El fracaso del Brasil en el mundial de fútbol comercial, la eliminación de otros seleccionados sudamericanos y la precariedad con que los argentinos enfrentarán a Alemania, debe servir para reflexionar sobre este deporte que, si vemos algunos signos, no da ya más así como está, es decir, en manos de comerciantes y negociantes de toda laya que no sólo le quitan su calidad de práctica deportiva sino que siembran sospechas de corrupción e inmoralidad por doquier.
Lo fundamental es recuperar el fútbol para el deporte y, en este caso, para rescatar también los diferentes estilos con que se jugaba en el Río de La Plata o el Brasil, para señalar dos grandes tendencias. Ese fulbito de toques hacia atrás, a los lados y de simple control del balón, no le hace bien al "jogo bonito" con que nuestro vecino se hizo varias veces campeón de la mano no únicamente de Pelé sino también de Garrincha, de Sócrates y muchos otros; o sea, hay que abandonar el estilo europeo para revivir el latinoamericano porque, de otra manera, seguiremos con ese aburrimiento que rara vez no se da cuando vemos los partidos por la televisión.
El éxodo de jugadores hacia el "viejo continente" no debe traducirse en una pérdida de su identidad como latinoamericanos y, por el contrario, en el asentamiento de un estilo que muchas veces ha sido reconocido y ha dado sus frutos en los campeonatos europeos, hasta que los directores técnicos se dejaron llevar por el fútbol de resultados, aburrido y tedioso, en lugar de incidir más y mejor en el espectáculo mismo.
Por lo demás, la caída de España en este último torneo debe servir para lo mismo entre los europeos porque si bien Alemania y Holanda dan la cara, no se puede decir que tengan un modelo estrictamente del corte de que hablamos y se caracterizan más bien por una dinámica que nos está indicando que el camino de la superación del fútbol mundial está en la recuperación de viejos estilos y no en la reiteración del soporífero modelo actual del fulbito con pases cortos, hacia atrás y esperando a ver si alguien se anima a patear al arco.
Cuan diferente de los mundiales donde el espectáculo no sólo estaba en las selecciones en sí mismas sino en sus protagonistas que hacían las delicias y el asombro de los espectadores, como las jugadas de Pelé, de Garrincha, el señorío de los medios o defensas uruguayos y hasta las habilidades aisladas que podían exhibir colombianos, ecuatorianos, bolivianos o peruanos.
Hay que rescatar el fútbol no del comercio, simplemente, sino de ese tedio que se ha apoderado de las manos de técnicos europeos que juegan por sus salarios y no por el deporte en sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario