Esto del "fuero" se ha convertido en un verdadero sofisma para "sindicalistas" y politiqueros porque se confunde esa libertad de acción, quiérase o no restringida a la razón y la ley, por la impunidad más vulgar y soez. Y, de esta manera, se incurren en excesos como el de denostar contra las autoridades y la ley, atentar contra los bienes públicos y, lo que es peor, desconocer el bien común. Los ejemplos están fresquísimos en la actitud de algunos demagogos del sector salud o los universitarios que han confundido también su protesta, por mucho que hagan de simples tontos útiles, con actos delictivos que el ciudadano común no puede tolerar porque sería ser cómplice del fomento a la anarquía.
Y no es raro que dentro de esos dirigentes "sindicales" aparezcan conocidos oligofrénicos que fungen como trotskistas o socialistas y que son los mejores ejemplos de lo que no debe ser el sindicalismo, la lucha por las reivindicaciones sociales y, en algunos casos, basta verles incluso la cara para adivinar toda esa amargura que transmiten sus rasgos, para saber de la acidez de su lengua.
Lo dijo inteligentemente un gran líder y político mexicano, Juarez: "El respeto al derecho ajeno es la paz". Si ésta fuera la conducta de la mayoría de quienes aparecen como dirigentes sindicales, haciéndole un flaco favor al sindicalismo bien entendido, no tendríamos que estar comentando la actitud subversiva y delictiva en que se incurre por acción u omisión; porque también eso de que "las bases nos han rebasado" o "vamos a bajar a las bases", un claro indicio de cómo se juzga a quienes les han dado un mandato eventual, son parte de la excusa para delinquir y desprestigiar la lucha gremial.
Cerrar los centros de atención de salud, pedir que hasta los servicios de emergencia lo hagan, ejercer violencia contra la autoridad legal, pelear por la preservación de privilegios en contra de la propia CPE, están tipificados en el respectivo código como delitos y habría que tratarlos así, incluso, sin que ellos entren dentro de las "negociaciones" que se suelen hacer para dejar todo en agua de borrajas; porque la ley no puede negociarse.
También escarnecer al prójimo chicoteando a las personas, ejercitar violencia en contra de la ciudadanía en general, interrumpir o restringir los derechos constitucionales, están tipificados como delitos; pero los explotadores del transporte lo hacen cuando les viene en gana y nadie dice nada.
Hay pues todo un abismo entre reivindicación y delito y así debieran comprenderlo quienes están en los estratos sindicales por mucho que, como ahora mismo, se insista en hacer de los sindicatos partidos de la politiquería regional como apuntan en la "gloriosa COB"; porque eso es mantener el sistema de impunidad que ha hecho de Bolivia un país no sólo dependiente sino atrasado y sin posibilidades de despegue real hacia el desarrollo. Día habrá en que nos sentemos los bolivianos para hacer un balance del aporte o perjuicio de las derechas e izquierdas y nada raro que nos encontremos con verdaderas sorpresas, como aquella de concluir que los peores males los recibimos de los "izquierdistas" que nunca tuvieron vergüenza alguna en servir a la "derecha".
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