Muchos Estados pasan por ciclos donde todo es confusión, no hay leyes o, habiéndolas, se las pasa por encima. Es el resultado de la falta de institucionalidad y que la misma no logre consolidarse por diversos factores.
En Bolivia estamos sufriendo una mezcla de caos, anomia o antinomia porque nuestra institucionalidad nunca ha sido una característica de los gobiernos pasados, que han desconocido abiertamente la CPE, como con la ley Davemport o varias de hidrocarburos; han preferido gobernar para sectores de privilegio o, simplemente, dedicarse a lo suyo que, generalmente, ha sido más corrupción.
Muchas veces en el pasado los gobernantes han pretendido hacer creer a "las clases populares" que gobernaban con ellos y para ellos y, torciendo las leyes, no han hecho otra cosa que beneficiar a los mismos, es decir, a las oligarquías; así ha sucedido con los gobiernos manejados por la minería, con el de la "revolución nacional", la "restauración" o el de "orden, paz y progreso" que, haciendo lo que, por ejemplo, hicieran Melgarejo o Belzu, no han podido consolidar los derechos de todos y la vigencia de la ley.
Por eso es que, aunque no se crea, se han aprobado leyes, decretos o resoluciones, para ayudar a los contrabandistas, los evasores de impuestos o, en general, los corruptos, agravando la situación de aninstitucionalidad del Estado boliviano.
Hoy parecen correr los mismos vientos cuando vemos alzarse asociaciones de toda laya que no son otra cosa que uniones al margen de la ley y también cierta miopía, por decir algo, de las autoridades para imponer la jurisprudencia nacional. Mientras los campesinos, especialmente, llámense "indígenas", "indígena-originario-campesino" o "interculturales", no logran plasmar sus necesidades y aspiraciones por una variedad de factores y, entre ellos, el "fervor revolucionario" que en ninguna parte del planeta ha hecho algo positivo para nadie.
Y es que la institucionalidad pasa también por adoptar una identidad, que en el caso nuestro es la mestiza, y no ahondar las diferencias y es lo que no estamos haciendo.
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