lunes, 7 de julio de 2014

DEBATES, DEBATES

Es increíble cómo la democracia de mercado trata de distraer la atención de la gente por medio del espectáculo. Porque eso es lo que se trata de armar, un probable debate, y que no sólo que no es tal sino que es un insulto a la inteligencia de las personas.
Hasta ahora, en el mundo, no ha habido más que un espectáculo de estos que podía llamársele debate y fue cuando Kennedy se postulaba a su primer mandato; después todo fue frustración y burla. Por eso es que cuando los candidatos dicen que quieren debatir, suelte la risa lo más que pueda; ¿de qué van a debatir si no tienen las ideas claras? ¿Intercambiar adjetivos o insultos es debate? Lo único que hace uno de estos espectáculos, en verdad, es revelar el grado de ignorancia de las personas y de aguante del público que se anima a verlos, porque hay que tener un buen hígado para hacerlo.
Por lo demás, se ha hecho costumbre que los "analistas", moderadores o personajillos de los medios intenten robarse el protagonismo y quieran ser el centro del espectáculo; lo que, a veces, consiguen por la poca información que tienen los espectadores.
Bueno fuera debatir de cara al pueblo; no sobre el cuoteo de la administración pública o el listado incoherente que se ha tomado como programa de gobierno, sino sobre un proyecto nacional o regional que nos haga ver qué es lo que piensan los candidatos respecto a la nación, al Estado y a la proyección de este en el concierto internacional.
A este nivel nadie ha llegado ni interna ni externamente y a lo que se limitan los candidatos foráneos o propios es a verter amenazas o promesas sin ton ni son, sin coherencia ni con la realidad ni con la política y de eso se hacen eco los medios para tratar de cobrar y vender mejor porque tampoco hay que olvidar que existen preferencias o manipulaciones y así el tonto puede tener más espacio y tiempo para decir sus tonteras, que el inteligente o preparado; aunque en politiquería francamente no los hay.
El "debate" es pues un espectáculo más de la democracia de mercado o del mercado a secas y por mucho que se diera entre teóricos y especuladores no tendría trascendencia alguna porque nada tiene que ver con la realidad.
Mejor sería preguntar, y para esto no se necesita espectáculo, qué piensan hacer los candidatos respecto al contrabando, la informalidad, la piratería, la evasión de impuestos, las subvenciones a determinados artículos y las preferencias a algunos sectores.

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