Cada día es más perceptible el deterioro o la deformación del sistema democrático, tanto en Bolivia como en Rusia, los EEUU o cualquier otro lugar del planeta.
Se diría que lo se que busca es sustituir este sistema de gobierno por otro. ¿Pero por cuál? Porque nadie puede tampoco apostar a las tiranías en los tiempos actuales, ya se trate de la que establece el partido, a la vieja usanza de la ex URSS, o la que sostiene la "reserva federal", a la usanza del norte.
Hace ya bastante tiempo que, contrariamente a lo que se sostiene, algunos afirman que el más probable sistema de gobierno que puede retornar a la tierra es el de la monarquía y sostienen su teoría en el hecho de descubrimientos o aclaraciones sobre la historia pasada y contemporánea. Nada raro.
Pero tampoco las monarquías pueden ser solución en un planeta donde ya nadie puede establecer abolengos o castas y, quizá, a lo que con mejor prudencia y sabiduría podríamos aspirar es a las aristocracias. Entendiendo como tales la selección de las personas mejor dispuestas intelectual y moralmente para el desempeño de las funciones de gobierno, no en función de intereses personales, familiares o sectarios sino de la colectividad.
Y lo que ha faltado casi siempre a lo largo de nuestra historia, es ese componente que se llama moral; porque han habido reyes o gobernantes caracterizados por su intelectualismo, o falta de él, pero también por su transgresión de las leyes morales básicas, lo que ha desencadenado gobiernos no sólo corruptos sino hasta licenciosos al extremo.
Y es que el hombre no es la simple agregación o acumulación de células sino su integridad con el espíritu, es decir, con lo íntimo de su ser, de su deseo de inmortalidad, si se quiere, o de trascendencia y que las más de las veces no se toma en cuenta por lo que la mayoría de los gobernantes del mundo han sido, de una u otra manera,. simplemente materialistas, así hayan cogobernado con la Iglesia tal o cual o el Vaticano.
Por eso es que no nos sorprendemos cuando, a título de programa de gobierno, los actuales candidatos a entrar en Palacio Quemado, en Bolivia, anuncian sus pequeñas intenciones, sus minucias, en lugar de mostrar un proyecto regional o nacional que nos haga saltar hacia el crecimiento; pero tendrían que tener más cuidado en revelar sus vacíos, sus manías o desvíos porque más que atraer votantes, pueden ahuyentarlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario