miércoles, 2 de julio de 2014

RELACIONES INTERNACIONALES

Mucho nos engañamos cuando pensamos que las relaciones de nuestros países con sus vecinos se rigen por la independencia; apenas si podríamos hablar, en pocos casos, de interdependencia porque la mayoría de los gobiernos del mundo todavía tienen relaciones coloniales con otros.
Ha sido una práctica constante desde que, después de la segunda guerra mundial, se repartió el mundo en dos bloques: unos dependían de Washington, otros de Pekín., Moscú o La Habana, es decir de uno de los polos del materialismo y, aunque usted no lo crea, del imperialismo.
Por esto no sólo es ridículo que los actuales dirigentes de la COB, en Bolivia, auspicien una reunión antiimperialista, pues nunca han demostrado ser tales, sino que la actual gobernante de La Moneda acuda a la Casa Blanca, en busca de apoyo a su débil posición respecto a la invasión a nuestro país, por encargo de los intereses ingleses de la época y que se trata de dilucidar en La Haya.
Ahora, que los organismos internacionales son invulnerables a la influencia y hasta el soborno, tampoco nos engañemos, pues la realidad del mercado nos muestra que todo es cuestión de oferta y demanda y aquello del derecho sigue siendo una aspiración, lo que no puede privarnos de ensayar lo que nos convenga.
Especialmente, las décadas del cincuenta hasta el ochenta, han sido características de la dependencia colonial de nuestros gobernantes ya que su economía estaba influida por el poder hegemónico del mercado, curiosamente, se trate de optar por La Casa Blanca o el Kremlin y lo han comprobado los egipcios que creyeron elegir mejor yéndose hacia Moscú que EEUU y no esperaron mucho para sentirse completamente frustrados, porque sus materias primas continuaban con los mismos precios viles que se les ofrecía.
Esta dependencia colonial ha llegado incluso a la guerra; como nos ha demostrado la utilización de Chile en las Guerra de Las Malvinas, donde resultó importante su participación en el suministro de información de inteligencia, a través de EEUU y en contra de los argentinos.
La oligarquía chilena tiene pues facturas por cobrar por lo que la comparescencia de Bachelet ante Obama, más que una simple reunión protocolar o de informe puede ser también una rueda de negocios. Aunque nunca se podrá saber a ciencia cierta si el imperio está dispuesto a pagar o, por el contrario, a fortalecer los lazos de dependencia colonial que aún mantiene en el mundo con algunos gobiernos.

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