Se ha anunciado que el Gobierno aprobaría el día de hoy algunos decretos para "dignificar el sindicato" y aunque todavía no conocemos el contenido de los mismos; ¿no sería mejor impulsar una política de recuperación de la asociación gremial? Porque hace ya bastante tiempo que los sindicatos se han convertido en instrumentos de los partidos de la politiquería nacional; no hay más que recordar la composición de distintos directorios de la COB o algunos sindicatos importantes para comprobar cómo fueron capturados por los partidos que extendieron su intromisión también a los colegios de profesionales y hasta las instituciones culturales y otras.
Hoy mismo en plena confrontación entre el sindicato de médicos y el oficialismo, podemos ver como portavoces a ex comunistas, ex miristas, ex adenistas, ex emeneristas (curiosa salsa), que no sólo que no sabemos si ya abandonaron sus respectivas tiendas partidistas o continúan con el transfugio y ubicuidad que mostraron en anteriores gestiones de gobierno para aparecer como funcionarios públicos; lo mismo ocurre con la llamada marcha de los indígenas, donde aparecen como "solidarios" ex dirigentes partidistas o sindicalistas y también como financiadores de la caminata.
El sindicato, como agrupación de intereses gremiales, hace pues bastante tiempo que ha perdido su esencia y no es que postulemos el sindicalismo anideológico sino que, anteriormente, si bien todos tenían cierta ideología no la priorizaban ante los intereses de sus representados; cosa que muy pocas veces se ha visto desde que la "gloriosa COB", fundada al calor del partidismo sectario funcionara también como un partido y ahí están las pruebas: en la historia de los últimos sesenta años de la república y su participación en la "asamblea popular", la UDP o, ahora mismo, que se quiere convertir en "instrumento político" para participar de las elecciones presidenciales.
Tampoco hay que olvidar que la mayoría de los sindicatos se manejaron al estilo estalinista con una "democracia centralista" que obvió lo principal de ese sistema: la representación y la representatividad, para hacer de la dirigencia sindical una profesión o la catapulta para hacerse "nuevo rico".
No sólo existe pues la necesidad de dignificar el sindicato sino de recuperarlo de la artera manipulación partidista que, ávida de cuotas y canonjías corrupción mediante, ha tergiversado sus funciones y objetivos y quiere terminar entregando ese instrumento gremial a lo peor de los partidos de la politiquería nacional: La corrupción.
Sólo cuando recuperemos el sindicato, podremos hablar de dignidad y de la valentía y entrega que significaba su apostolado, porque eso era, hasta antes de la "revolución nacional" que no sólo entregó el destino de la patria a la Embajada sino que hizo lo mismo con el sindicato a los partidos. Y si no, que lo digan los actuales dirigentes comunistas o trotskistas que manejan la educación, la salud o el proletariado sólo para el usufructo de cuotas y canonjías materialistas.
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