como ya nada es raro en Bolivia, hay que recordar que desde que la "gloriosa central obrera boliviana" fuera creada desde arriba para defender la "revolución nacional" y las "banderas de abril"; entonces, se acabó el sindicalismo para convertirse en una nueva fuente de corrupción donde se juegan cuotas, viáticos, comisiones y, especialmente, vetos; que es la figura que ha situado a los dirigentes por encima de las leyes jurídicas y del sentido común; independientemente de eso que se conoce como "fuero" y que pone fuera del alcance de las leyes a los dirigentes que incurren en violencia, en incitación a delinquir y que se ha hecho tan común.
Los sindicatos están tan bien pertrechados de impunidad que las instituciones se manejan a merced de ellos y donde hasta los profesionales tienen que agachar la cabeza para mantener el salario, con rarísimas excepciones.
En el caso presente es toda una advertencia que ningún proceso de reestructuración podrá darse en la CNS pese a quien pese a perjudique a quien perjudique; más todavía cuando vivimos una suerte de régimen sindicalista que, por ingenuidad o ignorancia, cree que esas instituciones todavía cumplen un papel en favor de sus asociados.
¿En qué queda el papel de reivindicación, de lucha y hasta ideológico que los sindicatos cumplían hasta antes del 52? ¿Cuál es su historia dentro de los desgobiernos militares y civiles que hemos vivido en las últimas décadas? ¿La sombra de los "gastos reservados" empaña la gestión de unos pocos dirigentes o de casi todos ellos? Son interrogantes que se prolongarán en el tiempo porque el presente no es el mejor para responder a algo que se ha hecho también una tradición: la impostura.
No fue raro, como lo dijimos en su momento, que saliera a la luz un dirigente pidiendo que, primero, se definiera lo que es el nepotismo y negándolo, pese a las planillas que se habían presentado como pruebas de una investigación.
Y como ya nada es raro en Bolivia, hay que recordar que desde que la "gloriosa central obrera boliviana" fuera creada desde arriba para defender la "revolución nacional" y las "banderas de abril"; entonces, se acabó el sindicalismo para convertirse en una nueva fuente de corrupción donde se juegan cuotas, viáticos, comisiones y, especialmente, vetos; que es la figura que ha situado a los dirigentes por encima de las leyes jurídicas y del sentido común; independientemente de eso que se conoce como "fuero" y que pone fuera del alcance de las leyes a los dirigentes que incurren en violencia, en incitación a delinquir y que se ha hecho tan común.
Los sindicatos están tan bien pertrechados de impunidad que las instituciones se manejan a merced de ellos y donde hasta los profesionales tienen que agachar la cabeza para mantener el salario, con rarísimas excepciones.
En el caso presente es toda una advertencia que ningún proceso de reestructuración podrá darse en la CNS pese a quien pese a perjudique a quien perjudique; más todavía cuando vivimos una suerte de régimen sindicalista que, por ingenuidad o ignorancia, cree que esas instituciones todavía cumplen un papel en favor de sus asociados.
¿En qué queda el papel de reivindicación, de lucha y hasta ideológico que los sindicatos cumplían hasta antes del 52? ¿Cuál es su historia dentro de los desgobiernos militares y civiles que hemos vivido en las últimas décadas? ¿La sombra de los "gastos reservados" empaña la gestión de unos pocos dirigentes o de casi todos ellos? Son interrogantes que se prolongarán en el tiempo porque el presente no es el mejor para responder a algo que se ha hecho también una tradición: la impostura.
viernes, 8 de agosto de 2014
"LO QUE NATURA NON DA..."
Dicen que lo que natura no da Salamanca no presta y no es más que la ratificación de algo que se decía hace siglos: "la ignorancia se está titulando".
El candidato, pobre de él, Doria Medina, acaba de meter las de andar al pedir que las ganancias por la explotación de hidrocarburos se divida entre el sector público y privado a 50%. Si consideramos que el Estado, no es más que la conjunción de territorio, población y leyes y, consiguientemente, tiene o puede tener dos sectores en su economía: el público y el privado; lo que propone no es sino privatizar, regalar, no sabemos a qué titulo, a los empresarios la mitad del patrimonio de todos los bolivianos; es decir, vuelve a insistir en la politica neoliberal de privatizar, por decir algo, los recursos y las empresas de todos a unos cuantos.
Bolivia tiene una triste historia respecto a sus gobernantes, donde se han sucedido bárbaros, iletrados y alguno que otro preparado y los resultados los estamos viviendo y sufriendo cuando ni siquiera sabemos definir qué es el Estado y decimos cualquier estupidez como propuesta.
Ha venido sucediendo desde hace tiempo, desde que algunos caudillos pretendieron rodearse de intelectuales o de gente preparada, aunque al final terminaron siempre haciendo lo que ellos querían, el caso más típico, tal vez, es el de Melgarejo y Tamayo; pero más tuvimos de los sinvergüenzas, titulados o no, que sirvieron simplemente los intereses de otros como el "libertador económico" que a través de la "revolución del 52" nos entregó inermes a la explotación del imperio del norte y así hubieron varios, especialmente en las ultimas décadas, que se contentaron con el triste papel del "felipillo".
Pedir, en las actuales circunstancias a los candidatos que tengan mesura en sus declaraciones o piensen antes de hablar, es como pedir peras al olmo; lo único que hacen es descubrir sus verdaderas intenciones, su identidad sirviente. Lo malo es que la gente, por llevar la contraria y ante las respuestas del oficialismo, puede persistir en el error de creer que estos sujetos con una opción.
Y no hay más que escuchar a todos ellos para darnos cuenta de ese enorme vacío ideológico y programático que muestran los candidatos porque creen que, como ellos, nadie piensa.
El candidato, pobre de él, Doria Medina, acaba de meter las de andar al pedir que las ganancias por la explotación de hidrocarburos se divida entre el sector público y privado a 50%. Si consideramos que el Estado, no es más que la conjunción de territorio, población y leyes y, consiguientemente, tiene o puede tener dos sectores en su economía: el público y el privado; lo que propone no es sino privatizar, regalar, no sabemos a qué titulo, a los empresarios la mitad del patrimonio de todos los bolivianos; es decir, vuelve a insistir en la politica neoliberal de privatizar, por decir algo, los recursos y las empresas de todos a unos cuantos.
Bolivia tiene una triste historia respecto a sus gobernantes, donde se han sucedido bárbaros, iletrados y alguno que otro preparado y los resultados los estamos viviendo y sufriendo cuando ni siquiera sabemos definir qué es el Estado y decimos cualquier estupidez como propuesta.
Ha venido sucediendo desde hace tiempo, desde que algunos caudillos pretendieron rodearse de intelectuales o de gente preparada, aunque al final terminaron siempre haciendo lo que ellos querían, el caso más típico, tal vez, es el de Melgarejo y Tamayo; pero más tuvimos de los sinvergüenzas, titulados o no, que sirvieron simplemente los intereses de otros como el "libertador económico" que a través de la "revolución del 52" nos entregó inermes a la explotación del imperio del norte y así hubieron varios, especialmente en las ultimas décadas, que se contentaron con el triste papel del "felipillo".
Pedir, en las actuales circunstancias a los candidatos que tengan mesura en sus declaraciones o piensen antes de hablar, es como pedir peras al olmo; lo único que hacen es descubrir sus verdaderas intenciones, su identidad sirviente. Lo malo es que la gente, por llevar la contraria y ante las respuestas del oficialismo, puede persistir en el error de creer que estos sujetos con una opción.
Y no hay más que escuchar a todos ellos para darnos cuenta de ese enorme vacío ideológico y programático que muestran los candidatos porque creen que, como ellos, nadie piensa.
jueves, 7 de agosto de 2014
LA MINERÍA
Siempre se ha dicho que Bolivia es un país esencialmente minero, que se puede cuestionar por su producción agropecuaria y de otros rubros, hasta 1952. Pero no hay duda que ha sido, en cierto modo, la característica.
Si antes la minería se concentraba especialmente en la explotación de plata, estaño, zinc y plomo, como los rubros más señalados y en el área occidental; ahora se da también en el área oriental con la explotación de oro y de otros materiales que, muchas veces, no llegan a los titulares de los diarios, como el uranio, el torio y otros de gran cotización que se están extrayendo en lo que se conoce como el precámbrico. Aparte de la ausencia de control y, por tanto, de pago de regalías y otros impuestos, lo que está agudizando la extracción de minerales es la contaminación.
Se ha hecho especial hincapié en la derrame de "colas" de cierto ingenio en el río Pilcomayo y hasta se han recibido las quejas respectivas de los países vecinos; pero nada se dice y se conoce sobre la contaminación con mercurio, especialmente, en los grandes ríos donde se asienta la explotación de oro por personas, familias, o cooperativas y "cooperativas".
Aunque muchos piensen que el actual boom de la explotación hidrocarburífera va a seguir, no hay que dejar de lado la minería que tiene una diversidad realmente considerable y que ya ha sido explorada en pasadas décadas, donde se decía como chascarillo que la zona del precámbrico tenía más gente circulando en sus ambientes que El Prado de La Paz en un día domingo y donde se podía encontrar japoneses, chinos, rusos, eslavos, norteamericanos, alemanes, etcétera.
Ahora que todavía estamos en los festejos del día de la patria es bueno llamar la atención sobre los recursos renovables y no renovables con que contamos y de los que no se ha hecho un verdadero inventario y, en cierto modo, duermen el sueño de los justos. Tenemos, por ejemplo, un elemento energético fácil de usar y que se desperdicia y que no es otro que los desechos naturales del bosque, que podrían generar un opción más de aprovisionamiento de energía o la industria melera que si se la explota realmente, necesitaría de ductos especiales para su traslado pronto y seguro.
Y así, hay muchos rubros que pueden generar mucho sin los riesgos de la contaminación de la industria minera y que está fuera de control porque seguimos creyendo que las minas sólo están en el occidente y son de estaño, plata o zinc.
Si antes la minería se concentraba especialmente en la explotación de plata, estaño, zinc y plomo, como los rubros más señalados y en el área occidental; ahora se da también en el área oriental con la explotación de oro y de otros materiales que, muchas veces, no llegan a los titulares de los diarios, como el uranio, el torio y otros de gran cotización que se están extrayendo en lo que se conoce como el precámbrico. Aparte de la ausencia de control y, por tanto, de pago de regalías y otros impuestos, lo que está agudizando la extracción de minerales es la contaminación.
Se ha hecho especial hincapié en la derrame de "colas" de cierto ingenio en el río Pilcomayo y hasta se han recibido las quejas respectivas de los países vecinos; pero nada se dice y se conoce sobre la contaminación con mercurio, especialmente, en los grandes ríos donde se asienta la explotación de oro por personas, familias, o cooperativas y "cooperativas".
Aunque muchos piensen que el actual boom de la explotación hidrocarburífera va a seguir, no hay que dejar de lado la minería que tiene una diversidad realmente considerable y que ya ha sido explorada en pasadas décadas, donde se decía como chascarillo que la zona del precámbrico tenía más gente circulando en sus ambientes que El Prado de La Paz en un día domingo y donde se podía encontrar japoneses, chinos, rusos, eslavos, norteamericanos, alemanes, etcétera.
Ahora que todavía estamos en los festejos del día de la patria es bueno llamar la atención sobre los recursos renovables y no renovables con que contamos y de los que no se ha hecho un verdadero inventario y, en cierto modo, duermen el sueño de los justos. Tenemos, por ejemplo, un elemento energético fácil de usar y que se desperdicia y que no es otro que los desechos naturales del bosque, que podrían generar un opción más de aprovisionamiento de energía o la industria melera que si se la explota realmente, necesitaría de ductos especiales para su traslado pronto y seguro.
Y así, hay muchos rubros que pueden generar mucho sin los riesgos de la contaminación de la industria minera y que está fuera de control porque seguimos creyendo que las minas sólo están en el occidente y son de estaño, plata o zinc.
miércoles, 6 de agosto de 2014
EL DÍA DE LA PATRIA
A Bolivia no la amamos lo suficiente porque no la conocemos y porque arrastramos una larga tradición que lo extranjero es mejor.
Y la mejor forma de conocerla es recorriéndola por tierra, deteniéndose en sus pueblitos, charlando con su gente, compartiendo sus comidas, sabiendo de sus tradiciones. No es nada conocer las nueve capitales de departamento si no completamos ese recorrido con pueblitos como Cella, Tomatas, Camargo, Huari, Paria, Independencia, Kami, La Esperanza, Samaipata, Tiwanaku, el Lago, Sajama, San Lorenzo, San Lucas y, en fin, tantos que se pierden a lo largo de los caminos y se extienden por el altiplano, los valles y las tierras bajas.
Conocer Bolivia es disfrutar del clima de sus valles, sufrir el calor agobiante del trópico, aguantar los gélidos aires de las cordilleras; mirar el Illimani desde la cordillera del Tunari y pensar que no hay más que un paso para trasladarse de un lugar a otro. Conocer Bolivia es comer una trucha apenas salada en las estribaciones de la cordillera, un chicharrón o fritanga en Mizque, una "huathia" en el altiplano, un pescado en el trópico, un guiso de cordero o un cabrito en los valles mesotérmicos o un mote de habas recién cosechadas.
Conocer Bolivia es conocer su historia y enterarse cómo El Libertador, que quería incorporar a todos o casi todos a la Gran Colombia, tuvo que aceptar la recomendación del Mariscal de Ayacucho que recogió la aspiración de no ser "sino de ellos mismos" y así lo determinó. No somos pues el resultado de la verba de los doctorcitos ni las triquiñuelas de los "dos caras" sino esa amplia voluntad de ser libres que el mismo Bolívar reconoció después.
Conocer Bolivia es integrar todas sus geografías en una sola, sus climas, sus cordilleras, sus ríos, lagos y lagunas; como se debe integrar su identidad en ese mestizaje indesmentible que nos viene de antes de la llegada de los españoles y que se complementa con ese otro mestizaje hecho de íberos, judíos, árabes, romanos y griegos, que cruzaron el océano para encontrarse con un pasado que más que eso era futuro.
Conocer Bolivia es amar su música autóctona, su folclore, su danzas, sus poemas; sin caer en las degeneraciones que se están dando con tanta distorsión porque de todo se quiere hacer negocio.
En fin, hay muchas maneras de conocer y amar Bolivia y usted puede elegir la suya y empezar a hacerlo.
Y la mejor forma de conocerla es recorriéndola por tierra, deteniéndose en sus pueblitos, charlando con su gente, compartiendo sus comidas, sabiendo de sus tradiciones. No es nada conocer las nueve capitales de departamento si no completamos ese recorrido con pueblitos como Cella, Tomatas, Camargo, Huari, Paria, Independencia, Kami, La Esperanza, Samaipata, Tiwanaku, el Lago, Sajama, San Lorenzo, San Lucas y, en fin, tantos que se pierden a lo largo de los caminos y se extienden por el altiplano, los valles y las tierras bajas.
Conocer Bolivia es disfrutar del clima de sus valles, sufrir el calor agobiante del trópico, aguantar los gélidos aires de las cordilleras; mirar el Illimani desde la cordillera del Tunari y pensar que no hay más que un paso para trasladarse de un lugar a otro. Conocer Bolivia es comer una trucha apenas salada en las estribaciones de la cordillera, un chicharrón o fritanga en Mizque, una "huathia" en el altiplano, un pescado en el trópico, un guiso de cordero o un cabrito en los valles mesotérmicos o un mote de habas recién cosechadas.
Conocer Bolivia es conocer su historia y enterarse cómo El Libertador, que quería incorporar a todos o casi todos a la Gran Colombia, tuvo que aceptar la recomendación del Mariscal de Ayacucho que recogió la aspiración de no ser "sino de ellos mismos" y así lo determinó. No somos pues el resultado de la verba de los doctorcitos ni las triquiñuelas de los "dos caras" sino esa amplia voluntad de ser libres que el mismo Bolívar reconoció después.
Conocer Bolivia es integrar todas sus geografías en una sola, sus climas, sus cordilleras, sus ríos, lagos y lagunas; como se debe integrar su identidad en ese mestizaje indesmentible que nos viene de antes de la llegada de los españoles y que se complementa con ese otro mestizaje hecho de íberos, judíos, árabes, romanos y griegos, que cruzaron el océano para encontrarse con un pasado que más que eso era futuro.
Conocer Bolivia es amar su música autóctona, su folclore, su danzas, sus poemas; sin caer en las degeneraciones que se están dando con tanta distorsión porque de todo se quiere hacer negocio.
En fin, hay muchas maneras de conocer y amar Bolivia y usted puede elegir la suya y empezar a hacerlo.
martes, 5 de agosto de 2014
LA UNIVERSIDAD
Hace unos días se graduaron los primeros alumnos de la "Universidad Indígena", seguramente con el contento de los demagogos y los ignorantes.
Porque Universidad significa universalidad, no puede pues ser "indígena", "tacana" o lo que fuera porque dentro de ella caben todos, aunque algunas veces la realidad lo desmienta, y la búsqueda del conocimiento es universal.
Por lo demás, es discriminatoria y racista. ¿A quienes se debe aceptar como indígenas? ¿Por qué el ingreso no es libre como en otras instituciones similares? Muchos pueden señalar ejemplos de discriminación en la universidad actual o pasada y seguramente tienen razón; hay que recordar que, por ejemplo, a unos catedráticos les molestaba que pudiese haber un doctor Choque o Mamani y cínicamente se oponían, sin importar si eran de derecha o izquierda; lo que no bastaba para que unos cuantos persistieran en su intento y lograran su egreso.
Muchas veces se han tomado las taras de la universidad actual para dar curso a la arbitrariedad; por eso es que se ha feudalizado no sólo territorial sino ideológicamente y se ha hecho un coto de caza para los "indeseables"; ello ha contribuido para que la Casa Superior de Estudios vaya decayendo y agudizando su crisis de simple cientificismo y vanidad.
Pero no quiere decir que, para combatirla, haya que crear otras más cínicamente discriminatorias y con un proceso académico ciertamente discutible porque resultará que el cuestionamiento se expandirá redundando negativamente entre sus "beneficiarios".
En cierta ocasión en El Alto, habían quienes se preciaban de haber creado la facultad de "pollerería" y se daban ínfulas de haber influido en la creación de una universidad en esa ciudad. Si tomamos las cosas racionalmente, fue un error y sigue siéndolo y cada cierto tiempo, sus alumnos y catedráticos dan muestras objetivas de ese error. Y es que la cuestión no es crear "universidades" discriminatorias sino insistir en el carácter universal de ella como institución, como es universal el conocimiento y debiera ser también la tecnología; que en los más de los casos, se controla por las grandes multinacionales o transnacionales de tal o cual industria.
Pero la demagogia es así: no entiende de razones y, en lugar de sentir satisfacción por los recién egresados, no podemos ocultar nuestras lástima y pesar porque se toma el rábano por las hojas.
Porque Universidad significa universalidad, no puede pues ser "indígena", "tacana" o lo que fuera porque dentro de ella caben todos, aunque algunas veces la realidad lo desmienta, y la búsqueda del conocimiento es universal.
Por lo demás, es discriminatoria y racista. ¿A quienes se debe aceptar como indígenas? ¿Por qué el ingreso no es libre como en otras instituciones similares? Muchos pueden señalar ejemplos de discriminación en la universidad actual o pasada y seguramente tienen razón; hay que recordar que, por ejemplo, a unos catedráticos les molestaba que pudiese haber un doctor Choque o Mamani y cínicamente se oponían, sin importar si eran de derecha o izquierda; lo que no bastaba para que unos cuantos persistieran en su intento y lograran su egreso.
Muchas veces se han tomado las taras de la universidad actual para dar curso a la arbitrariedad; por eso es que se ha feudalizado no sólo territorial sino ideológicamente y se ha hecho un coto de caza para los "indeseables"; ello ha contribuido para que la Casa Superior de Estudios vaya decayendo y agudizando su crisis de simple cientificismo y vanidad.
Pero no quiere decir que, para combatirla, haya que crear otras más cínicamente discriminatorias y con un proceso académico ciertamente discutible porque resultará que el cuestionamiento se expandirá redundando negativamente entre sus "beneficiarios".
En cierta ocasión en El Alto, habían quienes se preciaban de haber creado la facultad de "pollerería" y se daban ínfulas de haber influido en la creación de una universidad en esa ciudad. Si tomamos las cosas racionalmente, fue un error y sigue siéndolo y cada cierto tiempo, sus alumnos y catedráticos dan muestras objetivas de ese error. Y es que la cuestión no es crear "universidades" discriminatorias sino insistir en el carácter universal de ella como institución, como es universal el conocimiento y debiera ser también la tecnología; que en los más de los casos, se controla por las grandes multinacionales o transnacionales de tal o cual industria.
Pero la demagogia es así: no entiende de razones y, en lugar de sentir satisfacción por los recién egresados, no podemos ocultar nuestras lástima y pesar porque se toma el rábano por las hojas.
lunes, 4 de agosto de 2014
CAOS, ANOMIA, ANTINOMIA
Muchos Estados pasan por ciclos donde todo es confusión, no hay leyes o, habiéndolas, se las pasa por encima. Es el resultado de la falta de institucionalidad y que la misma no logre consolidarse por diversos factores.
En Bolivia estamos sufriendo una mezcla de caos, anomia o antinomia porque nuestra institucionalidad nunca ha sido una característica de los gobiernos pasados, que han desconocido abiertamente la CPE, como con la ley Davemport o varias de hidrocarburos; han preferido gobernar para sectores de privilegio o, simplemente, dedicarse a lo suyo que, generalmente, ha sido más corrupción.
Muchas veces en el pasado los gobernantes han pretendido hacer creer a "las clases populares" que gobernaban con ellos y para ellos y, torciendo las leyes, no han hecho otra cosa que beneficiar a los mismos, es decir, a las oligarquías; así ha sucedido con los gobiernos manejados por la minería, con el de la "revolución nacional", la "restauración" o el de "orden, paz y progreso" que, haciendo lo que, por ejemplo, hicieran Melgarejo o Belzu, no han podido consolidar los derechos de todos y la vigencia de la ley.
Por eso es que, aunque no se crea, se han aprobado leyes, decretos o resoluciones, para ayudar a los contrabandistas, los evasores de impuestos o, en general, los corruptos, agravando la situación de aninstitucionalidad del Estado boliviano.
Hoy parecen correr los mismos vientos cuando vemos alzarse asociaciones de toda laya que no son otra cosa que uniones al margen de la ley y también cierta miopía, por decir algo, de las autoridades para imponer la jurisprudencia nacional. Mientras los campesinos, especialmente, llámense "indígenas", "indígena-originario-campesino" o "interculturales", no logran plasmar sus necesidades y aspiraciones por una variedad de factores y, entre ellos, el "fervor revolucionario" que en ninguna parte del planeta ha hecho algo positivo para nadie.
Y es que la institucionalidad pasa también por adoptar una identidad, que en el caso nuestro es la mestiza, y no ahondar las diferencias y es lo que no estamos haciendo.
En Bolivia estamos sufriendo una mezcla de caos, anomia o antinomia porque nuestra institucionalidad nunca ha sido una característica de los gobiernos pasados, que han desconocido abiertamente la CPE, como con la ley Davemport o varias de hidrocarburos; han preferido gobernar para sectores de privilegio o, simplemente, dedicarse a lo suyo que, generalmente, ha sido más corrupción.
Muchas veces en el pasado los gobernantes han pretendido hacer creer a "las clases populares" que gobernaban con ellos y para ellos y, torciendo las leyes, no han hecho otra cosa que beneficiar a los mismos, es decir, a las oligarquías; así ha sucedido con los gobiernos manejados por la minería, con el de la "revolución nacional", la "restauración" o el de "orden, paz y progreso" que, haciendo lo que, por ejemplo, hicieran Melgarejo o Belzu, no han podido consolidar los derechos de todos y la vigencia de la ley.
Por eso es que, aunque no se crea, se han aprobado leyes, decretos o resoluciones, para ayudar a los contrabandistas, los evasores de impuestos o, en general, los corruptos, agravando la situación de aninstitucionalidad del Estado boliviano.
Hoy parecen correr los mismos vientos cuando vemos alzarse asociaciones de toda laya que no son otra cosa que uniones al margen de la ley y también cierta miopía, por decir algo, de las autoridades para imponer la jurisprudencia nacional. Mientras los campesinos, especialmente, llámense "indígenas", "indígena-originario-campesino" o "interculturales", no logran plasmar sus necesidades y aspiraciones por una variedad de factores y, entre ellos, el "fervor revolucionario" que en ninguna parte del planeta ha hecho algo positivo para nadie.
Y es que la institucionalidad pasa también por adoptar una identidad, que en el caso nuestro es la mestiza, y no ahondar las diferencias y es lo que no estamos haciendo.
domingo, 3 de agosto de 2014
LENGUAJE Y REALIDAD
Muchas veces hemos hablado sobre el mal uso del lenguaje y sobre la forma cómo está influyendo negativamente en la comunicación; basta ver algunos ejemplos de la realidad para comprender que ya no hablamos la misma lengua.
Se dice, por ejemplo, que el juicio a algunos miembros del Tribunal Constitucional es político; pero claro que es lo que, es decir, es una acción de la política para preservar la vigencia de la CPE y las leyes, si las cosas se toman como debieran tomarse; lo que algunos quieren decir es que, tal vez, sea partidista; o sea sujeto a los intereses de un partido para tratar esto o lo otro. Pero, como podemos comprobarlo, no nos induce sólo a la confusión sino a ese sofisma que se maneja hace mucho: que la política es mala.
Con lo que detestamos la política, la administración de la justicia y a quienes son sus actores; en muchos casos, los politiqueros. Cuando se hablaba de la elección de los miembros del Poder Judicial por voto directo, pusimos nuestros reparos porque era como votar al azar, sin saber quienes eran los candidatos ni de dónde y cómo habían salido; pero la otra opción, que siga siendo una elección entre los propuestos por los partidos y los colegios de abogados, tampoco era mejor porque significaba caer en lo mismo: el partidismo, que se extendió por todas partes.
Sea como sea, en Bolivia como en el resto del mundo, el lenguaje ya no nos comunica sino que puede confundirnos y hasta llevarnos al error; lo mismo se hable de paz que de guerra, de verdad que de mentiras; porque el gobierno de los pueblos se ha hecho subterráneo, inaccesible al ciudadano común, desconocido; lo mismo se trate de manejar la economía o la cultura o el deporte.
Y esta plaga de la distorsión o pésimo manejo de la lenguaje se está extendiendo peligrosamente en la denominadas redes sociales y se puede ver en la vulgaridad con que unos expresan lo que quieren, es difícil afirmar que sea lo que sienten, o las "abreviaciones" que usan que es toda una invitación para hacer una antología de la estulticia.
Mientras Obama, verbigracia, critica a Israel pero no deja de proveerlo de armas; muchos otros creen que estamos viviendo una "fiesta democrática" en Bolivia y no es más que un entierro. Y son estas cosas las que ya no logra transmitirnos el lenguaje de la Torre de Babel.
Se dice, por ejemplo, que el juicio a algunos miembros del Tribunal Constitucional es político; pero claro que es lo que, es decir, es una acción de la política para preservar la vigencia de la CPE y las leyes, si las cosas se toman como debieran tomarse; lo que algunos quieren decir es que, tal vez, sea partidista; o sea sujeto a los intereses de un partido para tratar esto o lo otro. Pero, como podemos comprobarlo, no nos induce sólo a la confusión sino a ese sofisma que se maneja hace mucho: que la política es mala.
Con lo que detestamos la política, la administración de la justicia y a quienes son sus actores; en muchos casos, los politiqueros. Cuando se hablaba de la elección de los miembros del Poder Judicial por voto directo, pusimos nuestros reparos porque era como votar al azar, sin saber quienes eran los candidatos ni de dónde y cómo habían salido; pero la otra opción, que siga siendo una elección entre los propuestos por los partidos y los colegios de abogados, tampoco era mejor porque significaba caer en lo mismo: el partidismo, que se extendió por todas partes.
Sea como sea, en Bolivia como en el resto del mundo, el lenguaje ya no nos comunica sino que puede confundirnos y hasta llevarnos al error; lo mismo se hable de paz que de guerra, de verdad que de mentiras; porque el gobierno de los pueblos se ha hecho subterráneo, inaccesible al ciudadano común, desconocido; lo mismo se trate de manejar la economía o la cultura o el deporte.
Y esta plaga de la distorsión o pésimo manejo de la lenguaje se está extendiendo peligrosamente en la denominadas redes sociales y se puede ver en la vulgaridad con que unos expresan lo que quieren, es difícil afirmar que sea lo que sienten, o las "abreviaciones" que usan que es toda una invitación para hacer una antología de la estulticia.
Mientras Obama, verbigracia, critica a Israel pero no deja de proveerlo de armas; muchos otros creen que estamos viviendo una "fiesta democrática" en Bolivia y no es más que un entierro. Y son estas cosas las que ya no logra transmitirnos el lenguaje de la Torre de Babel.
sábado, 2 de agosto de 2014
IDIOTAS ORGULLOSOS
Basta ver cómo, especialmente, los jóvenes se encierran en sí mismos y se entregan voluntariamente al dominio de la tecnología, ya sea en los buses, las calles o donde quiera, para comprender cómo y por qué, según unos estudios, el 80% de ellos se considera un adicto, al móvil o la tecnología, es decir, un dominado.
Y, lo peor, es que lo dicen como si estuvieran orgullosos, como si alcanzaran el cielo con las manos, como si fuese lo máximo cuando, en realidad, da lástima. En cierta ocasión, en un medio de transporte, pudimos ver cómo dos jóvenes que apenas se saludaron al encontrarse, muy pronto estaban "chateando" animadamente, sentados uno junto al otro; lo único que los ligaba era la estupidez.
En cuanto empezaron a aparecer los teléfonos móviles, surgieron en la Argentina, los primeros fanáticos de su uso y, también, las primeras víctimas de accidentes mortales de tránsito porque, supuestamente, estaban demasiado ocupados en charlar. Lo curioso es que, en la mayoría de los casos, los teléfonos eran de juguete. Doble estulticia.
Ya les comentamos también cómo en cierta oportunidad un investigador universitario preguntó a una mujer, por qué se dirigía a un árbol, para establecer comunicación telepática con su marido y esta le contestó: porque no tengo teléfono. O sea que, desde hace tiempo, la tecnología, en muchos casos, en lugar de ayudar al desarrollo del ser humano ha estado contribuyendo a su decadencia o la desaparición de ciertas cualidades que la ciencia no ha podido explicar y que llama paranormales.
Lo preocupante del asunto es que hay una suerte de complicidad, por omisión o acompañamiento, a esta creciente idiotez de los jóvenes, los niños y también los adultos, pues se considera como algo fuera de serie o negativo que uno no tenga "celular" o que no participe en las "redes sociales", aunque sea para leer cosas baladíes o nada que contribuya a su formación personal.
La adicción, es decir, el dominio sobre la persona, de las drogas o cualquier otro elemento, siempre debe ser considerado como algo malo o patológico; pero ahora resulta que hasta se puede considerar un orgullo. Y se puede comprobar cómo muchos padres de familia, en lugar de exigir mayor comunicación familiar o, incluso, convivencia, prefieren comprar un celular para sus hijos y dejar que les envíen un mensaje, supuestamente, incorporándolos al mundo de la tecnología; de lo que, a su vez, se sienten orgullosos.
Si tomamos en todos sus aspectos positivos y negativos la tecnología actual, fácilmente podemos llegar a la conclusión que es más lo último que lo primero y que nos sintamos orgullosos de ello es el colmo.
Y, lo peor, es que lo dicen como si estuvieran orgullosos, como si alcanzaran el cielo con las manos, como si fuese lo máximo cuando, en realidad, da lástima. En cierta ocasión, en un medio de transporte, pudimos ver cómo dos jóvenes que apenas se saludaron al encontrarse, muy pronto estaban "chateando" animadamente, sentados uno junto al otro; lo único que los ligaba era la estupidez.
En cuanto empezaron a aparecer los teléfonos móviles, surgieron en la Argentina, los primeros fanáticos de su uso y, también, las primeras víctimas de accidentes mortales de tránsito porque, supuestamente, estaban demasiado ocupados en charlar. Lo curioso es que, en la mayoría de los casos, los teléfonos eran de juguete. Doble estulticia.
Ya les comentamos también cómo en cierta oportunidad un investigador universitario preguntó a una mujer, por qué se dirigía a un árbol, para establecer comunicación telepática con su marido y esta le contestó: porque no tengo teléfono. O sea que, desde hace tiempo, la tecnología, en muchos casos, en lugar de ayudar al desarrollo del ser humano ha estado contribuyendo a su decadencia o la desaparición de ciertas cualidades que la ciencia no ha podido explicar y que llama paranormales.
Lo preocupante del asunto es que hay una suerte de complicidad, por omisión o acompañamiento, a esta creciente idiotez de los jóvenes, los niños y también los adultos, pues se considera como algo fuera de serie o negativo que uno no tenga "celular" o que no participe en las "redes sociales", aunque sea para leer cosas baladíes o nada que contribuya a su formación personal.
La adicción, es decir, el dominio sobre la persona, de las drogas o cualquier otro elemento, siempre debe ser considerado como algo malo o patológico; pero ahora resulta que hasta se puede considerar un orgullo. Y se puede comprobar cómo muchos padres de familia, en lugar de exigir mayor comunicación familiar o, incluso, convivencia, prefieren comprar un celular para sus hijos y dejar que les envíen un mensaje, supuestamente, incorporándolos al mundo de la tecnología; de lo que, a su vez, se sienten orgullosos.
Si tomamos en todos sus aspectos positivos y negativos la tecnología actual, fácilmente podemos llegar a la conclusión que es más lo último que lo primero y que nos sintamos orgullosos de ello es el colmo.
viernes, 1 de agosto de 2014
TIEMPO DE MENTIRAS
Ya estamos metidos dentro del tiempo de las mentiras de la democracia de mercado; ahora es cuando los unos y los otros intentarán convencernos de sus aureolas, de su sabiduría o de su honestidad.
Para los candidatos el pueblo no tiene memoria porque no recuerda los crímenes, las violaciones o la corrupción de apenas unos años atrás y, entonces, hay que ofrecerles el mismo y maloliente plato de siempre: el de las mentiras.
Da risa, por ejemplo, que cierto candidato se pregunte qué país le estamos dejando a los bolivianos, cuando hace muy poco el mismo pretendió vender todo a precio de gallina muerta y hacía aspavientos de inteligente; lo mismo pasa con los que dicen que van a luchar por la moral y las buenas costumbres sin mirar su propia cola de paja o los oficialistas que han criticado tanto la "clase política" y se empeñan en imitarla.
Para quienes tienen el hígado suficiente para escuchar las proclamaciones, los discursetes o la propaganda, podría significar una buena veta de anecdotario de lo insólito pues los mismos sinvergüenzas de ayer, aparecen como cándidos hoy.
Tampoco faltan los ideólogos o, más específicamente, los "odiólogos" que no pierden oportunidad para hablar de sus especulaciones después de haber hecho recuento de los libros leídos, aunque no comprendidos, porque no todo es cuestión de descifrar las letras sino los contenidos; sin embargo, algunos les prestan oídos.
Lo peor que le puede suceder a un proceso de democracia es caer en las garras del mercado porque se mueve en las siempre arteras arenas movedizas de la especulación, la inmoralidad y hasta el terrorismo; pero esto es lo que tenemos de manera repetida y cada vez nos vamos olvidando más de lo que, en realidad, significa el sistema de representación y participación que es la democracia.
El tiempo de mentiras se funda, especialmente, en las reglas del mercado; que no es como uno piensa que se rige por la oferta y el consumo sino por la especulación, la avaricia y la inmoralidad; esto es lo malo porque, desde ya, es un atentado contra el sistema mismo.
Pero, al parecer, nadie se da cuenta o, incluso, nos induce a pensar que no sólo somos un pueblo desmemoriado sino masoquista y, por ende, los otros son los sádicos, los que viven de las perversiones, los inmorales total y absolutamente.
Para los candidatos el pueblo no tiene memoria porque no recuerda los crímenes, las violaciones o la corrupción de apenas unos años atrás y, entonces, hay que ofrecerles el mismo y maloliente plato de siempre: el de las mentiras.
Da risa, por ejemplo, que cierto candidato se pregunte qué país le estamos dejando a los bolivianos, cuando hace muy poco el mismo pretendió vender todo a precio de gallina muerta y hacía aspavientos de inteligente; lo mismo pasa con los que dicen que van a luchar por la moral y las buenas costumbres sin mirar su propia cola de paja o los oficialistas que han criticado tanto la "clase política" y se empeñan en imitarla.
Para quienes tienen el hígado suficiente para escuchar las proclamaciones, los discursetes o la propaganda, podría significar una buena veta de anecdotario de lo insólito pues los mismos sinvergüenzas de ayer, aparecen como cándidos hoy.
Tampoco faltan los ideólogos o, más específicamente, los "odiólogos" que no pierden oportunidad para hablar de sus especulaciones después de haber hecho recuento de los libros leídos, aunque no comprendidos, porque no todo es cuestión de descifrar las letras sino los contenidos; sin embargo, algunos les prestan oídos.
Lo peor que le puede suceder a un proceso de democracia es caer en las garras del mercado porque se mueve en las siempre arteras arenas movedizas de la especulación, la inmoralidad y hasta el terrorismo; pero esto es lo que tenemos de manera repetida y cada vez nos vamos olvidando más de lo que, en realidad, significa el sistema de representación y participación que es la democracia.
El tiempo de mentiras se funda, especialmente, en las reglas del mercado; que no es como uno piensa que se rige por la oferta y el consumo sino por la especulación, la avaricia y la inmoralidad; esto es lo malo porque, desde ya, es un atentado contra el sistema mismo.
Pero, al parecer, nadie se da cuenta o, incluso, nos induce a pensar que no sólo somos un pueblo desmemoriado sino masoquista y, por ende, los otros son los sádicos, los que viven de las perversiones, los inmorales total y absolutamente.
jueves, 31 de julio de 2014
SINDICATOS, ASOCIACIONES, MAFIAS
De un tiempo a esta parte las formas de asociación para fines lícitos, se han convertido en una subversión permanente pues se usa el denominativo de sindicato o asociación a la unión de quienes persiguen fines ilícitos, como la defensa del contrabando, del narcotráfico o la evasión de impuestos.
Ahora mismo se ha dado la curiosa, por decir algo, insurgencia de la asociación de propietarios y, probablemente, vendedores de autos de contrabando e indocumentados, para impedir la acción de la ley.
Puede pasar que algunos "periodistas" no se den cuenta cuando informan sobre esto; pero que las autoridades les respondan, de una u otra manera, linda con la estulticia. En cualquier estado de derecho, la vigencia de la ley es para todos y las autoridades no tienen únicamente la misión de defenderla sino de acatarla; pero nos estamos acostumbrando que "transen" la ley, es lo que menos se puede decir, en procura de fines absolutamente sectarios; ya sea de los mal asociados o de los militantes del sectarismo partidista.
Es más, la dirigencia sindical se ha convertido en una suerte de negocio donde lo que se busca es el beneficio directo por una variedad de ardides como el cobro de cuotas, comisiones o viáticos, como por la facultad de negociar hasta lo inverosímil con las autoridades.
Los "minoristas", por ejemplo, no sólo buscan mantener el sistema de privilegios que tienen en el manejo de sitios públicos sino que no quieren tributar como cualquier ciudadano común y, para ello, acuden a manifestaciones o amenazas que las autoridades son incapaces de enfrentar porque no tienen información y conocimiento de la ley o porque también buscan la satisfacción de pequeños apetitos contrarios al bien común y las leyes.
Desde hace tiempo, por lo demás, los sindicatos, federaciones, asociaciones y otras formas de unión gremial o profesional, se han convertido en fuentes de corrupción. Es más importante la voz del "sindicato", verbigracia, en la salud que la de los propios médicos que, muchas veces, también se subalternizan a la arbitrariedad que se maneja como sindicato.
La única forma de reconocer el derecho de asociación es cuando esta, se realiza para fines lícitos y de acuerdo a las reglas del bien común; pero desde hace tiempo se ha convertido en simple teoría o sueño por la irrupción de impostores y negociantes.
Ahora mismo se ha dado la curiosa, por decir algo, insurgencia de la asociación de propietarios y, probablemente, vendedores de autos de contrabando e indocumentados, para impedir la acción de la ley.
Puede pasar que algunos "periodistas" no se den cuenta cuando informan sobre esto; pero que las autoridades les respondan, de una u otra manera, linda con la estulticia. En cualquier estado de derecho, la vigencia de la ley es para todos y las autoridades no tienen únicamente la misión de defenderla sino de acatarla; pero nos estamos acostumbrando que "transen" la ley, es lo que menos se puede decir, en procura de fines absolutamente sectarios; ya sea de los mal asociados o de los militantes del sectarismo partidista.
Es más, la dirigencia sindical se ha convertido en una suerte de negocio donde lo que se busca es el beneficio directo por una variedad de ardides como el cobro de cuotas, comisiones o viáticos, como por la facultad de negociar hasta lo inverosímil con las autoridades.
Los "minoristas", por ejemplo, no sólo buscan mantener el sistema de privilegios que tienen en el manejo de sitios públicos sino que no quieren tributar como cualquier ciudadano común y, para ello, acuden a manifestaciones o amenazas que las autoridades son incapaces de enfrentar porque no tienen información y conocimiento de la ley o porque también buscan la satisfacción de pequeños apetitos contrarios al bien común y las leyes.
Desde hace tiempo, por lo demás, los sindicatos, federaciones, asociaciones y otras formas de unión gremial o profesional, se han convertido en fuentes de corrupción. Es más importante la voz del "sindicato", verbigracia, en la salud que la de los propios médicos que, muchas veces, también se subalternizan a la arbitrariedad que se maneja como sindicato.
La única forma de reconocer el derecho de asociación es cuando esta, se realiza para fines lícitos y de acuerdo a las reglas del bien común; pero desde hace tiempo se ha convertido en simple teoría o sueño por la irrupción de impostores y negociantes.
miércoles, 30 de julio de 2014
DEFINIR, DEFINICIONES
A las denuncias sobre nepotismo en la Caja Nacional de Salud y como parece lógico, ha saltado un personero diciendo que hay que definir lo que se entiende por tal y lanzó la suya.
Muchas veces hemos dicho que en el mundo actual vivimos en una Torre de Babel, no por las muchas lenguas que se hablan sino por que, aparentemente, hablamos la misma lengua pero entendemos cosas diferentes.
Si analizásemos, por ejemplo, nuestra propia Constitución Política del Estado, podríamos hallar definiciones no únicamente ambiguas sobre tal o cual cosa sino hasta contradictorias; el sólo hecho que no se reconozca nuestra identidad mestiza y se hable de "indígenas", "indígena-originario-campesino" y otras monsergas, es ya excesivamente grande para estar dentro de lo que se puede tener como la Carta Magna o la Ley Fundamental que, por eso mismo, debiera tener claras las cosas.
Ya no hablamos pues la misma lengua, así nos expresemos en español, quechua, aimara o inglés porque definimos de modos diferentes las palabras; allí donde debiera decir perversiones, hablamos de opciones; donde debiéramos hablar de derechos hablamos de imposiciones; donde tendríamos que entender como democracia, nos vamos al sectarismo.
En cuanto a la CNS hace décadas que se habla sobre sus deficiencias y males; pero hasta el momento nada se ha hecho porque siempre hay excusas para no hacerlo. Hace décadas, cuando Barrientos era presidente, un médico en Cochabamba se animó a señalar sus taras pero nada pudo hacer porque las termitas están muy dentro de ese organismo. A tal punto llega la corrupción que no sólo se enfrenta al diccionario de cualquier etimología o institucional sino que va en contra de la moral sin rubor alguno. Hay tal nepotismo que se disfraza de varias maneras. Existen familias tan "valiosas" que nadie puede criticar que trabajen en la misma institución con toda la parentela y séquito correspondiente y hasta habría que agradecerles por ello.
Y, como si no fuera suficiente, el partidismo siempre es una constante y se da de tal modo que se pueden manipular las convocatorias de méritos o exámenes de competencia de modo que sean tan específicas que señalen a fulano o zutano como beneficiarios y elegidos.
Dentro de este ambiente de corrupción, lo mismo bailan profesionales que trabajadores, autoridades que controles obreros; los de arriba que los de abajo. Y es que siempre hay algún "vivo" que pide definir las cosas y como no podemos entendernos ya, todo tiende a la postergación y el olvido.
Muchas veces hemos dicho que en el mundo actual vivimos en una Torre de Babel, no por las muchas lenguas que se hablan sino por que, aparentemente, hablamos la misma lengua pero entendemos cosas diferentes.
Si analizásemos, por ejemplo, nuestra propia Constitución Política del Estado, podríamos hallar definiciones no únicamente ambiguas sobre tal o cual cosa sino hasta contradictorias; el sólo hecho que no se reconozca nuestra identidad mestiza y se hable de "indígenas", "indígena-originario-campesino" y otras monsergas, es ya excesivamente grande para estar dentro de lo que se puede tener como la Carta Magna o la Ley Fundamental que, por eso mismo, debiera tener claras las cosas.
Ya no hablamos pues la misma lengua, así nos expresemos en español, quechua, aimara o inglés porque definimos de modos diferentes las palabras; allí donde debiera decir perversiones, hablamos de opciones; donde debiéramos hablar de derechos hablamos de imposiciones; donde tendríamos que entender como democracia, nos vamos al sectarismo.
En cuanto a la CNS hace décadas que se habla sobre sus deficiencias y males; pero hasta el momento nada se ha hecho porque siempre hay excusas para no hacerlo. Hace décadas, cuando Barrientos era presidente, un médico en Cochabamba se animó a señalar sus taras pero nada pudo hacer porque las termitas están muy dentro de ese organismo. A tal punto llega la corrupción que no sólo se enfrenta al diccionario de cualquier etimología o institucional sino que va en contra de la moral sin rubor alguno. Hay tal nepotismo que se disfraza de varias maneras. Existen familias tan "valiosas" que nadie puede criticar que trabajen en la misma institución con toda la parentela y séquito correspondiente y hasta habría que agradecerles por ello.
Y, como si no fuera suficiente, el partidismo siempre es una constante y se da de tal modo que se pueden manipular las convocatorias de méritos o exámenes de competencia de modo que sean tan específicas que señalen a fulano o zutano como beneficiarios y elegidos.
Dentro de este ambiente de corrupción, lo mismo bailan profesionales que trabajadores, autoridades que controles obreros; los de arriba que los de abajo. Y es que siempre hay algún "vivo" que pide definir las cosas y como no podemos entendernos ya, todo tiende a la postergación y el olvido.
martes, 29 de julio de 2014
LA ECONOMÍA
Uno de los aspectos más importantes de la vida cotidiana en el planeta es el de la economía; sin embargo, muy pocos le prestan atención y, como la experiencia nos muestra, no hay especialistas en su manejo.
Y es que no sólo se trata de números, fondos o créditos sino de vida. Porque nuestras naciones al sur del río Bravo, que deben brindar todas las condiciones imprescindibles para que los habitantes tengan los dos servicios más importantes: educación y salud; rara vez tiene la oportunidad de invertir ahí porque, para los organismos internacionales, no es rentable. Pero pueden embarcarse en obras faraónicas o elefantes blancos, como cuando se construye una planta industrializadora de leche, donde no hay vacas o un puente donde no hay río. Y si consultamos nuestra historia contemporánea veremos cuántas veces lo hemos hecho y hasta lo hemos presentado como progreso; baste como ejemplo mencionar la asignación internacional que se hizo a Bolivia, para la construcción de grandes tractores, en el gobierno de Bánzer, cuando no había ni siquiera una fábrica de pernos o una acería por muy incipiente que fuera.
Es tan importante la economía que por ahí se nos han colado mil vicisitudes y diez mil desasogiegos sin que nadie atine a decir nada; no sólo porque "no le importa" sino que es el sector que menos información proporciona a la ciudadanía. ¿Cómo funciona la banca? ¿Qué carácter tiene? ¿Qué son los organismos internacionales del sector? ¿Cuál es la moneda o el patrón monetario? ¿Cómo se obligó a las naciones del mundo a empobrecerse para hacer más ricos a los más ricos, Brethon Woods mediante? Son apenas unas cuantas interrogantes que quedan sin respuesta porque no hay especialistas que contesten la realidad y la verdad y porque al ciudadano común le interesa menos que las encuestas, amañadas o no, respecto a las votaciones.
Bolivia, para citar un ejemplo interno, está atravesando un buen momento respecto a la disponibilidad de financiamiento y la estabilidad; pero nadie sabe cuánto durará y si las obras que se están emprendiendo son las que racionalmente se elegirían o se convertirán en una pesadilla por no haber hecho una correcta prelación de obras; como cuando se insiste en construir un nuevo estadio mientras hay otras necesidades más apremiantes.
Como puede verse, la economía es importante en nuestras vidas; pero la ignorancia o la falta de información respecto a ella, son grandes.
Y es que no sólo se trata de números, fondos o créditos sino de vida. Porque nuestras naciones al sur del río Bravo, que deben brindar todas las condiciones imprescindibles para que los habitantes tengan los dos servicios más importantes: educación y salud; rara vez tiene la oportunidad de invertir ahí porque, para los organismos internacionales, no es rentable. Pero pueden embarcarse en obras faraónicas o elefantes blancos, como cuando se construye una planta industrializadora de leche, donde no hay vacas o un puente donde no hay río. Y si consultamos nuestra historia contemporánea veremos cuántas veces lo hemos hecho y hasta lo hemos presentado como progreso; baste como ejemplo mencionar la asignación internacional que se hizo a Bolivia, para la construcción de grandes tractores, en el gobierno de Bánzer, cuando no había ni siquiera una fábrica de pernos o una acería por muy incipiente que fuera.
Es tan importante la economía que por ahí se nos han colado mil vicisitudes y diez mil desasogiegos sin que nadie atine a decir nada; no sólo porque "no le importa" sino que es el sector que menos información proporciona a la ciudadanía. ¿Cómo funciona la banca? ¿Qué carácter tiene? ¿Qué son los organismos internacionales del sector? ¿Cuál es la moneda o el patrón monetario? ¿Cómo se obligó a las naciones del mundo a empobrecerse para hacer más ricos a los más ricos, Brethon Woods mediante? Son apenas unas cuantas interrogantes que quedan sin respuesta porque no hay especialistas que contesten la realidad y la verdad y porque al ciudadano común le interesa menos que las encuestas, amañadas o no, respecto a las votaciones.
Bolivia, para citar un ejemplo interno, está atravesando un buen momento respecto a la disponibilidad de financiamiento y la estabilidad; pero nadie sabe cuánto durará y si las obras que se están emprendiendo son las que racionalmente se elegirían o se convertirán en una pesadilla por no haber hecho una correcta prelación de obras; como cuando se insiste en construir un nuevo estadio mientras hay otras necesidades más apremiantes.
Como puede verse, la economía es importante en nuestras vidas; pero la ignorancia o la falta de información respecto a ella, son grandes.
lunes, 28 de julio de 2014
HACE CIEN AÑOS
Un día como hoy se dio inicio a una de las industrias más rentables y, a la vez, mortíferas de la tierra: la industria armamentista.
Independientemente de los motivos aparentes y reales de esa conflagración, lo que queda claro es que la industria de la muerte va abarcando cada vez más espacios y campos de acción; no son sólo los aviones o los tanques que se usan como armas sino que se empiezan a diseñar otras en los laboratorios y que van desde el control de la mente hasta la bacteriológica pues a la primera continuó la segunda y aunque muchos afirman que ya pasamos la tercera, no hay duda que la guerra, la violencia, se ha hecho algo común de nuestra existencia; no por nada, ahora mismo, vemos impotentes cómo Israel hace gala de fuerza e impunidad mientras en otras áreas donde no corre sangre sino la suerte de muchas naciones, se imponen los fondos "buitre" o la especulación es la divisa de la economía.
Después de terminada la segunda guerra denominada mundial y aunque, aparentemente, los ganadores se habían repartido el planeta en dos corrientes; los preparativos de la violencia no se detuvieron y por eso es que a la bomba atómica, le sucedieron otras y se usó también de las antiguas para imponer condiciones coloniales en el África, el Asia, América y Europa, pues, como decía Jose Ma. Lera en su obra sobre la violencia, tan criminal es el detonar una bomba como el aprobar un alza en las cotizaciones, los intereses o los precios.
La industria bélica se nutre de impunidad y de altas ganancias; no es cierto que los pueblos necesitan más aviones, tanques, satélites o lo que fuera para garantizar nada sino de simple sentido común; pero son esas "necesidades" que impulsan los presupuestos de las naciones ricas para mantener su hegemonía, por muy en crisis o deficitarias que se presenten. ¿Cuánto del presupuesto en EEUU, para citar un ejemplo, va a la "defensa" y cuánto a la garantía de educación y salud para todos? Pues la diferencia es considerable y, las más de las veces, el ciudadano común no es informado ni correcta ni suficientemente sobre estas partidas, muchas de las cuales, incluso, están reñidas con la moral y la vigencia de los derechos universales.
Hay tantas actividades "sumergidas" que se manejan como "interés del Estado" que el mundo podría no salir de la estupefacción permanente si se dieran a conocer.
Lo que algunos celebran no es pues el inicio de la primera guerra mundial sino el establecimiento definitivo de la industria armamentista y la violencia como forma de gobierno y hegemonía.
Independientemente de los motivos aparentes y reales de esa conflagración, lo que queda claro es que la industria de la muerte va abarcando cada vez más espacios y campos de acción; no son sólo los aviones o los tanques que se usan como armas sino que se empiezan a diseñar otras en los laboratorios y que van desde el control de la mente hasta la bacteriológica pues a la primera continuó la segunda y aunque muchos afirman que ya pasamos la tercera, no hay duda que la guerra, la violencia, se ha hecho algo común de nuestra existencia; no por nada, ahora mismo, vemos impotentes cómo Israel hace gala de fuerza e impunidad mientras en otras áreas donde no corre sangre sino la suerte de muchas naciones, se imponen los fondos "buitre" o la especulación es la divisa de la economía.
Después de terminada la segunda guerra denominada mundial y aunque, aparentemente, los ganadores se habían repartido el planeta en dos corrientes; los preparativos de la violencia no se detuvieron y por eso es que a la bomba atómica, le sucedieron otras y se usó también de las antiguas para imponer condiciones coloniales en el África, el Asia, América y Europa, pues, como decía Jose Ma. Lera en su obra sobre la violencia, tan criminal es el detonar una bomba como el aprobar un alza en las cotizaciones, los intereses o los precios.
La industria bélica se nutre de impunidad y de altas ganancias; no es cierto que los pueblos necesitan más aviones, tanques, satélites o lo que fuera para garantizar nada sino de simple sentido común; pero son esas "necesidades" que impulsan los presupuestos de las naciones ricas para mantener su hegemonía, por muy en crisis o deficitarias que se presenten. ¿Cuánto del presupuesto en EEUU, para citar un ejemplo, va a la "defensa" y cuánto a la garantía de educación y salud para todos? Pues la diferencia es considerable y, las más de las veces, el ciudadano común no es informado ni correcta ni suficientemente sobre estas partidas, muchas de las cuales, incluso, están reñidas con la moral y la vigencia de los derechos universales.
Hay tantas actividades "sumergidas" que se manejan como "interés del Estado" que el mundo podría no salir de la estupefacción permanente si se dieran a conocer.
Lo que algunos celebran no es pues el inicio de la primera guerra mundial sino el establecimiento definitivo de la industria armamentista y la violencia como forma de gobierno y hegemonía.
domingo, 27 de julio de 2014
ALTERNABILIDAD
Una de las condiciones para ir mejorando la democracia, es la alternabilidad; porque evita las "dinastías",los nepotismos, los sectarismos y demás ismos; pero es lo que menos se está dando en este período que nos promete "elecciones" muy, pero muy parciales.
Porque, además del binomio oficial, quienes más han caído en la repetición de nombres y hombres es la oposición donde, al parecer, todos se consideran indispensables, imprescindibles o han adoptado las malas costumbres que critican: el amor al poder, aunque sólo sea a la burocracia, a la dieta, al título.
Que hubiesen hecho un papel más o menos decoroso sería excusable; mas, la realidad es completamente distinta, todo lo que se le puede criticar al oficialismo viene, en cierto modo, por la falta de una oposición coherente, inteligente, bien dispuesta. Varias veces se ha dicho que del equilibrio entre oposición y oficialismo, por muy mediocres que sean, puede resultar un cierto beneficio para el Estado, para la colectividad; que es lo que no ha sucedido y, por el contrario, se han generado varios conflictos que no tenían razón de ser. En primer lugar, por la majadería de una oposición que nunca tuvo visión ni de su papel ni de sus objetivos; en segundo lugar, la natural soberbia del que no tiene a quien enfrentarse y se cree impune.
Puede pues moverse el ambiente electoral donde sea y como sea, con circo de tres pistas o de circo pobre; pero el futuro está definido y es muy lamentable. Una vez más tendremos casi los mismos actores, pésimos actores, y el teatro irá degenerando, convirtiéndose más en tragedia que en comedia, en llanto que risas, en desesperación que esperanza.
Porque no hay renovación, lo que quiere decir que no hay dinámica social ni ideológica en los partidos, no apuntan nuevos líderes, no hay nuevas inquietudes y este marasmo puede conducirnos a situaciones desagradables como la tiranía, el sectarismo, la arbitrariedad, en nombre de la democracia.
Si queremos ver la realidad sin anteojeras, sin espejos distorsionadores, sin engañarnos; debemos aceptar que esta falta de alternabilidad, especialmente en la oposición, es un signo completamente negativo para la democracia y hay que parar las orejas.
Porque, además del binomio oficial, quienes más han caído en la repetición de nombres y hombres es la oposición donde, al parecer, todos se consideran indispensables, imprescindibles o han adoptado las malas costumbres que critican: el amor al poder, aunque sólo sea a la burocracia, a la dieta, al título.
Que hubiesen hecho un papel más o menos decoroso sería excusable; mas, la realidad es completamente distinta, todo lo que se le puede criticar al oficialismo viene, en cierto modo, por la falta de una oposición coherente, inteligente, bien dispuesta. Varias veces se ha dicho que del equilibrio entre oposición y oficialismo, por muy mediocres que sean, puede resultar un cierto beneficio para el Estado, para la colectividad; que es lo que no ha sucedido y, por el contrario, se han generado varios conflictos que no tenían razón de ser. En primer lugar, por la majadería de una oposición que nunca tuvo visión ni de su papel ni de sus objetivos; en segundo lugar, la natural soberbia del que no tiene a quien enfrentarse y se cree impune.
Puede pues moverse el ambiente electoral donde sea y como sea, con circo de tres pistas o de circo pobre; pero el futuro está definido y es muy lamentable. Una vez más tendremos casi los mismos actores, pésimos actores, y el teatro irá degenerando, convirtiéndose más en tragedia que en comedia, en llanto que risas, en desesperación que esperanza.
Porque no hay renovación, lo que quiere decir que no hay dinámica social ni ideológica en los partidos, no apuntan nuevos líderes, no hay nuevas inquietudes y este marasmo puede conducirnos a situaciones desagradables como la tiranía, el sectarismo, la arbitrariedad, en nombre de la democracia.
Si queremos ver la realidad sin anteojeras, sin espejos distorsionadores, sin engañarnos; debemos aceptar que esta falta de alternabilidad, especialmente en la oposición, es un signo completamente negativo para la democracia y hay que parar las orejas.
sábado, 26 de julio de 2014
NI LIBRE NI AUTÓNOMA
Recordando el "día de la autonomía universitaria", se han dicho muchos y líricos discursos; pero no se habla de la realidad.
Cuando se empezó a propugnar la autonomía universitaria en Bolivia, se lo hizo a instancias y modelo del movimiento revolucionario de Córdoba que pretendía, entre otras cosas, la eliminación del dogmatismo, el enciclopedismo y la cátedra eterna; a la vez que proponía la libertad de pensamiento, la autosuficiencia de las universidades para costearse a sí mismas, la cátedra paralela y la búsqueda de la ciencia y la tecnología.
Al momento las universidades no son ni autónomas, dependen del financiamiento estatal, ni libres porque una suerte de feudalización ideológica y hasta territorial se apoderó de ellas en cuanto se dictó la autonomía, que se confundió con cualquier cosa, menos con lo que implica.
Los campus se hicieron feudo de la izquierda y era casi prohibido que los alumnos buscaran en otra fuente que el marxismo, la teoría de sus propias aspiraciones y necesidades; lo que produjo un acaparamiento de la cátedra por el sólo hecho de ser "de izquierda", mientras la burocracia administrativa se iba llenando de segundones y militantes.
Si bien era posible, en algunas circunstancias, forzar el debate ideológico, las consecuencias no se hacían esperar en una suerte de acoso o persecución política que lo mismo se daba desde la cátedra que la ayudantía. Ese espacio que los revolucionarios de Córdoba pretendieron abrir a las ideas y las ideologías quedó pues confinado al marxismo, primero, y sus diversas corrientes, después.
En cuanto al aspecto académico tampoco se ha avanzado mucho por las mismas restricciones partidistas del concurso; a tal punto que, en épocas recientes, se llegó al colmo de redactar las convocatorias con tal detalle que estaban destinadas a ciertas personas del entorno del poder. Y no es mentira.
Hoy la Casa Superior de Estudios tiene las mismas taras que las que promovieron su revolución interna y por eso no es raro que haya corrientes que tratan de impulsar el repensar de las mismas, ante su evidente fracaso; pero mientras hayan estudiantes y docentes que se escudan en una autonomía inexistente y sumamente distorsionada; no será posible encarar un otro proceso de reforma que venza su actual mediocridad.
Cuando se empezó a propugnar la autonomía universitaria en Bolivia, se lo hizo a instancias y modelo del movimiento revolucionario de Córdoba que pretendía, entre otras cosas, la eliminación del dogmatismo, el enciclopedismo y la cátedra eterna; a la vez que proponía la libertad de pensamiento, la autosuficiencia de las universidades para costearse a sí mismas, la cátedra paralela y la búsqueda de la ciencia y la tecnología.
Al momento las universidades no son ni autónomas, dependen del financiamiento estatal, ni libres porque una suerte de feudalización ideológica y hasta territorial se apoderó de ellas en cuanto se dictó la autonomía, que se confundió con cualquier cosa, menos con lo que implica.
Los campus se hicieron feudo de la izquierda y era casi prohibido que los alumnos buscaran en otra fuente que el marxismo, la teoría de sus propias aspiraciones y necesidades; lo que produjo un acaparamiento de la cátedra por el sólo hecho de ser "de izquierda", mientras la burocracia administrativa se iba llenando de segundones y militantes.
Si bien era posible, en algunas circunstancias, forzar el debate ideológico, las consecuencias no se hacían esperar en una suerte de acoso o persecución política que lo mismo se daba desde la cátedra que la ayudantía. Ese espacio que los revolucionarios de Córdoba pretendieron abrir a las ideas y las ideologías quedó pues confinado al marxismo, primero, y sus diversas corrientes, después.
En cuanto al aspecto académico tampoco se ha avanzado mucho por las mismas restricciones partidistas del concurso; a tal punto que, en épocas recientes, se llegó al colmo de redactar las convocatorias con tal detalle que estaban destinadas a ciertas personas del entorno del poder. Y no es mentira.
Hoy la Casa Superior de Estudios tiene las mismas taras que las que promovieron su revolución interna y por eso no es raro que haya corrientes que tratan de impulsar el repensar de las mismas, ante su evidente fracaso; pero mientras hayan estudiantes y docentes que se escudan en una autonomía inexistente y sumamente distorsionada; no será posible encarar un otro proceso de reforma que venza su actual mediocridad.
viernes, 25 de julio de 2014
EL NACIMIENTO DE BOLÍVAR
Ayer se recordó el día del nacimiento de El Libertador sin apenas homenajes. Y no es raro dentro de un pueblo que no tiene memoria de sí mismo sino que vive alienado a las modas o las ideas o ideologías que, lo primero, que buscan es deshacerse de la historia, para sustituir sus héroes por fantoches.
Y decimos que no tiene memoria de sí mismo por muchos factores; en primer lugar, la escritura no se ha usado para la transmisión del pensamiento y por eso es que desconocemos todavía nuestro pasado ancestral, aunque cabe la posibilidad que esta escritura esté ante nuestros ojos y no la veamos; en segundo lugar, porque la historia miente descaradamente o por conveniencia y, en tercer lugar, no tenemos hombres dedicados a esta ciencia de manera responsable y no simplemente copista o imitadora.
Además, como no puede ser de otra manera, la figura de Bolívar es controvertida y hasta se ha llegado a afirmar, cuando la eclosión del castrismo, que era un simple latifundista que defendía sus intereses, en una manera harto majadera de interpretar las cosas y la historia.
Para Bolivia El Libertador tiene una significación que va más allá del propio nombre de la república porque, junto al Mariscal de Ayacucho, supo recoger las aspiraciones de los altoperuanos y consolidar sus ansias de libertad, fuera de los intentos de unir a esta parte de la geografía a otras repúblicas emergentes.
Los bolivianos sólo quieren ser de ellos mismos, podría ser la conclusión que extraeríamos de las cartas que intercambiaron entre Bolívar y Sucre y dieron curso a la libertad y la independencia. Y este es un olvido mayúsculo que se hace cuando no se rinde el debido homenaje al 24 de julio, porque no tiene que ver más que con una aspiración: Ser nosotros mismos, sin alienarnos a fulanos o zutanos, sin la estulticia esa de ir detrás de otros o del furgón de cola, que es lo que han hecho varias veces quienes han querido desconocer la historia de nuestros pueblos, para imponer sus sustitutos fuera de contexto y relato y fuera también de la ideología de la autenticidad.
Es una lástima que la fecha haya transcurrido casi en el olvido; pero es una alerta más para insistir en el conocimiento y profundización de la historia para no seguir cometiendo los mismos errores.
Y decimos que no tiene memoria de sí mismo por muchos factores; en primer lugar, la escritura no se ha usado para la transmisión del pensamiento y por eso es que desconocemos todavía nuestro pasado ancestral, aunque cabe la posibilidad que esta escritura esté ante nuestros ojos y no la veamos; en segundo lugar, porque la historia miente descaradamente o por conveniencia y, en tercer lugar, no tenemos hombres dedicados a esta ciencia de manera responsable y no simplemente copista o imitadora.
Además, como no puede ser de otra manera, la figura de Bolívar es controvertida y hasta se ha llegado a afirmar, cuando la eclosión del castrismo, que era un simple latifundista que defendía sus intereses, en una manera harto majadera de interpretar las cosas y la historia.
Para Bolivia El Libertador tiene una significación que va más allá del propio nombre de la república porque, junto al Mariscal de Ayacucho, supo recoger las aspiraciones de los altoperuanos y consolidar sus ansias de libertad, fuera de los intentos de unir a esta parte de la geografía a otras repúblicas emergentes.
Los bolivianos sólo quieren ser de ellos mismos, podría ser la conclusión que extraeríamos de las cartas que intercambiaron entre Bolívar y Sucre y dieron curso a la libertad y la independencia. Y este es un olvido mayúsculo que se hace cuando no se rinde el debido homenaje al 24 de julio, porque no tiene que ver más que con una aspiración: Ser nosotros mismos, sin alienarnos a fulanos o zutanos, sin la estulticia esa de ir detrás de otros o del furgón de cola, que es lo que han hecho varias veces quienes han querido desconocer la historia de nuestros pueblos, para imponer sus sustitutos fuera de contexto y relato y fuera también de la ideología de la autenticidad.
Es una lástima que la fecha haya transcurrido casi en el olvido; pero es una alerta más para insistir en el conocimiento y profundización de la historia para no seguir cometiendo los mismos errores.
jueves, 24 de julio de 2014
SITUACIONES DE INJUSTICIA
Se mire por donde se mire la injusticia campea en el mundo; no otra cosa significa que, por ejemplo, mientras Israel bombardea impunemente a los civiles en Palestina y los organismos internacionales nada pueden hacer o no quieren hacerlo, la república vecina de la Argentina se vea forzada a pagar una deuda de los llamados fondos "buitre" que no son otra cosa que piratería a la moderna o robo armado.
Esta es la situación casi, casi cotidiana que el hombre debe enfrentar en el planeta donde conseguir un trabajo es tarea titánica, en muchas naciones, y coexisten en el mundo los territorios aquellos llamados "paraísos fiscales" donde uno puede colocar no sólo lo robado sino también el producto de delitos como el narcotráfico, el agio, el armamentismo, el contrabando o la trata de blancas.
Y no es decir mal de muchos consuelo de tontos, pues se da en todas partes sino que, por ejemplo, también en las naciones "pobres" se ve cómo unos aspiran al dinero nada más que por él mismo, mientras los otros están condenados al hambre y la miseria en gobiernos de toda laya, lo mismo de la derecha que la izquierda, capitalistas que socialistas, dependientes o independientes.
Y es que no aprendemos. Una cuestión básica para vivir bien y en colectividad es la adopción de valores; de los que, infelizmente, cada vez nos alejamos más. Por eso que ponderábamos que nuestros antepasados, apenas con tres postulados: no robar, no mentir, no ser flojo, hayan podido construir una sociedad más justa que muchas otras donde el decálogo o las leyes que se sobreponen o imponen, no aciertan a encontrar el camino de la equidad.
Y, lo que es peor, todo corre el riesgo de convertirse en demagogia, en impostura; lo mismo entre los "demócratas" de occidente como de oriente o los "indígena-originario-campesino" que han perdido el rumbo del cambio y hacen lo mismo que criticaban.
Israel está dando en estos días un ejemplo contundente de lo que puede la impunidad, la fuerza y la complicidad; porque no actúa solo como Estado sino que tiene la seguridad del apoyo incondicional de otras potencias en forma abierta o encubierta; por mucho que aparezcan con protestas que se lleva el viento.
Mientras haya un gobierno que haciendo uso de la fuerza, mate impunemente niños, mujeres, ancianos, el mundo está en deuda consigo mismo, con la justicia, con la ley, con la Humanidad.
Esta es la situación casi, casi cotidiana que el hombre debe enfrentar en el planeta donde conseguir un trabajo es tarea titánica, en muchas naciones, y coexisten en el mundo los territorios aquellos llamados "paraísos fiscales" donde uno puede colocar no sólo lo robado sino también el producto de delitos como el narcotráfico, el agio, el armamentismo, el contrabando o la trata de blancas.
Y no es decir mal de muchos consuelo de tontos, pues se da en todas partes sino que, por ejemplo, también en las naciones "pobres" se ve cómo unos aspiran al dinero nada más que por él mismo, mientras los otros están condenados al hambre y la miseria en gobiernos de toda laya, lo mismo de la derecha que la izquierda, capitalistas que socialistas, dependientes o independientes.
Y es que no aprendemos. Una cuestión básica para vivir bien y en colectividad es la adopción de valores; de los que, infelizmente, cada vez nos alejamos más. Por eso que ponderábamos que nuestros antepasados, apenas con tres postulados: no robar, no mentir, no ser flojo, hayan podido construir una sociedad más justa que muchas otras donde el decálogo o las leyes que se sobreponen o imponen, no aciertan a encontrar el camino de la equidad.
Y, lo que es peor, todo corre el riesgo de convertirse en demagogia, en impostura; lo mismo entre los "demócratas" de occidente como de oriente o los "indígena-originario-campesino" que han perdido el rumbo del cambio y hacen lo mismo que criticaban.
Israel está dando en estos días un ejemplo contundente de lo que puede la impunidad, la fuerza y la complicidad; porque no actúa solo como Estado sino que tiene la seguridad del apoyo incondicional de otras potencias en forma abierta o encubierta; por mucho que aparezcan con protestas que se lleva el viento.
Mientras haya un gobierno que haciendo uso de la fuerza, mate impunemente niños, mujeres, ancianos, el mundo está en deuda consigo mismo, con la justicia, con la ley, con la Humanidad.
miércoles, 23 de julio de 2014
LAS CAMPAÑAS
Para tormento de los ciudadanos en general y de los electores, en particular, se ha dado inicio a las campañas donde los candidatos pondrán cara de ángeles, ofrecerán el cielo y la tierra y exprimirán sus circunboluciones cerebrales para tratar de decir algo inteligente.
Cada cual hace la campaña que le conviene y mientras unos pueden reunir gente por cientos o miles, no nos vamos a ocupar cómo, otros apenas reducirán su actividad a una caminata con algunos seguidores que, además, harán la labor de guardaespaldas.
¿Todo para qué? Para nada, porque nada se puede sacar de estas campañas donde todo es falsedad y demagogia, desde los besos en las mejillas hasta los abrazos y los regalos. Se cuenta que el "libertador económico", que además era líder de los campesinos, de los obreros, de los mineros y todo el etcétera que se quiera agregar, mandaba quemar su ropa una vez que concluía sus calurosas entrevistas con estos representantes del pueblo, por temor a las enfermedades y los parásitos; puede que sea cierto o no, pero no hay duda que debe tener algunos seguidores.
En una democracia de mercado, como la que tenemos, no se puede tener confrontación o presentación de posiciones ideológicas o programáticas; a lo que más se puede aspirar es al intercambio de adjetivos, calumnias o difamaciones dichas con más o menos gracejo. Pero dentro de la politiquería que no entiende de ideas, ¿cómo compararlas? Y la democracia de mercado es fundamentalmente politiquería aquí, en la China, EEUU o cualquier otro lugar del mundo.
Por eso es que el aparente debate sobre el debate, forzoso es repetirlo, no es más que parte de la campaña; mientras unos se desgarrarán las vestiduras porque el principal candidato no les de bola, otros sugerirán que se realice para contento del público y del circo. Pero el resultado siempre será el mismo: Una gran incógnita sobre lo que dijo, si dijo algo, o lo que quiso decir, si quiso decir algo.
Las campañas se han hecho para el mercado, lo mismo que las promociones de detergentes, perfumes, lavandas o lo que fuera que tratan de persuadirlo que oliendo mejor será usted mejor persona, por mucho que no acostumbre bañarse y no tenga hábitos de higiene.
Pero como no faltan incautos, por decir lo menos, estas campañas se realizan y hasta pueden tener éxito por la forma como pueden dejar embobados a los bobos; porque los que tienen un mínimo de sentido común huyen de las campañas como la peste.
Cada cual hace la campaña que le conviene y mientras unos pueden reunir gente por cientos o miles, no nos vamos a ocupar cómo, otros apenas reducirán su actividad a una caminata con algunos seguidores que, además, harán la labor de guardaespaldas.
¿Todo para qué? Para nada, porque nada se puede sacar de estas campañas donde todo es falsedad y demagogia, desde los besos en las mejillas hasta los abrazos y los regalos. Se cuenta que el "libertador económico", que además era líder de los campesinos, de los obreros, de los mineros y todo el etcétera que se quiera agregar, mandaba quemar su ropa una vez que concluía sus calurosas entrevistas con estos representantes del pueblo, por temor a las enfermedades y los parásitos; puede que sea cierto o no, pero no hay duda que debe tener algunos seguidores.
En una democracia de mercado, como la que tenemos, no se puede tener confrontación o presentación de posiciones ideológicas o programáticas; a lo que más se puede aspirar es al intercambio de adjetivos, calumnias o difamaciones dichas con más o menos gracejo. Pero dentro de la politiquería que no entiende de ideas, ¿cómo compararlas? Y la democracia de mercado es fundamentalmente politiquería aquí, en la China, EEUU o cualquier otro lugar del mundo.
Por eso es que el aparente debate sobre el debate, forzoso es repetirlo, no es más que parte de la campaña; mientras unos se desgarrarán las vestiduras porque el principal candidato no les de bola, otros sugerirán que se realice para contento del público y del circo. Pero el resultado siempre será el mismo: Una gran incógnita sobre lo que dijo, si dijo algo, o lo que quiso decir, si quiso decir algo.
Las campañas se han hecho para el mercado, lo mismo que las promociones de detergentes, perfumes, lavandas o lo que fuera que tratan de persuadirlo que oliendo mejor será usted mejor persona, por mucho que no acostumbre bañarse y no tenga hábitos de higiene.
Pero como no faltan incautos, por decir lo menos, estas campañas se realizan y hasta pueden tener éxito por la forma como pueden dejar embobados a los bobos; porque los que tienen un mínimo de sentido común huyen de las campañas como la peste.
martes, 22 de julio de 2014
REQUISITOS Y NIMIEDADES
Si analizamos seriamente los requisitos para postular como candidato al gobierno, podemos fácilmente pasar de la seriedad a la risa. Porque eso de la edad y otras cosas están implícitas en la calidad misma del ciudadano y hay otras que no debieran exigirse como la libreta militar que no sólo que puede implicar deberes de conciencia sino que es discriminatorio frente a las mujeres.
En fin, son requisitos por los que celosamente velan quienes ganan de la mediación de las elecciones; pero lo que no hemos visto que se pida a los candidatos es: conocimiento. Y no vamos a hablar de ciencias o artes sino de lo básico para cumplir con idoneidad su función, es decir, saber leer y escribir correctamente, no importa en qué idioma, y, por tanto, estar enterado de lo que significa el Estado, la soberanía, la democracia, la administración, la legislación, la voluntad general y particular, la delegación de la soberanía cómo y por qué se la hace; independientemente de la Constitución Política del Estado. Y si acaso, no supieran leer y no tienen la información, los auspiciadores de sus candidaturas debieran obligarse a prepararlos para cumplir esos requisitos que son más importantes que los que se exigen actualmente.
Y no es discriminar o menospreciar a quienes vienen de abajo, pues todos venimos de ahí, sino tener un mínimo de responsabilidad con la sociedad, el Estado, la colectividad.
Hace ya varios años que hemos tenido la oportunidad de comprobar cómo estos mínimos conocimientos brillan por su ausencia en los ambientes palaciegos, cuando hemos tenido que enfrentarnos a diputados, senadores o ministros; el problema no es pues actual sino que se arrastra desde hace décadas y no se presenta únicamente entre quienes no tienen título alguno, que en cierto modo sería excusable, sino entre los mismos titulados que no consiguen distinguir, por ejemplo, entre gobierno y Estado.
Muchas veces se dice que la democracia es perfectible; pero que sepamos nadie hace nada para perfeccionarla y mejorar y estamos yendo como el cangrejo, pues de la representación popular nos estamos embarcando en la representación sectaria, minúscula, lo mismo desde las filas del oficialismo como de la oposición, aunque no signifique nada.
En realidad, no hay pues requisitos oportunos y adecuados, lo que nos lleva a agudizar la distorsión de la democracia en el mercado y la representación popular en impostura.
En fin, son requisitos por los que celosamente velan quienes ganan de la mediación de las elecciones; pero lo que no hemos visto que se pida a los candidatos es: conocimiento. Y no vamos a hablar de ciencias o artes sino de lo básico para cumplir con idoneidad su función, es decir, saber leer y escribir correctamente, no importa en qué idioma, y, por tanto, estar enterado de lo que significa el Estado, la soberanía, la democracia, la administración, la legislación, la voluntad general y particular, la delegación de la soberanía cómo y por qué se la hace; independientemente de la Constitución Política del Estado. Y si acaso, no supieran leer y no tienen la información, los auspiciadores de sus candidaturas debieran obligarse a prepararlos para cumplir esos requisitos que son más importantes que los que se exigen actualmente.
Y no es discriminar o menospreciar a quienes vienen de abajo, pues todos venimos de ahí, sino tener un mínimo de responsabilidad con la sociedad, el Estado, la colectividad.
Hace ya varios años que hemos tenido la oportunidad de comprobar cómo estos mínimos conocimientos brillan por su ausencia en los ambientes palaciegos, cuando hemos tenido que enfrentarnos a diputados, senadores o ministros; el problema no es pues actual sino que se arrastra desde hace décadas y no se presenta únicamente entre quienes no tienen título alguno, que en cierto modo sería excusable, sino entre los mismos titulados que no consiguen distinguir, por ejemplo, entre gobierno y Estado.
Muchas veces se dice que la democracia es perfectible; pero que sepamos nadie hace nada para perfeccionarla y mejorar y estamos yendo como el cangrejo, pues de la representación popular nos estamos embarcando en la representación sectaria, minúscula, lo mismo desde las filas del oficialismo como de la oposición, aunque no signifique nada.
En realidad, no hay pues requisitos oportunos y adecuados, lo que nos lleva a agudizar la distorsión de la democracia en el mercado y la representación popular en impostura.
lunes, 21 de julio de 2014
NEGOCIOS COLATERALES
Así como en las invasiones bélicas se ha introducido el término "daños colaterales" para dar cuenta de la muerte y masacre de civiles, entre ellos, niños, ancianos y demás inocentes, así también la democracia de mercado ha introducido la práctica de negocios colaterales.
Y estos consisten en encuestas, espacios de "análisis político" donde los organizadores "invitan" a los participantes (nada hay gratis en el mundo) y les permiten que digan todas las barbaridades que crean convenientes, o aquellos destinados a analizar el poder del voto (ja,ja,ja,) y otros más para cazar bobos, que no sólo que son atraídos por estos programas sino que hasta creen en ellos.
Pero dentro de la politiquería lo que menos interesa es el bienestar o el interés colectivo; por eso es que los candidatos pueden ofrecer sus servicios a determinados sectores no únicamente haciéndoles participar de sus listas sino prometiendo defender sus conveniencias y a esto le llaman "alianza" cuando no es más que contubernio.
El otro negocio siempre al acecho es ese del llamado debate; que no es tal por donde se lo mire porque no se trata de la presentación de dos o más propuestas sino del simple y vulgar intercambio de minucias o insultos; lo mismo en Bolivia que en otras partes del mundo.
Total, que con tanto negocio el elector, el ciudadano común, ya no sabe a qué atenerse y si votar por esta o aquella mercancía que aunque huele mal, parece ser la que menos huele.
Pero los grandes temas de la política como la lucha contra el contrabando, el narcotráfico, la corrupción, se dejan de lado y se trata de llenar la expectativa de la gente con simples enunciados o demagogia; pero un programa a ejecutar, un proyecto a realizar en las actividades gubernamentales no hay o, si existe, no tarda en naufragar en las mismas exigencias que los candidatos han acordado con sus "aliados".
El MNR fue el primer partido en asegurarse que aliados y contrarios tengan distinto trato y así repartió no sólo sus "compañeros" entre los miembros de la aduana sino también entre los contrabandistas; los resultados se han ido repitiendo a través de varios regímenes que enarbolando la bandera de la anticorrupción, la lucha contra el contrabando o lo que fuera no hicieron sino agudizar los males de la patria.
Pero estas cuestiones no se preguntan ni se tienen en cuenta en esos espacios de la democracia de mercado que abre negocios colaterales.
Y estos consisten en encuestas, espacios de "análisis político" donde los organizadores "invitan" a los participantes (nada hay gratis en el mundo) y les permiten que digan todas las barbaridades que crean convenientes, o aquellos destinados a analizar el poder del voto (ja,ja,ja,) y otros más para cazar bobos, que no sólo que son atraídos por estos programas sino que hasta creen en ellos.
Pero dentro de la politiquería lo que menos interesa es el bienestar o el interés colectivo; por eso es que los candidatos pueden ofrecer sus servicios a determinados sectores no únicamente haciéndoles participar de sus listas sino prometiendo defender sus conveniencias y a esto le llaman "alianza" cuando no es más que contubernio.
El otro negocio siempre al acecho es ese del llamado debate; que no es tal por donde se lo mire porque no se trata de la presentación de dos o más propuestas sino del simple y vulgar intercambio de minucias o insultos; lo mismo en Bolivia que en otras partes del mundo.
Total, que con tanto negocio el elector, el ciudadano común, ya no sabe a qué atenerse y si votar por esta o aquella mercancía que aunque huele mal, parece ser la que menos huele.
Pero los grandes temas de la política como la lucha contra el contrabando, el narcotráfico, la corrupción, se dejan de lado y se trata de llenar la expectativa de la gente con simples enunciados o demagogia; pero un programa a ejecutar, un proyecto a realizar en las actividades gubernamentales no hay o, si existe, no tarda en naufragar en las mismas exigencias que los candidatos han acordado con sus "aliados".
El MNR fue el primer partido en asegurarse que aliados y contrarios tengan distinto trato y así repartió no sólo sus "compañeros" entre los miembros de la aduana sino también entre los contrabandistas; los resultados se han ido repitiendo a través de varios regímenes que enarbolando la bandera de la anticorrupción, la lucha contra el contrabando o lo que fuera no hicieron sino agudizar los males de la patria.
Pero estas cuestiones no se preguntan ni se tienen en cuenta en esos espacios de la democracia de mercado que abre negocios colaterales.
domingo, 20 de julio de 2014
RESPUESTAS EFECTIVAS
Aparte de las respuestas que Bolivia debe presentar ante el tribunal internacional de La Haya, por las objeciones a su competencia de parte de La Moneda, hay otras que paralelamente debieran adoptarse y que no se ha hecho por cierta complicidad de anteriores regímenes.
Hace ya décadas que se planteó la necesidad de abrir otros puertos, no chilenos, al tráfico de carga de Bolivia y para Bolivia, los más indicados están en el Perú aunque también se han propuesto otros en el Atlántico que también pueden servir.
El caso es que mientras se hacían teorías y discursos sobre estas necesidades imperiosas, debajo de la mesa, se establecían más nexos de dependencia de los puertos chilenos o se ofrecían al vecino, mal vecino, más facilidades que las que se le acuerda por el Tratado de 1904. Apenas dos ejemplos para tratar de poner clara la cuestión: el desvío del río Lauca, en el gobierno del MNR, que no sólo que fue arbitrario, ilegal y usurpador sino que fue hecho por trabajadores bolivianos y empresas bolivianas y la ayuda prestada al gobierno de Pinochet, en el régimen banzerista, en alimentos y carburantes cuando esa tiranía estaba al borde del abismo. El abrazo de Arica y el de Charaña, sin signos de ese "entendimiento".
Ilo es una buena opción para ejecutar estas políticas de liberación de la dominación chilena que, aunque no se crea, obtiene grandes beneficios de nuestro enclaustramiento y, en realidad, controla nuestras importaciones y exportaciones. Mercaderías que no le convienen a la economía del Mapocho, pueden ser fácilmente retenidas en los puertos y, en el caso inverso, si nos hemos convertido en basurero de autos indocumentados o siniestrados, ropa usada y demás cosas, es gracias a la facilidad con que los puertos chilenos actúan al respecto y las ganancias que dejan.
Lo que necesitamos es pues una respuesta contundente a la política de mentiras y engaño de la oligarquía chilena y la mejor es, de una vez, ejecutar el proyecto de Ilo u otro alternativo pero dejar de usar los puertos que, otrora, nos pertenecieron como el de Antofagasta.
No hay nada mejor que tocar los puntos sensibles del rival o del enemigo y, en este caso, la desviación del comercio internacional hacia otros puertos puede causar mejores efectos que los esperados y puede ser también la forma de evitar una nueva contienda bélica como amenaza, entre líneas, la oligarquía chilena en el tema de La Haya.
Hace ya décadas que se planteó la necesidad de abrir otros puertos, no chilenos, al tráfico de carga de Bolivia y para Bolivia, los más indicados están en el Perú aunque también se han propuesto otros en el Atlántico que también pueden servir.
El caso es que mientras se hacían teorías y discursos sobre estas necesidades imperiosas, debajo de la mesa, se establecían más nexos de dependencia de los puertos chilenos o se ofrecían al vecino, mal vecino, más facilidades que las que se le acuerda por el Tratado de 1904. Apenas dos ejemplos para tratar de poner clara la cuestión: el desvío del río Lauca, en el gobierno del MNR, que no sólo que fue arbitrario, ilegal y usurpador sino que fue hecho por trabajadores bolivianos y empresas bolivianas y la ayuda prestada al gobierno de Pinochet, en el régimen banzerista, en alimentos y carburantes cuando esa tiranía estaba al borde del abismo. El abrazo de Arica y el de Charaña, sin signos de ese "entendimiento".
Ilo es una buena opción para ejecutar estas políticas de liberación de la dominación chilena que, aunque no se crea, obtiene grandes beneficios de nuestro enclaustramiento y, en realidad, controla nuestras importaciones y exportaciones. Mercaderías que no le convienen a la economía del Mapocho, pueden ser fácilmente retenidas en los puertos y, en el caso inverso, si nos hemos convertido en basurero de autos indocumentados o siniestrados, ropa usada y demás cosas, es gracias a la facilidad con que los puertos chilenos actúan al respecto y las ganancias que dejan.
Lo que necesitamos es pues una respuesta contundente a la política de mentiras y engaño de la oligarquía chilena y la mejor es, de una vez, ejecutar el proyecto de Ilo u otro alternativo pero dejar de usar los puertos que, otrora, nos pertenecieron como el de Antofagasta.
No hay nada mejor que tocar los puntos sensibles del rival o del enemigo y, en este caso, la desviación del comercio internacional hacia otros puertos puede causar mejores efectos que los esperados y puede ser también la forma de evitar una nueva contienda bélica como amenaza, entre líneas, la oligarquía chilena en el tema de La Haya.
sábado, 19 de julio de 2014
DE LA PRIMERA A LA TERCERA
Ayer hablábamos sobre la forma cómo el mundo recordaba la primera guerra mundial, las incógnitas que todavía quedan y algunas de las implicaciones que supusieron el conflicto en sí.
Hoy, parece ya no haber duda razonable que hemos entrado en la tercera guerra mundial sin apenas darnos cuenta si tomamos las noticias del día como son: signos evidentes de anuncios mucho más graves.
Tomemos el caso del genocidio israelí con los palestinos y sobre el que las principales autoridades que pudieran hacer algo en los organismos internacionales, han dicho que ya no es posible, es decir, la violencia es imparable. O el derribo de un avión civil por parte de prorusos, a los que más se acusa, dentro de un territorio en conflicto y cuya violencia también se trata de minimizar y sobre la que tampoco las instituciones internacionales han podido hacer nada.
Si vemos detrás de bambalinas, no se trata de simple prepotencia o soberbia desmedida sino de intereses que se esconden y que involucran tanto yacimientos de hidrocarburos como el uso estratégico de oleoductos; ni para qué decir dónde se hallan y que países está en riesgo o permanente enfrentamiento bélico.
Hay pues necesidad de un nuevo reparto, de un nuevo orden internacional, donde mientras declinan unos, apuntan otros. No en vano las anteriores potencias ya no tienen la misma capacidad de maniobra que tenían y hay otras insurgentes que están esperando la ocasión para demostrar que ellas también pueden.
Hace algún tiempo se hablaba de la posibilidad de reponer la pendulación en el mundo, es decir, la división entre quienes siguen a tal y se oponen a cual; ese viejo juego donde se han ido nuestras aspiraciones, sueños y necesidades cuando teníamos que alinearnos junto a EEUU o la URSS para dejar hacer lo mismo: explotarnos.
Si tenemos en cuenta los otros factores anotados más arriba, el escenario de un tercer o cuarto o quinto enfrentamiento está no sólo listo sino que los actores han ingresado ya en él y nosotros todavía estamos pensando que la paz es posible, que las instituciones internacionales, de algún modo, la sirven; pero la realidad es contundente en sus respuestas, no hay nada más que el materialismo y sus negocios y lo sirven unos como los otros.
Hoy, parece ya no haber duda razonable que hemos entrado en la tercera guerra mundial sin apenas darnos cuenta si tomamos las noticias del día como son: signos evidentes de anuncios mucho más graves.
Tomemos el caso del genocidio israelí con los palestinos y sobre el que las principales autoridades que pudieran hacer algo en los organismos internacionales, han dicho que ya no es posible, es decir, la violencia es imparable. O el derribo de un avión civil por parte de prorusos, a los que más se acusa, dentro de un territorio en conflicto y cuya violencia también se trata de minimizar y sobre la que tampoco las instituciones internacionales han podido hacer nada.
Si vemos detrás de bambalinas, no se trata de simple prepotencia o soberbia desmedida sino de intereses que se esconden y que involucran tanto yacimientos de hidrocarburos como el uso estratégico de oleoductos; ni para qué decir dónde se hallan y que países está en riesgo o permanente enfrentamiento bélico.
Hay pues necesidad de un nuevo reparto, de un nuevo orden internacional, donde mientras declinan unos, apuntan otros. No en vano las anteriores potencias ya no tienen la misma capacidad de maniobra que tenían y hay otras insurgentes que están esperando la ocasión para demostrar que ellas también pueden.
Hace algún tiempo se hablaba de la posibilidad de reponer la pendulación en el mundo, es decir, la división entre quienes siguen a tal y se oponen a cual; ese viejo juego donde se han ido nuestras aspiraciones, sueños y necesidades cuando teníamos que alinearnos junto a EEUU o la URSS para dejar hacer lo mismo: explotarnos.
Si tenemos en cuenta los otros factores anotados más arriba, el escenario de un tercer o cuarto o quinto enfrentamiento está no sólo listo sino que los actores han ingresado ya en él y nosotros todavía estamos pensando que la paz es posible, que las instituciones internacionales, de algún modo, la sirven; pero la realidad es contundente en sus respuestas, no hay nada más que el materialismo y sus negocios y lo sirven unos como los otros.
viernes, 18 de julio de 2014
"LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL"
En estos días se recuerda lo que se llamó la primera guerra mundial, que no se produjo por la muerte del archiduque sino porque las potencias emergentes de ese tiempo, tenían que distribuirse la mano de obra barata de la gente que emigraba del campo a la ciudad y establecer las condiciones de esa explotación. No fue pues como la historia nos pinta sino el establecimiento de la era industrial explotadora de recursos naturales y humanos.
Por lo que no resulta nada curioso que, paralelamente a ese recuerdo, se esté dando el genocidio israelí en contra e los palestinos o, ayer, se haya efectuado un ataque terrorista en contra de un avión de pasajeros con la muerte de alrededor de 300 personas.
¿Ha pasado un siglo pero qué ha cambiado? ¿Acaso los medios de comunicación no llaman "accidente" al crimen en contra del avión comercial? ¿Acaso no hay voces que tratan de excusar el genocidio de los israelíes, mientras las voces de protesta se ahogan de mil y una maneras?
Cuanta razón habría que darles a quienes criticaron el crimen de la primera guerra mundial y adivinaron o supieron interpretar lo que se venía por detrás, Ortega y Gasset, entre varios; pero no, seguimos en lo mismo, con periodistas "empotrados", la mayoría de ellos, y libres los más pocos y condenados al silencio.
El recuerdo de las atrocidades cometidas por la guerra europea, más que mundial, puede que mueva algunas acciones de reflexión y hasta de revisión de la historia oficial; pero no llegará a más porque el sistema de desinformación que se mantiene en el planeta todavía nos hace consentir que el progreso no significa muerte y dolor, que si no eres un explotado por el sistema estás del otro lado: el de la impunidad y el crimen; que la felicidad no es más que la satisfacción media, mercado mediante, de las necesidades materiales con total y definitivo olvido de las espirituales.
Ni para qué recordar a los muertos e inválidos de esa contienda porque no viene al caso y ello no quiere decir que los soldados y civiles sacrificados no tengan valor sino que son parte de las víctimas que si, en ese entonces, se dieron en los campos de batalla donde se estrenaban el tanque o los varios tipos de ametralladoras, hoy se dan en la explotación de los recursos naturales, en la deforestación, en la contaminación, en la persistencia de explotación como la prostitución, la drogadicción, la marginalidad, la migración.
Han pasado cien años y no hemos aprendido.
Por lo que no resulta nada curioso que, paralelamente a ese recuerdo, se esté dando el genocidio israelí en contra e los palestinos o, ayer, se haya efectuado un ataque terrorista en contra de un avión de pasajeros con la muerte de alrededor de 300 personas.
¿Ha pasado un siglo pero qué ha cambiado? ¿Acaso los medios de comunicación no llaman "accidente" al crimen en contra del avión comercial? ¿Acaso no hay voces que tratan de excusar el genocidio de los israelíes, mientras las voces de protesta se ahogan de mil y una maneras?
Cuanta razón habría que darles a quienes criticaron el crimen de la primera guerra mundial y adivinaron o supieron interpretar lo que se venía por detrás, Ortega y Gasset, entre varios; pero no, seguimos en lo mismo, con periodistas "empotrados", la mayoría de ellos, y libres los más pocos y condenados al silencio.
El recuerdo de las atrocidades cometidas por la guerra europea, más que mundial, puede que mueva algunas acciones de reflexión y hasta de revisión de la historia oficial; pero no llegará a más porque el sistema de desinformación que se mantiene en el planeta todavía nos hace consentir que el progreso no significa muerte y dolor, que si no eres un explotado por el sistema estás del otro lado: el de la impunidad y el crimen; que la felicidad no es más que la satisfacción media, mercado mediante, de las necesidades materiales con total y definitivo olvido de las espirituales.
Ni para qué recordar a los muertos e inválidos de esa contienda porque no viene al caso y ello no quiere decir que los soldados y civiles sacrificados no tengan valor sino que son parte de las víctimas que si, en ese entonces, se dieron en los campos de batalla donde se estrenaban el tanque o los varios tipos de ametralladoras, hoy se dan en la explotación de los recursos naturales, en la deforestación, en la contaminación, en la persistencia de explotación como la prostitución, la drogadicción, la marginalidad, la migración.
Han pasado cien años y no hemos aprendido.
jueves, 17 de julio de 2014
LOS ENIGMAS DEL UNIVERSO
Cuando hablamos de los enigmas del universo generalmente nos referimos a cuántas estrellas habrán, cuántas galaxias, si hay vida como la que conocemos, si venimos del espacio o tratamos de ir hacia él, si los OVNI existen, si los cometas o meteoros pueden o no destruir nuestro planeta; pero casi nunca nos hacemos la pregunta básica y fundamental: ¿Quién soy?
Y al responder, o tratar de hacerlo, la cuestión implica algo más que el nombre o el abolengo o los ancestros pues supone también dar respuesta a ese íntimo deseo que nos mueve y por el que existimos: la inmortalidad, la trascendencia. Y, a su vez, esto quiere decir que hay que responder también a otras interrogantes también esenciales: ¿Existe el espíritu? Y, si existe, ¿Existe Dios? Y, si existe, ¿Quién es o como es?
Los llamados enigmas del universo empiezan pues con uno mismo y si no hemos sido capaces de responder al mandato presocrático de: conócete a ti mismo, nada podemos conseguir. Por eso es preocupante la situación en el planeta actual, donde casi todos nos movemos más bien por el placer y por al materialismo que por la revelación de nuestro ser más íntimo.
Estamos más preocupados por la nueva aparición de tal o cual artilugio del mercado que por ahondar en la relación familiar, de amigos o de nuestro papel en la sociedad, a la que tomamos como un simple agregado de personas.
Pero la duda persiste: ¿Quién soy? Y si quisiésemos contestar de acuerdo a informaciones que no siempre tienen su origen en nosotros mismos, tendríamos que tener en cuenta, al menos, el origen del hombre o las diversas teorías sobre su existencia. ¿Darwin tenía razón o no dijo más que disparates? ¿Somos de creación divina? ¿Pero de cuál divinidad? ¿Dónde nació la humanidad? ¿En el jardín del edén? ¿En tiwanaku?¿En los Himalayas? ¿Dónde? ¿Quién enseña actualmente la cosmogonía?
Porque de cosmogonía se trata, así sea la de la Biblia, de las tradiciones andinas, las budistas o cualquier otra; pero es un conocimiento que no sólo que ya no se lo da sino que son pocas las personas que lo buscan.
Y, antes que ver las estrellas, estos son los verdaderos enigmas del universo, es decir, empiezan con uno mismo, con la develación de su ego, con la trascendencia que ha fijado o no a su existencia, con su concepción de la inmortalidad y del espíritu. Y no se trata de saber al destino o la identidad del prójimo, del género sino de uno mismo, de yo. Que existo, que siento, que hago.
La próxima vez que nos agobien los enigmas del universo tratemos pues de responder empezando por nosotros mismos.
Y al responder, o tratar de hacerlo, la cuestión implica algo más que el nombre o el abolengo o los ancestros pues supone también dar respuesta a ese íntimo deseo que nos mueve y por el que existimos: la inmortalidad, la trascendencia. Y, a su vez, esto quiere decir que hay que responder también a otras interrogantes también esenciales: ¿Existe el espíritu? Y, si existe, ¿Existe Dios? Y, si existe, ¿Quién es o como es?
Los llamados enigmas del universo empiezan pues con uno mismo y si no hemos sido capaces de responder al mandato presocrático de: conócete a ti mismo, nada podemos conseguir. Por eso es preocupante la situación en el planeta actual, donde casi todos nos movemos más bien por el placer y por al materialismo que por la revelación de nuestro ser más íntimo.
Estamos más preocupados por la nueva aparición de tal o cual artilugio del mercado que por ahondar en la relación familiar, de amigos o de nuestro papel en la sociedad, a la que tomamos como un simple agregado de personas.
Pero la duda persiste: ¿Quién soy? Y si quisiésemos contestar de acuerdo a informaciones que no siempre tienen su origen en nosotros mismos, tendríamos que tener en cuenta, al menos, el origen del hombre o las diversas teorías sobre su existencia. ¿Darwin tenía razón o no dijo más que disparates? ¿Somos de creación divina? ¿Pero de cuál divinidad? ¿Dónde nació la humanidad? ¿En el jardín del edén? ¿En tiwanaku?¿En los Himalayas? ¿Dónde? ¿Quién enseña actualmente la cosmogonía?
Porque de cosmogonía se trata, así sea la de la Biblia, de las tradiciones andinas, las budistas o cualquier otra; pero es un conocimiento que no sólo que ya no se lo da sino que son pocas las personas que lo buscan.
Y, antes que ver las estrellas, estos son los verdaderos enigmas del universo, es decir, empiezan con uno mismo, con la develación de su ego, con la trascendencia que ha fijado o no a su existencia, con su concepción de la inmortalidad y del espíritu. Y no se trata de saber al destino o la identidad del prójimo, del género sino de uno mismo, de yo. Que existo, que siento, que hago.
La próxima vez que nos agobien los enigmas del universo tratemos pues de responder empezando por nosotros mismos.
miércoles, 16 de julio de 2014
VOTO EN CONTRA
Como en muchas partes nuevamente los electores bolivianos se enfrentan a una dura realidad; votar en contra, es decir, no por las virtudes, planes o características de los candidatos sino en contra de fulano o zutano.
No es primera vez que sucede y fue precisamente la autodenominada "clase política" que fue defenestrada por este tipo de voto, aunque se está dando modos para volver encubierta en una serie de aconchabamientos donde el transfugio es la característica que, se piensa, pasará desapercibido.
De otro lado, en una democracia de mercado como la que se nos ha impuesto mueven a risa las condiciones que se imponen no únicamente a la propaganda, y de las que seguramente nadie hará caso, sino también para el registro de los candidatos a quienes no se les exige idoneidad sino cuestiones menores.
Por lo que el sectarismo es ya una amenaza evidente que se irá agudizando ahora que las "alianzas" son tremendamente discutibles y donde se mezclan por igual militantes de los más variados espectros sin rubor alguno y sin que se les mueva un pelo. Que digan que trabajarán por esto o lo otro no es más que sofisma pues lo único que los mueve es trabajar por sí mismos y, por lo tanto, el bien común seguirá en el exilio, lo mismo que el socialismo del que tanto se llenan la boca derechistas como izquierdistas.
Pero, incluso, para el momento de votar la situación es harto incómoda porque el espectro para votar en contra es más amplio de lo que se cree. Se puede votar en contra del oficialismo por una variedad de razones y, entre ellas, su marcado sectarismo y tendencia a consolidarse como miembro de la "clase política"; pero donde más surgen motivos para votar en contra es cuando se ve la majadería de eso que se tiene como oposición y que no ha logrado ni siquiera consolidar un mínimo de condiciones para reclamar el voto a favor; si analizáramos a sus componentes no únicamente hay motivos morales para votar en contra de ellos sino también ideológicos que no es necesario aclarar pues la ciudadanía en general no es tan tonta como para caer en la trampa del simple antioficialismo.
Es tan pobre el panorama que hasta "resucitados" se han colado en las listas y pretenden sorprender.
Hasta el día de las votaciones, no elecciones, tiene el ciudadano común la ardua tarea de tener que discernir cuál voto en contra y contra quien va a utilizar.
No es primera vez que sucede y fue precisamente la autodenominada "clase política" que fue defenestrada por este tipo de voto, aunque se está dando modos para volver encubierta en una serie de aconchabamientos donde el transfugio es la característica que, se piensa, pasará desapercibido.
De otro lado, en una democracia de mercado como la que se nos ha impuesto mueven a risa las condiciones que se imponen no únicamente a la propaganda, y de las que seguramente nadie hará caso, sino también para el registro de los candidatos a quienes no se les exige idoneidad sino cuestiones menores.
Por lo que el sectarismo es ya una amenaza evidente que se irá agudizando ahora que las "alianzas" son tremendamente discutibles y donde se mezclan por igual militantes de los más variados espectros sin rubor alguno y sin que se les mueva un pelo. Que digan que trabajarán por esto o lo otro no es más que sofisma pues lo único que los mueve es trabajar por sí mismos y, por lo tanto, el bien común seguirá en el exilio, lo mismo que el socialismo del que tanto se llenan la boca derechistas como izquierdistas.
Pero, incluso, para el momento de votar la situación es harto incómoda porque el espectro para votar en contra es más amplio de lo que se cree. Se puede votar en contra del oficialismo por una variedad de razones y, entre ellas, su marcado sectarismo y tendencia a consolidarse como miembro de la "clase política"; pero donde más surgen motivos para votar en contra es cuando se ve la majadería de eso que se tiene como oposición y que no ha logrado ni siquiera consolidar un mínimo de condiciones para reclamar el voto a favor; si analizáramos a sus componentes no únicamente hay motivos morales para votar en contra de ellos sino también ideológicos que no es necesario aclarar pues la ciudadanía en general no es tan tonta como para caer en la trampa del simple antioficialismo.
Es tan pobre el panorama que hasta "resucitados" se han colado en las listas y pretenden sorprender.
Hasta el día de las votaciones, no elecciones, tiene el ciudadano común la ardua tarea de tener que discernir cuál voto en contra y contra quien va a utilizar.
martes, 15 de julio de 2014
ARRANCÓ EL CIRCO
Aunque es un decir, no hay duda que la "campaña electoral" tiene todas las licencias para dar curso al espectáculo y tratar de involucrar en él a los indiferentes o a los desinformados.
Porque basta ver cómo se las han apañado para presentar sus listas, unos y otros, para entender que el panorama, para el ciudadano común, es francamente decepcionante y sumamente obscuro.
La culpa la tienen tanto el oficialismo, que se ha convertido en otra"clase política" de las más tradicionales y esa majadería que se hace llamar oposición y que no atina ni ha atinado una.
Total, seguimos en las mismas triquiñuelas del partidismo y la politiquería donde lo que se busca no es el poder para servir sino para servirse de él. A tanto ha llegado esta situación que nos guste o no reconocerlo, tenemos varias republiquetas en el territorio nacional, donde se han asentado contrabandistas, narcotraficantes o evasores de impuestos que no sólo que no cumplen las leyes obligatorias, teóricamente para todos, sino que amenazan el poder constituido con la violencia.
Como en los viejos tiempos, hay sectores que no pagan y no quieren pagar impuestos so capa de diversos argumentos y sofismas, desde aquel de "gremialista" o "minorista" hasta los que creen que el Estado debe darles tales facilidades que todo sea ganancia, como es el caso de los mal llamados cooperativistas mineros.
Y de todas estas cosas, con seguridad, no se va a hablar en la campaña electoral porque no les conviene ni a unos ni a otros porque desnudaría que todavía tenemos esa Bolivia con privilegiados y olvidados, por mucho que haya un amplio tráfico entre ellos para aparecer como uno o como otros.
Lo del cambio, finalmente, ha quedado en simple sustitución. Si bien es cierto que se han iniciado una serie de proyectos industriales, mientras persista este ambiente de desigualdad e injusticia, no tienen sentido porque no contribuyen el bien común, a la colectividad.
Mucho barullo se ha hecho con la confección de las listas de candidatos para caer en lo mismo: falta de representatividad; pues pueden tener representación, aunque se a de sectores pequeños y hasta insignificantes u onerosos pero no representan los intereses de la patria, de la democracia, del porvenir.
Habría que buscar con lupa alguna excepción y, tal vez, no la hallaríamos pues el transfugio y el paracaidismo siguen siendo la tónica para hacerse acreedor a un lugar en las listas, que nada tienen que ver ni con el ciudadano ni con la patria.
Porque basta ver cómo se las han apañado para presentar sus listas, unos y otros, para entender que el panorama, para el ciudadano común, es francamente decepcionante y sumamente obscuro.
La culpa la tienen tanto el oficialismo, que se ha convertido en otra"clase política" de las más tradicionales y esa majadería que se hace llamar oposición y que no atina ni ha atinado una.
Total, seguimos en las mismas triquiñuelas del partidismo y la politiquería donde lo que se busca no es el poder para servir sino para servirse de él. A tanto ha llegado esta situación que nos guste o no reconocerlo, tenemos varias republiquetas en el territorio nacional, donde se han asentado contrabandistas, narcotraficantes o evasores de impuestos que no sólo que no cumplen las leyes obligatorias, teóricamente para todos, sino que amenazan el poder constituido con la violencia.
Como en los viejos tiempos, hay sectores que no pagan y no quieren pagar impuestos so capa de diversos argumentos y sofismas, desde aquel de "gremialista" o "minorista" hasta los que creen que el Estado debe darles tales facilidades que todo sea ganancia, como es el caso de los mal llamados cooperativistas mineros.
Y de todas estas cosas, con seguridad, no se va a hablar en la campaña electoral porque no les conviene ni a unos ni a otros porque desnudaría que todavía tenemos esa Bolivia con privilegiados y olvidados, por mucho que haya un amplio tráfico entre ellos para aparecer como uno o como otros.
Lo del cambio, finalmente, ha quedado en simple sustitución. Si bien es cierto que se han iniciado una serie de proyectos industriales, mientras persista este ambiente de desigualdad e injusticia, no tienen sentido porque no contribuyen el bien común, a la colectividad.
Mucho barullo se ha hecho con la confección de las listas de candidatos para caer en lo mismo: falta de representatividad; pues pueden tener representación, aunque se a de sectores pequeños y hasta insignificantes u onerosos pero no representan los intereses de la patria, de la democracia, del porvenir.
Habría que buscar con lupa alguna excepción y, tal vez, no la hallaríamos pues el transfugio y el paracaidismo siguen siendo la tónica para hacerse acreedor a un lugar en las listas, que nada tienen que ver ni con el ciudadano ni con la patria.
lunes, 14 de julio de 2014
SIN NOVEDADES
Ha terminado una versión más del fútbol profesional y comercial si novedades pues estaba visto que Alemania tenía las mejores opciones de campeonar, seguida de Holanda, y que los latinoamericanos no teníamos más candidatos que la esperanza y un milagro.
Pasada la "fiebre mundialista" que generalmente sirve para apartar nuestra mirada de otros problemas mundiales más graves, hay que ver lo que está sucediendo con Israel y su permanente agresión a los árabes y que, aunque usted no lo crea, cuenta con el visto bueno de los "grandes" pues de otro modo ya se habría elevado el grito al cielo.
Lo malo del diario acontecer de la tierra es eso: sin novedad. Porque ya no es ninguna que los fuertes ataquen a los débiles, que el deporte se haya convertido en un negocio más y con muchas sospechas de toda clase de suciedades, o que la "noticias" repetidas se hagan tan cotidianas que ya no llamen la atención de nadie. Que se ha descubierto que existe contrabando de armas nucleares, que se ha comprobado que también se comercia con bacilos y virus que debieron haberse destruido hace tiempo, que la medicina tiene un doloroso costo económico para los que tienen y los que no; ya no llaman la atención; lo mismo que fulano le haya machacado las costillas a su concubina, mujer o esposa o que alguna representante del "sexo débil" haya hecho lo mismo con su acompañante eventual o permanente. Ya no es noticia y apenas sirve para que la prensa amarilla saque ventaja económica del morbo de la gente.
Que los bolivianos no podemos explotar convenientemente ni el litio ni el hierro, porque no tenemos tecnología o que nuestros más caros sueños se han convertido en pesadillas, como Misicuni, tampoco ya son noticia y si sirve de algo es para ver lo que dicen los que no saben y los que sí. Porque la tecnología, lo mismo que la inversión, se ha convertido en otro dogal de dependencia porque nuestras universidades se han encerrado tanto en su sectarismo partidista y politiquero que apenas le prestan atención a la ciencia y la tecnología y, consiguientemente, no tenemos profesionales preparados para emprender la explotación soberana de nuestros recursos naturales. A tanto llega el colonialismo, que hasta en la propaganda comercial todavía llama la atención que un sujeto con acento gringo promueva tal o cual afeite o cosmético o que tal o cual cosa sea el elixir de moda, por mucho que se hable de descolonización y otras demagogias.
Ni en el fútbol ni en nada existen pues novedades.
Pasada la "fiebre mundialista" que generalmente sirve para apartar nuestra mirada de otros problemas mundiales más graves, hay que ver lo que está sucediendo con Israel y su permanente agresión a los árabes y que, aunque usted no lo crea, cuenta con el visto bueno de los "grandes" pues de otro modo ya se habría elevado el grito al cielo.
Lo malo del diario acontecer de la tierra es eso: sin novedad. Porque ya no es ninguna que los fuertes ataquen a los débiles, que el deporte se haya convertido en un negocio más y con muchas sospechas de toda clase de suciedades, o que la "noticias" repetidas se hagan tan cotidianas que ya no llamen la atención de nadie. Que se ha descubierto que existe contrabando de armas nucleares, que se ha comprobado que también se comercia con bacilos y virus que debieron haberse destruido hace tiempo, que la medicina tiene un doloroso costo económico para los que tienen y los que no; ya no llaman la atención; lo mismo que fulano le haya machacado las costillas a su concubina, mujer o esposa o que alguna representante del "sexo débil" haya hecho lo mismo con su acompañante eventual o permanente. Ya no es noticia y apenas sirve para que la prensa amarilla saque ventaja económica del morbo de la gente.
Que los bolivianos no podemos explotar convenientemente ni el litio ni el hierro, porque no tenemos tecnología o que nuestros más caros sueños se han convertido en pesadillas, como Misicuni, tampoco ya son noticia y si sirve de algo es para ver lo que dicen los que no saben y los que sí. Porque la tecnología, lo mismo que la inversión, se ha convertido en otro dogal de dependencia porque nuestras universidades se han encerrado tanto en su sectarismo partidista y politiquero que apenas le prestan atención a la ciencia y la tecnología y, consiguientemente, no tenemos profesionales preparados para emprender la explotación soberana de nuestros recursos naturales. A tanto llega el colonialismo, que hasta en la propaganda comercial todavía llama la atención que un sujeto con acento gringo promueva tal o cual afeite o cosmético o que tal o cual cosa sea el elixir de moda, por mucho que se hable de descolonización y otras demagogias.
Ni en el fútbol ni en nada existen pues novedades.
domingo, 13 de julio de 2014
"LENGUAJE UNIVERSITARIO"
Uno de los signos más evidentes de la mediocridad en que se desenvuelve la Universidad, según quienes postulan repensarla, es el lenguaje. Se ha creado, o se intenta hacerlo, una supuesta forma de lenguaje universitario que nada tiene que ver ni con la ciencia, la tecnología o la investigación. Entonces, aparecen como formas de éste, por ejemplo, "implementar", que se usa a troche y moche y venga o no venga al caso, "aperturar", por abrir, "recepcionar" por recibir y muchas otras formas de querer aparentar lo que, en fin de cuentas, no se tiene: formación científica que, forzosamente, debe traducirse particularmente en el uso correcto del lenguaje.
Pero lo que más sorprende es que tanto catedráticos, como alumnos sigan utilizando algunos términos pésimamente, como aquello de Estado, confundiéndolo con el simple gobierno, o indígena, como sinónimo de campesino o lo que fuera. Porque está demostrando que la formación universitaria sigue fallando y ha fallado y, es más, se ha hecho todo un fraude que se muestra hasta por la forma de desconocer las reglas de la lengua o en su deformación.
Antiguamente se decía: habla en difícil y verás que causas sensación. Algo de esto ha ido sucediendo con los que entraron a la Universidad y salieron de ella sin haberla entendido ni empapado de su papel y de su poder. ¿Cuántos hay que aferrados simplemente a su cartón, en que se ha inscrito un título, se pavonean sin saber de la misa la media? Pues son la mayoría.
Es tanta la sofistería, y no decimos sofisticación para no dar pábulo a otra confusión, en el supuesto lenguaje universitario que basta escuchar algunos conferencistas para saber que cuanto más difícil se habla, menos se entiende pero, curiosamente, más se aplaude. Lo que nos recuerda un episodio que se dio en en la universidad local, San Simón, en ocasión de la llegada de un catedrático chileno para explicar la llegada del cometa Halley y que nos contara otro de los involucrados, el Dr. Hartmann, pues resulta que cuanto más esfuerzos hacía el sujeto para explicarse, más asombro causaba entre los asistentes y, lógicamente, confusión; hasta que cansado de tan mal espectáculo se decidió a intervenir y lo hizo de manera tan magistral y efectiva que no sólo se entendió perfectamente el fenómeno cósmico sino que hizo olvidar completamente al invitado que tuvo que salir con el rabo entre las piernas.
Gracias al cientificismo, existen pocos componentes de la Universidad capaces de explicarse claramente y en lenguaje correcto y mientras siga así, seguiremos en las sombras de la ignorancia.
Pero lo que más sorprende es que tanto catedráticos, como alumnos sigan utilizando algunos términos pésimamente, como aquello de Estado, confundiéndolo con el simple gobierno, o indígena, como sinónimo de campesino o lo que fuera. Porque está demostrando que la formación universitaria sigue fallando y ha fallado y, es más, se ha hecho todo un fraude que se muestra hasta por la forma de desconocer las reglas de la lengua o en su deformación.
Antiguamente se decía: habla en difícil y verás que causas sensación. Algo de esto ha ido sucediendo con los que entraron a la Universidad y salieron de ella sin haberla entendido ni empapado de su papel y de su poder. ¿Cuántos hay que aferrados simplemente a su cartón, en que se ha inscrito un título, se pavonean sin saber de la misa la media? Pues son la mayoría.
Es tanta la sofistería, y no decimos sofisticación para no dar pábulo a otra confusión, en el supuesto lenguaje universitario que basta escuchar algunos conferencistas para saber que cuanto más difícil se habla, menos se entiende pero, curiosamente, más se aplaude. Lo que nos recuerda un episodio que se dio en en la universidad local, San Simón, en ocasión de la llegada de un catedrático chileno para explicar la llegada del cometa Halley y que nos contara otro de los involucrados, el Dr. Hartmann, pues resulta que cuanto más esfuerzos hacía el sujeto para explicarse, más asombro causaba entre los asistentes y, lógicamente, confusión; hasta que cansado de tan mal espectáculo se decidió a intervenir y lo hizo de manera tan magistral y efectiva que no sólo se entendió perfectamente el fenómeno cósmico sino que hizo olvidar completamente al invitado que tuvo que salir con el rabo entre las piernas.
Gracias al cientificismo, existen pocos componentes de la Universidad capaces de explicarse claramente y en lenguaje correcto y mientras siga así, seguiremos en las sombras de la ignorancia.
sábado, 12 de julio de 2014
CANDIDATOS Y CANDIDITOS
Una vez más la democracia de mercado nos ha demostrado que los electores somos los convidados de piedra de partidos y sectores en pugna por hacerse de los ambientes palaciegos.
Muchas veces se ha escuchado que los candidatos a presentar saldrían de consultas previas y hasta primarias; pero nada de ello ha sucedido. Lo mismo que se acusa a los de la oposición, de elegir entre unos pocos, se hace al oficialismo cuyo líder, al final, es quien da el visto bueno que le presentan los"sectores sociales".
Total, ya se han elegido los uninominales y plurinominales que, igual, serán votados por consigna, desinformación o al azar porque racionalmente no se puede hacer. Lo peor de este panorama es que se toma a los electores para tratar de consolidar un sistema exageradamente sectario que está a años luz del bien común, del socialismo del que tanto se llenan la boca unos y otros. El daño, por lo tanto, no se hace únicamente al proceso electoral en sí sino a la democracia.
Este sectarismo nos recuerda mucho a Hitler y Mussolini, quienes no pudieron sostener el corporativismo que se basaba en la solidaridad social, en el fortalecimiento de instituciones profesionales con poder económico y político y, al final, fracasaron. Como muchos otros intentos que se dieron en la tierra y que terminaron en oligarquías, plutocracias y neofeudalismo.
Como se machaca y machaca sobre la autoregulación del mercado, algo que ha rebatido completamente el premio Nobel de economía Nash, se hace lo mismo en la democracia de mercado, donde se le hace consentir al elector que el privilegiado es él, que él elige y vota y, por tanto, el único beneficiado. Pero la cruda realidad nos muestra que el ciudadano común es un exiliado más, un paria, un sirviente de las estadísticas que se pueden presentar de mil y un modos.
Ni hemos tenido que ver con la elección de los candidatos ni tendremos que ver con la elección de quienes irrumpirán en los palacios, Por mucho que votemos en blanco o nulo ya los tribunales respectivos se darán modos para hacernos ver que sí votamos y que el voto vale; aunque sea sólo como papel higiénico.
Y así como no tenemos que ver son "sectores sociales", sindicatos o lo que fuere, tampoco tenemos que ver con este proceso de democracia de mercado que, una vez más, se nos ha impuesto por los que se dicen opositores como por el oficialismo.
Muchas veces se ha escuchado que los candidatos a presentar saldrían de consultas previas y hasta primarias; pero nada de ello ha sucedido. Lo mismo que se acusa a los de la oposición, de elegir entre unos pocos, se hace al oficialismo cuyo líder, al final, es quien da el visto bueno que le presentan los"sectores sociales".
Total, ya se han elegido los uninominales y plurinominales que, igual, serán votados por consigna, desinformación o al azar porque racionalmente no se puede hacer. Lo peor de este panorama es que se toma a los electores para tratar de consolidar un sistema exageradamente sectario que está a años luz del bien común, del socialismo del que tanto se llenan la boca unos y otros. El daño, por lo tanto, no se hace únicamente al proceso electoral en sí sino a la democracia.
Este sectarismo nos recuerda mucho a Hitler y Mussolini, quienes no pudieron sostener el corporativismo que se basaba en la solidaridad social, en el fortalecimiento de instituciones profesionales con poder económico y político y, al final, fracasaron. Como muchos otros intentos que se dieron en la tierra y que terminaron en oligarquías, plutocracias y neofeudalismo.
Como se machaca y machaca sobre la autoregulación del mercado, algo que ha rebatido completamente el premio Nobel de economía Nash, se hace lo mismo en la democracia de mercado, donde se le hace consentir al elector que el privilegiado es él, que él elige y vota y, por tanto, el único beneficiado. Pero la cruda realidad nos muestra que el ciudadano común es un exiliado más, un paria, un sirviente de las estadísticas que se pueden presentar de mil y un modos.
Ni hemos tenido que ver con la elección de los candidatos ni tendremos que ver con la elección de quienes irrumpirán en los palacios, Por mucho que votemos en blanco o nulo ya los tribunales respectivos se darán modos para hacernos ver que sí votamos y que el voto vale; aunque sea sólo como papel higiénico.
Y así como no tenemos que ver son "sectores sociales", sindicatos o lo que fuere, tampoco tenemos que ver con este proceso de democracia de mercado que, una vez más, se nos ha impuesto por los que se dicen opositores como por el oficialismo.
viernes, 11 de julio de 2014
EDUCACIÓN Y SALUD
Por mucho que se haga, los temas pendientes de nuestros países seguirán siendo la educación y la salud, porque no nos animamos a develar lo que en realidad ocurre diariamente.
A raíz de las muerte de trillizos en la caja de salud de Cochabamba, se ha vuelto a poner en entredicho la atención profesional en los nosocomios que no es algo raro sino que se ha hecho frecuente: la pésima calidad de varios profesionales que asisten sólo para cumplir un horario o un cupo y después marcharse.
Como siempre, para defender estas malas prácticas las autoridades respectivas repiten la misma cantinela: necesitamos más infraestructura, no hay profesionales especializados, los ítemes no abastecen y otras excusas que vamos arrastrando desde siempre.
Pero, lo mismo que en la educación, no sólo se trata de eso sino de calidad. ¿De qué serviría tener toda la infraestructura necesaria, los profesionales debidos e ítemes en abundancia si la calidad de los galenos sigue siendo como dijo alguno, entre malos y buenos? Porque de nada vale tener toda la tecnología de punta, los últimos avances en terapéutica si no hay formación clínica o pedagógica entre quienes ganan un salario y no le sirven al sistema.
Puede un médico hacer mucho, lo mismo que un profesor, con sólo dedicarle lo mejor de sí al paciente o al estudiante; lo mismo que no aporta absolutamente nada otro henchido simplemente de títulos o grados que nada valen en la práctica profesional. Y hay una diferencia abismal entre ambos.
Y, como en todo país pobre, los sistemas de educación y salud son los más caros, sean públicos o privados, pues no sólo hay que tener en cuenta los costos en sí sino también el desperdicio que se hace en la contratación de los que no aportan al sistema y se contentan con rascarse la panza.
Dejémonos pues de sofismas de infraestructura, equipamiento o lo que fuera y encaremos la cuestión desde la calidad del profesional que no puede seguir la regla aquella que en la viña del Señor hay de todo sino que debe regirse por la aristocracia, la idoneidad, el espíritu de servicio.
Mientras sigamos aferrados a las excusas de siempre, seguiremos teniendo muertos o inválidos como producto de la mala práctica de la medicina, como jóvenes que no saben leer, escriben peor y no tienen razonamiento lógico en la educación. Miremos las cosas como debe hacerse y es necesario recuperar la misión tanto del médico como del educador.
A raíz de las muerte de trillizos en la caja de salud de Cochabamba, se ha vuelto a poner en entredicho la atención profesional en los nosocomios que no es algo raro sino que se ha hecho frecuente: la pésima calidad de varios profesionales que asisten sólo para cumplir un horario o un cupo y después marcharse.
Como siempre, para defender estas malas prácticas las autoridades respectivas repiten la misma cantinela: necesitamos más infraestructura, no hay profesionales especializados, los ítemes no abastecen y otras excusas que vamos arrastrando desde siempre.
Pero, lo mismo que en la educación, no sólo se trata de eso sino de calidad. ¿De qué serviría tener toda la infraestructura necesaria, los profesionales debidos e ítemes en abundancia si la calidad de los galenos sigue siendo como dijo alguno, entre malos y buenos? Porque de nada vale tener toda la tecnología de punta, los últimos avances en terapéutica si no hay formación clínica o pedagógica entre quienes ganan un salario y no le sirven al sistema.
Puede un médico hacer mucho, lo mismo que un profesor, con sólo dedicarle lo mejor de sí al paciente o al estudiante; lo mismo que no aporta absolutamente nada otro henchido simplemente de títulos o grados que nada valen en la práctica profesional. Y hay una diferencia abismal entre ambos.
Y, como en todo país pobre, los sistemas de educación y salud son los más caros, sean públicos o privados, pues no sólo hay que tener en cuenta los costos en sí sino también el desperdicio que se hace en la contratación de los que no aportan al sistema y se contentan con rascarse la panza.
Dejémonos pues de sofismas de infraestructura, equipamiento o lo que fuera y encaremos la cuestión desde la calidad del profesional que no puede seguir la regla aquella que en la viña del Señor hay de todo sino que debe regirse por la aristocracia, la idoneidad, el espíritu de servicio.
Mientras sigamos aferrados a las excusas de siempre, seguiremos teniendo muertos o inválidos como producto de la mala práctica de la medicina, como jóvenes que no saben leer, escriben peor y no tienen razonamiento lógico en la educación. Miremos las cosas como debe hacerse y es necesario recuperar la misión tanto del médico como del educador.
jueves, 10 de julio de 2014
RECUPERAR ESTILOS
El fracaso del Brasil en el mundial de fútbol comercial, la eliminación de otros seleccionados sudamericanos y la precariedad con que los argentinos enfrentarán a Alemania, debe servir para reflexionar sobre este deporte que, si vemos algunos signos, no da ya más así como está, es decir, en manos de comerciantes y negociantes de toda laya que no sólo le quitan su calidad de práctica deportiva sino que siembran sospechas de corrupción e inmoralidad por doquier.
Lo fundamental es recuperar el fútbol para el deporte y, en este caso, para rescatar también los diferentes estilos con que se jugaba en el Río de La Plata o el Brasil, para señalar dos grandes tendencias. Ese fulbito de toques hacia atrás, a los lados y de simple control del balón, no le hace bien al "jogo bonito" con que nuestro vecino se hizo varias veces campeón de la mano no únicamente de Pelé sino también de Garrincha, de Sócrates y muchos otros; o sea, hay que abandonar el estilo europeo para revivir el latinoamericano porque, de otra manera, seguiremos con ese aburrimiento que rara vez no se da cuando vemos los partidos por la televisión.
El éxodo de jugadores hacia el "viejo continente" no debe traducirse en una pérdida de su identidad como latinoamericanos y, por el contrario, en el asentamiento de un estilo que muchas veces ha sido reconocido y ha dado sus frutos en los campeonatos europeos, hasta que los directores técnicos se dejaron llevar por el fútbol de resultados, aburrido y tedioso, en lugar de incidir más y mejor en el espectáculo mismo.
Por lo demás, la caída de España en este último torneo debe servir para lo mismo entre los europeos porque si bien Alemania y Holanda dan la cara, no se puede decir que tengan un modelo estrictamente del corte de que hablamos y se caracterizan más bien por una dinámica que nos está indicando que el camino de la superación del fútbol mundial está en la recuperación de viejos estilos y no en la reiteración del soporífero modelo actual del fulbito con pases cortos, hacia atrás y esperando a ver si alguien se anima a patear al arco.
Cuan diferente de los mundiales donde el espectáculo no sólo estaba en las selecciones en sí mismas sino en sus protagonistas que hacían las delicias y el asombro de los espectadores, como las jugadas de Pelé, de Garrincha, el señorío de los medios o defensas uruguayos y hasta las habilidades aisladas que podían exhibir colombianos, ecuatorianos, bolivianos o peruanos.
Hay que rescatar el fútbol no del comercio, simplemente, sino de ese tedio que se ha apoderado de las manos de técnicos europeos que juegan por sus salarios y no por el deporte en sí.
Lo fundamental es recuperar el fútbol para el deporte y, en este caso, para rescatar también los diferentes estilos con que se jugaba en el Río de La Plata o el Brasil, para señalar dos grandes tendencias. Ese fulbito de toques hacia atrás, a los lados y de simple control del balón, no le hace bien al "jogo bonito" con que nuestro vecino se hizo varias veces campeón de la mano no únicamente de Pelé sino también de Garrincha, de Sócrates y muchos otros; o sea, hay que abandonar el estilo europeo para revivir el latinoamericano porque, de otra manera, seguiremos con ese aburrimiento que rara vez no se da cuando vemos los partidos por la televisión.
El éxodo de jugadores hacia el "viejo continente" no debe traducirse en una pérdida de su identidad como latinoamericanos y, por el contrario, en el asentamiento de un estilo que muchas veces ha sido reconocido y ha dado sus frutos en los campeonatos europeos, hasta que los directores técnicos se dejaron llevar por el fútbol de resultados, aburrido y tedioso, en lugar de incidir más y mejor en el espectáculo mismo.
Por lo demás, la caída de España en este último torneo debe servir para lo mismo entre los europeos porque si bien Alemania y Holanda dan la cara, no se puede decir que tengan un modelo estrictamente del corte de que hablamos y se caracterizan más bien por una dinámica que nos está indicando que el camino de la superación del fútbol mundial está en la recuperación de viejos estilos y no en la reiteración del soporífero modelo actual del fulbito con pases cortos, hacia atrás y esperando a ver si alguien se anima a patear al arco.
Cuan diferente de los mundiales donde el espectáculo no sólo estaba en las selecciones en sí mismas sino en sus protagonistas que hacían las delicias y el asombro de los espectadores, como las jugadas de Pelé, de Garrincha, el señorío de los medios o defensas uruguayos y hasta las habilidades aisladas que podían exhibir colombianos, ecuatorianos, bolivianos o peruanos.
Hay que rescatar el fútbol no del comercio, simplemente, sino de ese tedio que se ha apoderado de las manos de técnicos europeos que juegan por sus salarios y no por el deporte en sí.
miércoles, 9 de julio de 2014
LA RETIRADA DE CHILE II
En verdad, esto del toque de retirada ordenado por la presidenta de La Moneda a su diplomacia, da pábulo a muchos comentarios; de los jurídicos no nos vamos a ocupar puesto que no sabemos en qué consisten y lo más probable es que se trate simplemente de "chicanas", es decir, incidentalismos que no tienen que ver con el fondo del asunto sino con la única intención de dilatar el proceso hasta donde se pueda.
Pero políticamente es un desacierto de marca mayor porque con esta actitud Chile renuncia al concierto internacional donde se tienen varios tratados que obligan a los Estados a una convivencia pacífica y civilizada; ni para qué siquiera citar cuales porque hay muchos.
De otro lado, ahora sí parece que la reunión de Bachelet con Obama, hace apenas unos días, sí tuvo que ver con esta decisión pues, a su regreso, se produce el anuncio y tiene que haber cierto respaldo; lo que supone confirmar que la oligarquía chilena no es más que intermediaria entre los intereses de otros que se quieren imponer de distinta manera y la pobreza de su propio pueblo que se enmascara de muchas maneras pero que nos recuerdan constantemente los mapuches, los estudiantes y otros sectores de su población.
Curiosamente, por decir algo, mientras Chile pugna porque se reconozca el Tratado de 1904 como válido y vigente, desconoce muchos otros del concierto internacional, como el de Bogotá, lo que nos da una idea exacta de su desconcierto, de su falta de argumentos históricos, jurídicos y, especialmente, morales para sostener una invasión que no fue más que una acción de piratería al estilo de Drake y otros de la época de los filibusteros.
Pero lo que más destapa la actitud de la diplomacia de La Moneda, es difícil decir que sea chilena porque una cosa es el pueblo y otra la oligarquía, es su hipocresía; ya no sólo con las posiciones ideológicas sino también con sus vecinos y, supuestos, hermanos en el subcontinente. Si bien es cierto que siempre ha dejado un cierto sabor de servilismo y de insolidaridad latinoamericana, la renuncia a La Haya, es una confirmación de esa hipocresía y, por tanto, su falta de espíritu latinoamericano, de adhesión a la Patria Grande, a la tierra misma donde se asienta.
Por lo demás, y paradójicamente, da cuenta de una actitud donde lo que menos les vale es lo que dicen los tratados que se firman, así sea por la fuerza, como en el caso de la invasión violenta a Bolivia, por encargo de los intereses ingleses.
¿A dónde va la oligarquía chilena?
Pero políticamente es un desacierto de marca mayor porque con esta actitud Chile renuncia al concierto internacional donde se tienen varios tratados que obligan a los Estados a una convivencia pacífica y civilizada; ni para qué siquiera citar cuales porque hay muchos.
De otro lado, ahora sí parece que la reunión de Bachelet con Obama, hace apenas unos días, sí tuvo que ver con esta decisión pues, a su regreso, se produce el anuncio y tiene que haber cierto respaldo; lo que supone confirmar que la oligarquía chilena no es más que intermediaria entre los intereses de otros que se quieren imponer de distinta manera y la pobreza de su propio pueblo que se enmascara de muchas maneras pero que nos recuerdan constantemente los mapuches, los estudiantes y otros sectores de su población.
Curiosamente, por decir algo, mientras Chile pugna porque se reconozca el Tratado de 1904 como válido y vigente, desconoce muchos otros del concierto internacional, como el de Bogotá, lo que nos da una idea exacta de su desconcierto, de su falta de argumentos históricos, jurídicos y, especialmente, morales para sostener una invasión que no fue más que una acción de piratería al estilo de Drake y otros de la época de los filibusteros.
Pero lo que más destapa la actitud de la diplomacia de La Moneda, es difícil decir que sea chilena porque una cosa es el pueblo y otra la oligarquía, es su hipocresía; ya no sólo con las posiciones ideológicas sino también con sus vecinos y, supuestos, hermanos en el subcontinente. Si bien es cierto que siempre ha dejado un cierto sabor de servilismo y de insolidaridad latinoamericana, la renuncia a La Haya, es una confirmación de esa hipocresía y, por tanto, su falta de espíritu latinoamericano, de adhesión a la Patria Grande, a la tierra misma donde se asienta.
Por lo demás, y paradójicamente, da cuenta de una actitud donde lo que menos les vale es lo que dicen los tratados que se firman, así sea por la fuerza, como en el caso de la invasión violenta a Bolivia, por encargo de los intereses ingleses.
¿A dónde va la oligarquía chilena?
martes, 8 de julio de 2014
LA RETIRADA DE CHILE
La Casa de La Moneda ordenó la retirada ante la ofensiva boliviana en la Corte Internacional de La Haya. Y es que era de prever porque no hay argumentos jurídicos, históricos o de cualquier índole, incluyendo los de la piratería, que sostengan la invasión a nuestro territorio y posterior enclaustramiento. Por lo tanto, la retirada es la única opción.
Ahora, impugnar quiere decir, contradecir, refutar; lo que nos lleva a que debe ser tan endeble el sustento jurídico que presente la cancillería chilena que, en justicia, el proceso pueda continuar incluso en ausencia de la diplomacia o el gobierno chileno.
La decisión, en verdad, tiene interesantes aristas, aparte de la falta de sustento histórico o jurídico, pues nos asegura el convencimiento que la oligarquía chilena a sirve lo mismo a otros intereses desde la izquierda o la derecha; lo que tiene que producir el desencanto de algunos que creían que un gobierno "socialista", como si el socialismo fuese propio sólo de algún sector, tenía que solidarizarse con otro ídem.
Por lo demás, basta tener una copia del Tratado de 1904, leerlo correctamente, para convenir que no sólo fue impuesto por la fuerza sino que nunca se cumplió y, por lo tanto, es urgentemente revisable. Que es, precisamente, lo que no quiere la oligarquía chilena pues quedaría al desnudo todo el papel que ha jugado en la América Latina y en todos los tiempos.
Aunque habría que tener también una copia de los alegatos presentados o por presentarse en la impugnación, lo que queda claro es que la justicia, la veracidad de la posición boliviana y el despropósito histórico que se quiere seguir manteniendo, no tienen más vida que la mentira y ya no es sostenible.
Por lo tanto, hay que seguir presentando la demanda de reivindicación histórica, territorial y marítima en cuanto foro internacional sea posible y hay que rescatar las resoluciones de varios organismos internacionales que ya, en alguna oportunidad, se pronunciaron al respecto y siempre se trató de echar polvos del olvido al asunto.
Independientemente de la actuación de La Haya, que puede aceptar o rechazar la impugnación, lo que corresponde es fortalecer la ofensiva diplomática y, mientras tanto, buscar los mecanismos necesarios para prescindir de los puertos de Arica y otros para desviarlos hacia Ilo o, incluso, hacia los del Atlántico.
Ahora, impugnar quiere decir, contradecir, refutar; lo que nos lleva a que debe ser tan endeble el sustento jurídico que presente la cancillería chilena que, en justicia, el proceso pueda continuar incluso en ausencia de la diplomacia o el gobierno chileno.
La decisión, en verdad, tiene interesantes aristas, aparte de la falta de sustento histórico o jurídico, pues nos asegura el convencimiento que la oligarquía chilena a sirve lo mismo a otros intereses desde la izquierda o la derecha; lo que tiene que producir el desencanto de algunos que creían que un gobierno "socialista", como si el socialismo fuese propio sólo de algún sector, tenía que solidarizarse con otro ídem.
Por lo demás, basta tener una copia del Tratado de 1904, leerlo correctamente, para convenir que no sólo fue impuesto por la fuerza sino que nunca se cumplió y, por lo tanto, es urgentemente revisable. Que es, precisamente, lo que no quiere la oligarquía chilena pues quedaría al desnudo todo el papel que ha jugado en la América Latina y en todos los tiempos.
Aunque habría que tener también una copia de los alegatos presentados o por presentarse en la impugnación, lo que queda claro es que la justicia, la veracidad de la posición boliviana y el despropósito histórico que se quiere seguir manteniendo, no tienen más vida que la mentira y ya no es sostenible.
Por lo tanto, hay que seguir presentando la demanda de reivindicación histórica, territorial y marítima en cuanto foro internacional sea posible y hay que rescatar las resoluciones de varios organismos internacionales que ya, en alguna oportunidad, se pronunciaron al respecto y siempre se trató de echar polvos del olvido al asunto.
Independientemente de la actuación de La Haya, que puede aceptar o rechazar la impugnación, lo que corresponde es fortalecer la ofensiva diplomática y, mientras tanto, buscar los mecanismos necesarios para prescindir de los puertos de Arica y otros para desviarlos hacia Ilo o, incluso, hacia los del Atlántico.
lunes, 7 de julio de 2014
DEBATES, DEBATES
Es increíble cómo la democracia de mercado trata de distraer la atención de la gente por medio del espectáculo. Porque eso es lo que se trata de armar, un probable debate, y que no sólo que no es tal sino que es un insulto a la inteligencia de las personas.
Hasta ahora, en el mundo, no ha habido más que un espectáculo de estos que podía llamársele debate y fue cuando Kennedy se postulaba a su primer mandato; después todo fue frustración y burla. Por eso es que cuando los candidatos dicen que quieren debatir, suelte la risa lo más que pueda; ¿de qué van a debatir si no tienen las ideas claras? ¿Intercambiar adjetivos o insultos es debate? Lo único que hace uno de estos espectáculos, en verdad, es revelar el grado de ignorancia de las personas y de aguante del público que se anima a verlos, porque hay que tener un buen hígado para hacerlo.
Por lo demás, se ha hecho costumbre que los "analistas", moderadores o personajillos de los medios intenten robarse el protagonismo y quieran ser el centro del espectáculo; lo que, a veces, consiguen por la poca información que tienen los espectadores.
Bueno fuera debatir de cara al pueblo; no sobre el cuoteo de la administración pública o el listado incoherente que se ha tomado como programa de gobierno, sino sobre un proyecto nacional o regional que nos haga ver qué es lo que piensan los candidatos respecto a la nación, al Estado y a la proyección de este en el concierto internacional.
A este nivel nadie ha llegado ni interna ni externamente y a lo que se limitan los candidatos foráneos o propios es a verter amenazas o promesas sin ton ni son, sin coherencia ni con la realidad ni con la política y de eso se hacen eco los medios para tratar de cobrar y vender mejor porque tampoco hay que olvidar que existen preferencias o manipulaciones y así el tonto puede tener más espacio y tiempo para decir sus tonteras, que el inteligente o preparado; aunque en politiquería francamente no los hay.
El "debate" es pues un espectáculo más de la democracia de mercado o del mercado a secas y por mucho que se diera entre teóricos y especuladores no tendría trascendencia alguna porque nada tiene que ver con la realidad.
Mejor sería preguntar, y para esto no se necesita espectáculo, qué piensan hacer los candidatos respecto al contrabando, la informalidad, la piratería, la evasión de impuestos, las subvenciones a determinados artículos y las preferencias a algunos sectores.
Hasta ahora, en el mundo, no ha habido más que un espectáculo de estos que podía llamársele debate y fue cuando Kennedy se postulaba a su primer mandato; después todo fue frustración y burla. Por eso es que cuando los candidatos dicen que quieren debatir, suelte la risa lo más que pueda; ¿de qué van a debatir si no tienen las ideas claras? ¿Intercambiar adjetivos o insultos es debate? Lo único que hace uno de estos espectáculos, en verdad, es revelar el grado de ignorancia de las personas y de aguante del público que se anima a verlos, porque hay que tener un buen hígado para hacerlo.
Por lo demás, se ha hecho costumbre que los "analistas", moderadores o personajillos de los medios intenten robarse el protagonismo y quieran ser el centro del espectáculo; lo que, a veces, consiguen por la poca información que tienen los espectadores.
Bueno fuera debatir de cara al pueblo; no sobre el cuoteo de la administración pública o el listado incoherente que se ha tomado como programa de gobierno, sino sobre un proyecto nacional o regional que nos haga ver qué es lo que piensan los candidatos respecto a la nación, al Estado y a la proyección de este en el concierto internacional.
A este nivel nadie ha llegado ni interna ni externamente y a lo que se limitan los candidatos foráneos o propios es a verter amenazas o promesas sin ton ni son, sin coherencia ni con la realidad ni con la política y de eso se hacen eco los medios para tratar de cobrar y vender mejor porque tampoco hay que olvidar que existen preferencias o manipulaciones y así el tonto puede tener más espacio y tiempo para decir sus tonteras, que el inteligente o preparado; aunque en politiquería francamente no los hay.
El "debate" es pues un espectáculo más de la democracia de mercado o del mercado a secas y por mucho que se diera entre teóricos y especuladores no tendría trascendencia alguna porque nada tiene que ver con la realidad.
Mejor sería preguntar, y para esto no se necesita espectáculo, qué piensan hacer los candidatos respecto al contrabando, la informalidad, la piratería, la evasión de impuestos, las subvenciones a determinados artículos y las preferencias a algunos sectores.
domingo, 6 de julio de 2014
PROGRAMAS DE GOBIERNO
Resulta todo un chiste que los candidatos se preocupen de presentar sus programas de gobierno ante el tribunal correspondiente, cuando estamos viendo todos los días lo que se traen entre las manos. De otro lado, ¿quién va a calificar esos programas como pertinentes o simplemente demagógicos? ¿Para qué los presentan si, igual, no los van a cumplir?
En la politiquería nacional e internacional es frecuente recurrir a los sofismas de programas de gobierno y las declaraciones de principios; pero la realidad nos muestra, una y otra vez, que sólo los tontos pueden creer en ellos pues si alguna vez se los hubiera cumplido, el mundo sería muy distinto de lo que actualmente es con tanta promesa de paz, de justicia, de solidaridad, de equidad, de honestidad.
Por lo demás, los candidatos casi nunca se refieren a sus programas de gobierno cuando comparecen ante los medios y los electores y, entonces, hablan de cualquier cosa y así pueden ofrecer salarios mejores a los policías amotinados, el cielo y la tierra a los discapacitados o convertir en un paraíso fiscal todo el territorio nacional. Total prometer no cuesta nada.
Y de lo que hemos padecido a lo largo de la historia ha sido, precisamente, de programas de gobierno que impliquen un proyecto nacional, una manera de ver nuestra nación en el concierto de las demás del mundo. Si bien es cierto que hubieron personalidades que se preocuparon de este aspecto y sólo para citar algunos diremos que Julio Méndez, Jaime Mendoza y Oscar Unzaga de la Vega lo hicieron, pocos y rarísimos han sido los partidos que recojan estas inquietudes y casi todos ellos se han reducido a hacer un listado del "árbol de las peras" a repartir que al cumplimiento de un programa.
Por eso es que resulta toda una burla o un chiste que se exija la presentación de programas de gobierno a los partidos, sabiendo que no los tienen y que ni siquiera tienen una concepción cierta del asunto. ¿Y quién obligará a su cumplimiento, suponiendo algo, cuando lleguen a ocupar los palacios respectivos? Cuando no hay moral, nadie puede asegurar nada y los ladrones más rapaces se presentan como honestos trabajadores o los sectarios más infames como unionistas o nacionalistas. Que no nos vengan con cuentos porque eso es complicidad con la mentira, la demagogia y la impostura.
Programas de gobierno, ¿quién cree en ellos?
En la politiquería nacional e internacional es frecuente recurrir a los sofismas de programas de gobierno y las declaraciones de principios; pero la realidad nos muestra, una y otra vez, que sólo los tontos pueden creer en ellos pues si alguna vez se los hubiera cumplido, el mundo sería muy distinto de lo que actualmente es con tanta promesa de paz, de justicia, de solidaridad, de equidad, de honestidad.
Por lo demás, los candidatos casi nunca se refieren a sus programas de gobierno cuando comparecen ante los medios y los electores y, entonces, hablan de cualquier cosa y así pueden ofrecer salarios mejores a los policías amotinados, el cielo y la tierra a los discapacitados o convertir en un paraíso fiscal todo el territorio nacional. Total prometer no cuesta nada.
Y de lo que hemos padecido a lo largo de la historia ha sido, precisamente, de programas de gobierno que impliquen un proyecto nacional, una manera de ver nuestra nación en el concierto de las demás del mundo. Si bien es cierto que hubieron personalidades que se preocuparon de este aspecto y sólo para citar algunos diremos que Julio Méndez, Jaime Mendoza y Oscar Unzaga de la Vega lo hicieron, pocos y rarísimos han sido los partidos que recojan estas inquietudes y casi todos ellos se han reducido a hacer un listado del "árbol de las peras" a repartir que al cumplimiento de un programa.
Por eso es que resulta toda una burla o un chiste que se exija la presentación de programas de gobierno a los partidos, sabiendo que no los tienen y que ni siquiera tienen una concepción cierta del asunto. ¿Y quién obligará a su cumplimiento, suponiendo algo, cuando lleguen a ocupar los palacios respectivos? Cuando no hay moral, nadie puede asegurar nada y los ladrones más rapaces se presentan como honestos trabajadores o los sectarios más infames como unionistas o nacionalistas. Que no nos vengan con cuentos porque eso es complicidad con la mentira, la demagogia y la impostura.
Programas de gobierno, ¿quién cree en ellos?
sábado, 5 de julio de 2014
EL LLANTO DE UN CORRUPTO
Dizque, el vídeo de un hombre acusado de corrupción de ha hecho "viral" en las redes sociales. Nada raro; pero también habría que considerar la opinión de algunos europeos sobre la obligación de los corruptos de devolver lo birlado, cosa que nunca se hace. A tal punto, que en Bolivia un conocido inmoral se atrevió a decir: la vergüenza pasa, pero el beneficio queda. Y es tan así que por doquier podemos encontrar los familiares beneficiarios de la corrupción no únicamente disfrutando de lo robado sino ostentándolo; lo mismo se trate de ex mandatarios, ministros, alcaldes, prefectos, diputados o lo que fuere o de "gremialistas", "minoristas" y otros istas donde se esconden los nuevos corruptos y que no tienen vergüenza alguna en demostrar lo que tienen. No por nada se habla de los "nuevos ricos" como una nueva clase media o, tal vez, una media clase.
El hecho es que la corrupción es una pandemia que lo mismo se da en los ambientes palaciegos como del "deporte" o el "arte" que es donde se ha hecho transnacional y fuera de las regulaciones legales o morales de los Estados y cabalga sin zozobra alguna, por mucho que se escriba o diga algo en los medios de comunicación.
Se ha intentado poner freno a esta manía de aparecer rico de la noche a la mañana, aprobando una ley que, incluso, se ha denominado como Marcelo Quiroga Santa cruz; ahí está y todavía nadie la ha probado porque, por mucho discurso de por medio, siempre la moral se relaja a los ojos de quienes disfrutan del "árbol de las peras" y de los que hacen como la zorra y las uvas del cuento.
La corrupción de ha convertido en una suerte de perspectiva distinta para el que está arriba como para el que está abajo; algo que nos adelantara ya José María Arguedas en su obra: "Zorro de arriba, zorro de abajo" y la realidad del mundo está así. Estremeciendo y aplastando al pueblo entre los que roban y los que se dejan robar.
Esta es la realidad que hace que los candidatos en las elecciones no busquen alianzas ideológicas o programáticas sino contubernios, aconchabamientos, entre los intereses mezquinos de unos y de otros y es lo que se refleja en la composición de las candidaturas oficialistas y opositoras que andan por encima de los principios morales, de gobiernos o proyectos que satisfagan las necesidades o aspiraciones ciudadanas.
Por lo tanto, ¿de qué sirve ver el llanto o hasta el "hara kiri" de un corrupto si no devuelve lo robado? ¿No es acaso consolidar aquello de la vergüenza pasa, el beneficio queda? ¿La clase media o media clase aumenta por la productividad o por la corrupción? Vaya uno a saberlo.
El hecho es que la corrupción es una pandemia que lo mismo se da en los ambientes palaciegos como del "deporte" o el "arte" que es donde se ha hecho transnacional y fuera de las regulaciones legales o morales de los Estados y cabalga sin zozobra alguna, por mucho que se escriba o diga algo en los medios de comunicación.
Se ha intentado poner freno a esta manía de aparecer rico de la noche a la mañana, aprobando una ley que, incluso, se ha denominado como Marcelo Quiroga Santa cruz; ahí está y todavía nadie la ha probado porque, por mucho discurso de por medio, siempre la moral se relaja a los ojos de quienes disfrutan del "árbol de las peras" y de los que hacen como la zorra y las uvas del cuento.
La corrupción de ha convertido en una suerte de perspectiva distinta para el que está arriba como para el que está abajo; algo que nos adelantara ya José María Arguedas en su obra: "Zorro de arriba, zorro de abajo" y la realidad del mundo está así. Estremeciendo y aplastando al pueblo entre los que roban y los que se dejan robar.
Esta es la realidad que hace que los candidatos en las elecciones no busquen alianzas ideológicas o programáticas sino contubernios, aconchabamientos, entre los intereses mezquinos de unos y de otros y es lo que se refleja en la composición de las candidaturas oficialistas y opositoras que andan por encima de los principios morales, de gobiernos o proyectos que satisfagan las necesidades o aspiraciones ciudadanas.
Por lo tanto, ¿de qué sirve ver el llanto o hasta el "hara kiri" de un corrupto si no devuelve lo robado? ¿No es acaso consolidar aquello de la vergüenza pasa, el beneficio queda? ¿La clase media o media clase aumenta por la productividad o por la corrupción? Vaya uno a saberlo.
viernes, 4 de julio de 2014
"EL PEOR PRESIDENTE"
A pocos días de celebrarse la fiesta independentista de los EEUU, muchos han sido los que han calificado a su actual primer mandatario, Obama, como el "peor presidente" de ese Estado o imperio en decadencia. Seguramente tendrán sus razones, que no las vamos analizar pues también a este lado del río Bravo hay un sentimiento de frustración por lo que dijo que iba a hacer y no hizo.
Pero este sentimiento de fracaso interno como externo, debe llevarnos a reflexionar sobre la realidad de los gobiernos del mundo. Ya uno de los propios presidentes norteamericanos, en cierta ocasión, afirmó que el gobierno de esa nación no estaba en la Casa Blanca y que no era posible gobernar ese país, de acuerdo a los lineamientos o ideales de sus partidos.
Hay una larga historia y experiencia al respecto y hasta pruebas objetivas, como que la Reserva Federal, que impone el sistema económico, no sea una institución pública o gubernamental sino privada o que existiese un consejo de relaciones exteriores que funciona, por lo menos, en forma paralela a su Cancillería o que el poder de los organismos de "inteligencia" sea superior al que otras instituciones tienen en la cotidianeidad de los ciudadanos norteamericanos.
Mucho se sospecha también de otros gobiernos del mundo y de sus sedes gubernamentales y hay indicios que no siempre sus gobernantes tienen las riendas de la administración de sus pueblos y, por el contrario, hay ciertos intereses que se mueven subterráneamente y en procura de objetivos más bien sectarios que del bien común.
Por lo tanto, calificar a determinado presidente como el mejor o peor, depende mucho del punto de vista de quien lo hace; aunque los indicios apunten a consolidar esa opinión o a contradecirla. Si de ejemplos se trata, apenas habría que indicar Guantánamo para calificar la decepción en torno al régimen de Obama. ¿Pero, en realidad, será suyo?
Y esta sospecha sobre quién gobierna puede extenderse a lo ancho y largo del planeta; peor todavía cuando se habla de alianzas ideológicas o solidaridad o colaboración y se trata, simplemente, de llevar agua a determinados molinos.
Que Obama haya fracasado, en verdad, debiera importarnos poco; pero tiene sus repercusiones en el momento en que uno considera que todavía "el imperio", por muy decadente que se muestre, puede dar sus coletazos y pueden ser más violentos cuanto más cerca esté el fin.
Y, al recordar el 4 de julio de 1776, lo menos que podemos hacer es renovar nuestra admiración por los luchadores de su independencia; pero, a la vez, renovar también nuestros resquemores por las sospechas de gobiernos en la oscuridad.
Pero este sentimiento de fracaso interno como externo, debe llevarnos a reflexionar sobre la realidad de los gobiernos del mundo. Ya uno de los propios presidentes norteamericanos, en cierta ocasión, afirmó que el gobierno de esa nación no estaba en la Casa Blanca y que no era posible gobernar ese país, de acuerdo a los lineamientos o ideales de sus partidos.
Hay una larga historia y experiencia al respecto y hasta pruebas objetivas, como que la Reserva Federal, que impone el sistema económico, no sea una institución pública o gubernamental sino privada o que existiese un consejo de relaciones exteriores que funciona, por lo menos, en forma paralela a su Cancillería o que el poder de los organismos de "inteligencia" sea superior al que otras instituciones tienen en la cotidianeidad de los ciudadanos norteamericanos.
Mucho se sospecha también de otros gobiernos del mundo y de sus sedes gubernamentales y hay indicios que no siempre sus gobernantes tienen las riendas de la administración de sus pueblos y, por el contrario, hay ciertos intereses que se mueven subterráneamente y en procura de objetivos más bien sectarios que del bien común.
Por lo tanto, calificar a determinado presidente como el mejor o peor, depende mucho del punto de vista de quien lo hace; aunque los indicios apunten a consolidar esa opinión o a contradecirla. Si de ejemplos se trata, apenas habría que indicar Guantánamo para calificar la decepción en torno al régimen de Obama. ¿Pero, en realidad, será suyo?
Y esta sospecha sobre quién gobierna puede extenderse a lo ancho y largo del planeta; peor todavía cuando se habla de alianzas ideológicas o solidaridad o colaboración y se trata, simplemente, de llevar agua a determinados molinos.
Que Obama haya fracasado, en verdad, debiera importarnos poco; pero tiene sus repercusiones en el momento en que uno considera que todavía "el imperio", por muy decadente que se muestre, puede dar sus coletazos y pueden ser más violentos cuanto más cerca esté el fin.
Y, al recordar el 4 de julio de 1776, lo menos que podemos hacer es renovar nuestra admiración por los luchadores de su independencia; pero, a la vez, renovar también nuestros resquemores por las sospechas de gobiernos en la oscuridad.
jueves, 3 de julio de 2014
"PROGRAMAS DE GOBIERNO"
Cada día es más perceptible el deterioro o la deformación del sistema democrático, tanto en Bolivia como en Rusia, los EEUU o cualquier otro lugar del planeta.
Se diría que lo se que busca es sustituir este sistema de gobierno por otro. ¿Pero por cuál? Porque nadie puede tampoco apostar a las tiranías en los tiempos actuales, ya se trate de la que establece el partido, a la vieja usanza de la ex URSS, o la que sostiene la "reserva federal", a la usanza del norte.
Hace ya bastante tiempo que, contrariamente a lo que se sostiene, algunos afirman que el más probable sistema de gobierno que puede retornar a la tierra es el de la monarquía y sostienen su teoría en el hecho de descubrimientos o aclaraciones sobre la historia pasada y contemporánea. Nada raro.
Pero tampoco las monarquías pueden ser solución en un planeta donde ya nadie puede establecer abolengos o castas y, quizá, a lo que con mejor prudencia y sabiduría podríamos aspirar es a las aristocracias. Entendiendo como tales la selección de las personas mejor dispuestas intelectual y moralmente para el desempeño de las funciones de gobierno, no en función de intereses personales, familiares o sectarios sino de la colectividad.
Y lo que ha faltado casi siempre a lo largo de nuestra historia, es ese componente que se llama moral; porque han habido reyes o gobernantes caracterizados por su intelectualismo, o falta de él, pero también por su transgresión de las leyes morales básicas, lo que ha desencadenado gobiernos no sólo corruptos sino hasta licenciosos al extremo.
Y es que el hombre no es la simple agregación o acumulación de células sino su integridad con el espíritu, es decir, con lo íntimo de su ser, de su deseo de inmortalidad, si se quiere, o de trascendencia y que las más de las veces no se toma en cuenta por lo que la mayoría de los gobernantes del mundo han sido, de una u otra manera,. simplemente materialistas, así hayan cogobernado con la Iglesia tal o cual o el Vaticano.
Por eso es que no nos sorprendemos cuando, a título de programa de gobierno, los actuales candidatos a entrar en Palacio Quemado, en Bolivia, anuncian sus pequeñas intenciones, sus minucias, en lugar de mostrar un proyecto regional o nacional que nos haga saltar hacia el crecimiento; pero tendrían que tener más cuidado en revelar sus vacíos, sus manías o desvíos porque más que atraer votantes, pueden ahuyentarlos.
Se diría que lo se que busca es sustituir este sistema de gobierno por otro. ¿Pero por cuál? Porque nadie puede tampoco apostar a las tiranías en los tiempos actuales, ya se trate de la que establece el partido, a la vieja usanza de la ex URSS, o la que sostiene la "reserva federal", a la usanza del norte.
Hace ya bastante tiempo que, contrariamente a lo que se sostiene, algunos afirman que el más probable sistema de gobierno que puede retornar a la tierra es el de la monarquía y sostienen su teoría en el hecho de descubrimientos o aclaraciones sobre la historia pasada y contemporánea. Nada raro.
Pero tampoco las monarquías pueden ser solución en un planeta donde ya nadie puede establecer abolengos o castas y, quizá, a lo que con mejor prudencia y sabiduría podríamos aspirar es a las aristocracias. Entendiendo como tales la selección de las personas mejor dispuestas intelectual y moralmente para el desempeño de las funciones de gobierno, no en función de intereses personales, familiares o sectarios sino de la colectividad.
Y lo que ha faltado casi siempre a lo largo de nuestra historia, es ese componente que se llama moral; porque han habido reyes o gobernantes caracterizados por su intelectualismo, o falta de él, pero también por su transgresión de las leyes morales básicas, lo que ha desencadenado gobiernos no sólo corruptos sino hasta licenciosos al extremo.
Y es que el hombre no es la simple agregación o acumulación de células sino su integridad con el espíritu, es decir, con lo íntimo de su ser, de su deseo de inmortalidad, si se quiere, o de trascendencia y que las más de las veces no se toma en cuenta por lo que la mayoría de los gobernantes del mundo han sido, de una u otra manera,. simplemente materialistas, así hayan cogobernado con la Iglesia tal o cual o el Vaticano.
Por eso es que no nos sorprendemos cuando, a título de programa de gobierno, los actuales candidatos a entrar en Palacio Quemado, en Bolivia, anuncian sus pequeñas intenciones, sus minucias, en lugar de mostrar un proyecto regional o nacional que nos haga saltar hacia el crecimiento; pero tendrían que tener más cuidado en revelar sus vacíos, sus manías o desvíos porque más que atraer votantes, pueden ahuyentarlos.
miércoles, 2 de julio de 2014
RELACIONES INTERNACIONALES
Mucho nos engañamos cuando pensamos que las relaciones de nuestros países con sus vecinos se rigen por la independencia; apenas si podríamos hablar, en pocos casos, de interdependencia porque la mayoría de los gobiernos del mundo todavía tienen relaciones coloniales con otros.
Ha sido una práctica constante desde que, después de la segunda guerra mundial, se repartió el mundo en dos bloques: unos dependían de Washington, otros de Pekín., Moscú o La Habana, es decir de uno de los polos del materialismo y, aunque usted no lo crea, del imperialismo.
Por esto no sólo es ridículo que los actuales dirigentes de la COB, en Bolivia, auspicien una reunión antiimperialista, pues nunca han demostrado ser tales, sino que la actual gobernante de La Moneda acuda a la Casa Blanca, en busca de apoyo a su débil posición respecto a la invasión a nuestro país, por encargo de los intereses ingleses de la época y que se trata de dilucidar en La Haya.
Ahora, que los organismos internacionales son invulnerables a la influencia y hasta el soborno, tampoco nos engañemos, pues la realidad del mercado nos muestra que todo es cuestión de oferta y demanda y aquello del derecho sigue siendo una aspiración, lo que no puede privarnos de ensayar lo que nos convenga.
Especialmente, las décadas del cincuenta hasta el ochenta, han sido características de la dependencia colonial de nuestros gobernantes ya que su economía estaba influida por el poder hegemónico del mercado, curiosamente, se trate de optar por La Casa Blanca o el Kremlin y lo han comprobado los egipcios que creyeron elegir mejor yéndose hacia Moscú que EEUU y no esperaron mucho para sentirse completamente frustrados, porque sus materias primas continuaban con los mismos precios viles que se les ofrecía.
Esta dependencia colonial ha llegado incluso a la guerra; como nos ha demostrado la utilización de Chile en las Guerra de Las Malvinas, donde resultó importante su participación en el suministro de información de inteligencia, a través de EEUU y en contra de los argentinos.
La oligarquía chilena tiene pues facturas por cobrar por lo que la comparescencia de Bachelet ante Obama, más que una simple reunión protocolar o de informe puede ser también una rueda de negocios. Aunque nunca se podrá saber a ciencia cierta si el imperio está dispuesto a pagar o, por el contrario, a fortalecer los lazos de dependencia colonial que aún mantiene en el mundo con algunos gobiernos.
Ha sido una práctica constante desde que, después de la segunda guerra mundial, se repartió el mundo en dos bloques: unos dependían de Washington, otros de Pekín., Moscú o La Habana, es decir de uno de los polos del materialismo y, aunque usted no lo crea, del imperialismo.
Por esto no sólo es ridículo que los actuales dirigentes de la COB, en Bolivia, auspicien una reunión antiimperialista, pues nunca han demostrado ser tales, sino que la actual gobernante de La Moneda acuda a la Casa Blanca, en busca de apoyo a su débil posición respecto a la invasión a nuestro país, por encargo de los intereses ingleses de la época y que se trata de dilucidar en La Haya.
Ahora, que los organismos internacionales son invulnerables a la influencia y hasta el soborno, tampoco nos engañemos, pues la realidad del mercado nos muestra que todo es cuestión de oferta y demanda y aquello del derecho sigue siendo una aspiración, lo que no puede privarnos de ensayar lo que nos convenga.
Especialmente, las décadas del cincuenta hasta el ochenta, han sido características de la dependencia colonial de nuestros gobernantes ya que su economía estaba influida por el poder hegemónico del mercado, curiosamente, se trate de optar por La Casa Blanca o el Kremlin y lo han comprobado los egipcios que creyeron elegir mejor yéndose hacia Moscú que EEUU y no esperaron mucho para sentirse completamente frustrados, porque sus materias primas continuaban con los mismos precios viles que se les ofrecía.
Esta dependencia colonial ha llegado incluso a la guerra; como nos ha demostrado la utilización de Chile en las Guerra de Las Malvinas, donde resultó importante su participación en el suministro de información de inteligencia, a través de EEUU y en contra de los argentinos.
La oligarquía chilena tiene pues facturas por cobrar por lo que la comparescencia de Bachelet ante Obama, más que una simple reunión protocolar o de informe puede ser también una rueda de negocios. Aunque nunca se podrá saber a ciencia cierta si el imperio está dispuesto a pagar o, por el contrario, a fortalecer los lazos de dependencia colonial que aún mantiene en el mundo con algunos gobiernos.
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