Para tormento de los ciudadanos en general y de los electores, en particular, se ha dado inicio a las campañas donde los candidatos pondrán cara de ángeles, ofrecerán el cielo y la tierra y exprimirán sus circunboluciones cerebrales para tratar de decir algo inteligente.
Cada cual hace la campaña que le conviene y mientras unos pueden reunir gente por cientos o miles, no nos vamos a ocupar cómo, otros apenas reducirán su actividad a una caminata con algunos seguidores que, además, harán la labor de guardaespaldas.
¿Todo para qué? Para nada, porque nada se puede sacar de estas campañas donde todo es falsedad y demagogia, desde los besos en las mejillas hasta los abrazos y los regalos. Se cuenta que el "libertador económico", que además era líder de los campesinos, de los obreros, de los mineros y todo el etcétera que se quiera agregar, mandaba quemar su ropa una vez que concluía sus calurosas entrevistas con estos representantes del pueblo, por temor a las enfermedades y los parásitos; puede que sea cierto o no, pero no hay duda que debe tener algunos seguidores.
En una democracia de mercado, como la que tenemos, no se puede tener confrontación o presentación de posiciones ideológicas o programáticas; a lo que más se puede aspirar es al intercambio de adjetivos, calumnias o difamaciones dichas con más o menos gracejo. Pero dentro de la politiquería que no entiende de ideas, ¿cómo compararlas? Y la democracia de mercado es fundamentalmente politiquería aquí, en la China, EEUU o cualquier otro lugar del mundo.
Por eso es que el aparente debate sobre el debate, forzoso es repetirlo, no es más que parte de la campaña; mientras unos se desgarrarán las vestiduras porque el principal candidato no les de bola, otros sugerirán que se realice para contento del público y del circo. Pero el resultado siempre será el mismo: Una gran incógnita sobre lo que dijo, si dijo algo, o lo que quiso decir, si quiso decir algo.
Las campañas se han hecho para el mercado, lo mismo que las promociones de detergentes, perfumes, lavandas o lo que fuera que tratan de persuadirlo que oliendo mejor será usted mejor persona, por mucho que no acostumbre bañarse y no tenga hábitos de higiene.
Pero como no faltan incautos, por decir lo menos, estas campañas se realizan y hasta pueden tener éxito por la forma como pueden dejar embobados a los bobos; porque los que tienen un mínimo de sentido común huyen de las campañas como la peste.
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