Recordando el "día de la autonomía universitaria", se han dicho muchos y líricos discursos; pero no se habla de la realidad.
Cuando se empezó a propugnar la autonomía universitaria en Bolivia, se lo hizo a instancias y modelo del movimiento revolucionario de Córdoba que pretendía, entre otras cosas, la eliminación del dogmatismo, el enciclopedismo y la cátedra eterna; a la vez que proponía la libertad de pensamiento, la autosuficiencia de las universidades para costearse a sí mismas, la cátedra paralela y la búsqueda de la ciencia y la tecnología.
Al momento las universidades no son ni autónomas, dependen del financiamiento estatal, ni libres porque una suerte de feudalización ideológica y hasta territorial se apoderó de ellas en cuanto se dictó la autonomía, que se confundió con cualquier cosa, menos con lo que implica.
Los campus se hicieron feudo de la izquierda y era casi prohibido que los alumnos buscaran en otra fuente que el marxismo, la teoría de sus propias aspiraciones y necesidades; lo que produjo un acaparamiento de la cátedra por el sólo hecho de ser "de izquierda", mientras la burocracia administrativa se iba llenando de segundones y militantes.
Si bien era posible, en algunas circunstancias, forzar el debate ideológico, las consecuencias no se hacían esperar en una suerte de acoso o persecución política que lo mismo se daba desde la cátedra que la ayudantía. Ese espacio que los revolucionarios de Córdoba pretendieron abrir a las ideas y las ideologías quedó pues confinado al marxismo, primero, y sus diversas corrientes, después.
En cuanto al aspecto académico tampoco se ha avanzado mucho por las mismas restricciones partidistas del concurso; a tal punto que, en épocas recientes, se llegó al colmo de redactar las convocatorias con tal detalle que estaban destinadas a ciertas personas del entorno del poder. Y no es mentira.
Hoy la Casa Superior de Estudios tiene las mismas taras que las que promovieron su revolución interna y por eso no es raro que haya corrientes que tratan de impulsar el repensar de las mismas, ante su evidente fracaso; pero mientras hayan estudiantes y docentes que se escudan en una autonomía inexistente y sumamente distorsionada; no será posible encarar un otro proceso de reforma que venza su actual mediocridad.
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