La Casa de La Moneda ordenó la retirada ante la ofensiva boliviana en la Corte Internacional de La Haya. Y es que era de prever porque no hay argumentos jurídicos, históricos o de cualquier índole, incluyendo los de la piratería, que sostengan la invasión a nuestro territorio y posterior enclaustramiento. Por lo tanto, la retirada es la única opción.
Ahora, impugnar quiere decir, contradecir, refutar; lo que nos lleva a que debe ser tan endeble el sustento jurídico que presente la cancillería chilena que, en justicia, el proceso pueda continuar incluso en ausencia de la diplomacia o el gobierno chileno.
La decisión, en verdad, tiene interesantes aristas, aparte de la falta de sustento histórico o jurídico, pues nos asegura el convencimiento que la oligarquía chilena a sirve lo mismo a otros intereses desde la izquierda o la derecha; lo que tiene que producir el desencanto de algunos que creían que un gobierno "socialista", como si el socialismo fuese propio sólo de algún sector, tenía que solidarizarse con otro ídem.
Por lo demás, basta tener una copia del Tratado de 1904, leerlo correctamente, para convenir que no sólo fue impuesto por la fuerza sino que nunca se cumplió y, por lo tanto, es urgentemente revisable. Que es, precisamente, lo que no quiere la oligarquía chilena pues quedaría al desnudo todo el papel que ha jugado en la América Latina y en todos los tiempos.
Aunque habría que tener también una copia de los alegatos presentados o por presentarse en la impugnación, lo que queda claro es que la justicia, la veracidad de la posición boliviana y el despropósito histórico que se quiere seguir manteniendo, no tienen más vida que la mentira y ya no es sostenible.
Por lo tanto, hay que seguir presentando la demanda de reivindicación histórica, territorial y marítima en cuanto foro internacional sea posible y hay que rescatar las resoluciones de varios organismos internacionales que ya, en alguna oportunidad, se pronunciaron al respecto y siempre se trató de echar polvos del olvido al asunto.
Independientemente de la actuación de La Haya, que puede aceptar o rechazar la impugnación, lo que corresponde es fortalecer la ofensiva diplomática y, mientras tanto, buscar los mecanismos necesarios para prescindir de los puertos de Arica y otros para desviarlos hacia Ilo o, incluso, hacia los del Atlántico.
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