Muchas veces hemos hablado sobre el mal uso del lenguaje y sobre la forma cómo está influyendo negativamente en la comunicación; basta ver algunos ejemplos de la realidad para comprender que ya no hablamos la misma lengua.
Se dice, por ejemplo, que el juicio a algunos miembros del Tribunal Constitucional es político; pero claro que es lo que, es decir, es una acción de la política para preservar la vigencia de la CPE y las leyes, si las cosas se toman como debieran tomarse; lo que algunos quieren decir es que, tal vez, sea partidista; o sea sujeto a los intereses de un partido para tratar esto o lo otro. Pero, como podemos comprobarlo, no nos induce sólo a la confusión sino a ese sofisma que se maneja hace mucho: que la política es mala.
Con lo que detestamos la política, la administración de la justicia y a quienes son sus actores; en muchos casos, los politiqueros. Cuando se hablaba de la elección de los miembros del Poder Judicial por voto directo, pusimos nuestros reparos porque era como votar al azar, sin saber quienes eran los candidatos ni de dónde y cómo habían salido; pero la otra opción, que siga siendo una elección entre los propuestos por los partidos y los colegios de abogados, tampoco era mejor porque significaba caer en lo mismo: el partidismo, que se extendió por todas partes.
Sea como sea, en Bolivia como en el resto del mundo, el lenguaje ya no nos comunica sino que puede confundirnos y hasta llevarnos al error; lo mismo se hable de paz que de guerra, de verdad que de mentiras; porque el gobierno de los pueblos se ha hecho subterráneo, inaccesible al ciudadano común, desconocido; lo mismo se trate de manejar la economía o la cultura o el deporte.
Y esta plaga de la distorsión o pésimo manejo de la lenguaje se está extendiendo peligrosamente en la denominadas redes sociales y se puede ver en la vulgaridad con que unos expresan lo que quieren, es difícil afirmar que sea lo que sienten, o las "abreviaciones" que usan que es toda una invitación para hacer una antología de la estulticia.
Mientras Obama, verbigracia, critica a Israel pero no deja de proveerlo de armas; muchos otros creen que estamos viviendo una "fiesta democrática" en Bolivia y no es más que un entierro. Y son estas cosas las que ya no logra transmitirnos el lenguaje de la Torre de Babel.
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