domingo, 27 de julio de 2014

ALTERNABILIDAD

Una de las condiciones para ir mejorando la democracia, es la alternabilidad; porque evita las "dinastías",los nepotismos, los sectarismos y demás ismos; pero es lo que menos se está dando en este período que nos promete "elecciones" muy, pero muy parciales.
Porque, además del binomio oficial, quienes más han caído en la repetición de nombres y hombres es la oposición donde, al parecer, todos se consideran indispensables, imprescindibles o han adoptado las malas costumbres que critican: el amor al poder, aunque sólo sea a la burocracia, a la dieta, al título.
Que hubiesen hecho un papel más o menos decoroso sería excusable; mas, la realidad es completamente distinta, todo lo que se le puede criticar al oficialismo viene, en cierto modo, por la falta de una oposición coherente, inteligente, bien dispuesta. Varias veces se ha dicho que del equilibrio entre oposición y oficialismo, por muy mediocres que sean, puede resultar un cierto beneficio para el Estado, para la colectividad; que es lo que no ha sucedido y, por el contrario, se han generado varios conflictos que no tenían razón de ser. En primer lugar, por la majadería de una oposición que nunca tuvo visión ni de su papel ni de sus objetivos; en segundo lugar, la natural soberbia del que no tiene a quien enfrentarse y se cree impune.
Puede pues moverse el ambiente electoral donde sea y como sea, con circo de tres pistas o de circo pobre; pero el futuro está definido y es muy lamentable. Una vez más tendremos casi los mismos actores, pésimos actores, y el teatro irá degenerando, convirtiéndose más en tragedia que en comedia, en llanto que risas, en desesperación que esperanza.
Porque no hay renovación, lo que quiere decir que no hay dinámica social ni ideológica en los partidos, no apuntan nuevos líderes, no hay nuevas inquietudes y este marasmo puede conducirnos a situaciones desagradables como la tiranía, el sectarismo, la arbitrariedad, en nombre de la democracia.
Si queremos ver la realidad sin anteojeras, sin espejos distorsionadores, sin engañarnos; debemos aceptar que esta falta de alternabilidad, especialmente en la oposición, es un signo completamente negativo para la democracia y hay que parar las orejas.

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