Ayer hablábamos sobre la forma cómo el mundo recordaba la primera guerra mundial, las incógnitas que todavía quedan y algunas de las implicaciones que supusieron el conflicto en sí.
Hoy, parece ya no haber duda razonable que hemos entrado en la tercera guerra mundial sin apenas darnos cuenta si tomamos las noticias del día como son: signos evidentes de anuncios mucho más graves.
Tomemos el caso del genocidio israelí con los palestinos y sobre el que las principales autoridades que pudieran hacer algo en los organismos internacionales, han dicho que ya no es posible, es decir, la violencia es imparable. O el derribo de un avión civil por parte de prorusos, a los que más se acusa, dentro de un territorio en conflicto y cuya violencia también se trata de minimizar y sobre la que tampoco las instituciones internacionales han podido hacer nada.
Si vemos detrás de bambalinas, no se trata de simple prepotencia o soberbia desmedida sino de intereses que se esconden y que involucran tanto yacimientos de hidrocarburos como el uso estratégico de oleoductos; ni para qué decir dónde se hallan y que países está en riesgo o permanente enfrentamiento bélico.
Hay pues necesidad de un nuevo reparto, de un nuevo orden internacional, donde mientras declinan unos, apuntan otros. No en vano las anteriores potencias ya no tienen la misma capacidad de maniobra que tenían y hay otras insurgentes que están esperando la ocasión para demostrar que ellas también pueden.
Hace algún tiempo se hablaba de la posibilidad de reponer la pendulación en el mundo, es decir, la división entre quienes siguen a tal y se oponen a cual; ese viejo juego donde se han ido nuestras aspiraciones, sueños y necesidades cuando teníamos que alinearnos junto a EEUU o la URSS para dejar hacer lo mismo: explotarnos.
Si tenemos en cuenta los otros factores anotados más arriba, el escenario de un tercer o cuarto o quinto enfrentamiento está no sólo listo sino que los actores han ingresado ya en él y nosotros todavía estamos pensando que la paz es posible, que las instituciones internacionales, de algún modo, la sirven; pero la realidad es contundente en sus respuestas, no hay nada más que el materialismo y sus negocios y lo sirven unos como los otros.
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