Así como en las invasiones bélicas se ha introducido el término "daños colaterales" para dar cuenta de la muerte y masacre de civiles, entre ellos, niños, ancianos y demás inocentes, así también la democracia de mercado ha introducido la práctica de negocios colaterales.
Y estos consisten en encuestas, espacios de "análisis político" donde los organizadores "invitan" a los participantes (nada hay gratis en el mundo) y les permiten que digan todas las barbaridades que crean convenientes, o aquellos destinados a analizar el poder del voto (ja,ja,ja,) y otros más para cazar bobos, que no sólo que son atraídos por estos programas sino que hasta creen en ellos.
Pero dentro de la politiquería lo que menos interesa es el bienestar o el interés colectivo; por eso es que los candidatos pueden ofrecer sus servicios a determinados sectores no únicamente haciéndoles participar de sus listas sino prometiendo defender sus conveniencias y a esto le llaman "alianza" cuando no es más que contubernio.
El otro negocio siempre al acecho es ese del llamado debate; que no es tal por donde se lo mire porque no se trata de la presentación de dos o más propuestas sino del simple y vulgar intercambio de minucias o insultos; lo mismo en Bolivia que en otras partes del mundo.
Total, que con tanto negocio el elector, el ciudadano común, ya no sabe a qué atenerse y si votar por esta o aquella mercancía que aunque huele mal, parece ser la que menos huele.
Pero los grandes temas de la política como la lucha contra el contrabando, el narcotráfico, la corrupción, se dejan de lado y se trata de llenar la expectativa de la gente con simples enunciados o demagogia; pero un programa a ejecutar, un proyecto a realizar en las actividades gubernamentales no hay o, si existe, no tarda en naufragar en las mismas exigencias que los candidatos han acordado con sus "aliados".
El MNR fue el primer partido en asegurarse que aliados y contrarios tengan distinto trato y así repartió no sólo sus "compañeros" entre los miembros de la aduana sino también entre los contrabandistas; los resultados se han ido repitiendo a través de varios regímenes que enarbolando la bandera de la anticorrupción, la lucha contra el contrabando o lo que fuera no hicieron sino agudizar los males de la patria.
Pero estas cuestiones no se preguntan ni se tienen en cuenta en esos espacios de la democracia de mercado que abre negocios colaterales.
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