jueves, 14 de agosto de 2014

TIEMPO DE AMENAZAS

La campaña electoral se ha convertido también en tiempo de amenazas. Desde los que amenazan al oficialismo con "voto castigo" si no legalizan su contrabando, hasta los que quieren sembrar más coca excedentaria.
Hay también los que amenazan con debatir y los que, al recoger los retos, lo hacen con demostración de fuerza más que de inteligencia o preparación. En realidad, todo el período electoral está teñido de amenazas pues así como unos dicen que venderán todo lo comprado por el actual régimen, otros aseguran que velarán por los intereses de sus sectores y, la amenaza real, es para la democracia.
Pero de confrontación, de comparación, de exposición de puntos de vista sobre un mismo o variados temas, no hay nada. Y lo que más asusta es la ausencia institucional, especialmente, de la Universidad que, antaño, era la encargada de auspiciar los debates, las presentaciones programáticas e ideológicas y donde los candidatos se apresuraban a asistir.
¿Y qué se puede esperar de una institución donde sólo se vive de amenazas? Porque también en eso se ha convertido la Casa Superior de Estudios en manos de grupos minoritarios a los que lo que menos les interesa es la ciencia, la tecnología o el saber en general.
Pero aún hay algo más preocupante: es la amenaza al sistema de representación o de democracia. Porque de tanta ausencia, de tanta vacuidad ideológica, de inopia programática, es la democracia la que se lastima, la que se hiere, como invitando a los mediocres, a los osados, a los ineptos a que tomen la posta.
Porque se puede excusar que amenacen los inconformes, los delincuentes, los subvertores; pero no los que quieren subirse sobre nuestros hombros y proclamarse nuestros representantes, los que dicen que quieren vivir en paz, los que respetan, antes que el suyo propio, el derecho ajeno y es que mientras el ciudadano común siga en silencio, en su impotencia, seguirá este período de amenazas como una propuesta de los candidatos de uno y otro lado.
Por eso es que el ciudadano común tiene discernir bien entre lo que significa una amenaza o una promesa, un riesgo o una esperanza, un retroceso o un avance.

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