lunes, 30 de abril de 2012

CAPACIDAD DE DIÁLOGO

La realidad siempre es superior a la ficción y en ella vemos cómo quienes más hablan de consenso, de consensuar, de diálogo, de democracia y de servir al pueblo, finalmente, casi nunca ponen en práctica sus palabras.
Es lo que sucede cuando se presenta cualquier conflicto; lo primero que se hace es denunciar "avasallamiento", "atropello" ofensas a la dignidad o defensa de derechos; cuando la realidad es totalmente contraria a esas "demandas" porque sólo excepcionalmente alguien se deja llevar por el bien común y por lo que, efectivamente, significa diálogo, que es una manera de negociar y de ganar, y perder, algo en función de la colectividad.
Lo primero que se muestra es intolerancia, intransigencia, sordera conveniente y, es lógico, por mucho que se sienten alrededor de una, dos o varias mesas, los resultados siempre serán los mismos: Fracaso; porque, primero, no hay voluntad de dialogar nada; segundo, porque se desconoce aviezamente la realidad y, tercero, porque la intolerancia y la intransigencia son sinónimos de sectarismo o de servilismo hacia objetivos que no aparecen en la superficie y se los maneja detrás de bambalinas.
Más que la capacidad de diálogo, parece ser que nos guiamos por la teoría del absurdo. Cuanto más absurda una posición, mejor para el "diálogo" y la "concertación". Lo que está ocurriendo en cuanto a la marcha por la supuesta defensa del TIPNIS, es patético; los dirigentes  del occidente que se "solidarizan" con algunos "indígenas" dicen que no se oponen ni a la carretera, ni a la consulta ni al desarrollo; entonces, ¿por qué están ahí? Otro ejemplo mas: mucho se habla del Parque Isiboro-Sécure; pero quienes salen o entran en los tejemanejes no son del lugar o, incluso, no aparecen sino muy esporádicamente con posiciones diferentes a las de los "dirigentes", es el caso de los sécures, que más que mojeños, trinitarios o yucarés, son los más implicados o afectados directamente. Otro más, por si acaso faltara, los propios dirigentes aymaras desconocen que algunas "etnias" del lugar son el resultado del abandono de exploraciones incaicas que por diversas circunstancias quedaron en el lugar. Y eso es desconocer no sólo el territorio sino también la historia.
Y la realidad nos golpea constantemente con sus muestras: Si no hay capacidad de diálogo, es que preferimos la teoría del absurdo y en eso estamos y también por eso es que la solidaridad debe verse más bien como complicidad.
Lo malo es que no sólo se desvirtúa la democracia sino que se la pone en riesgo y hasta se la condena porque esa historia que desconocemos por ceguera conveniente, nos dice que cuando no hay acuerdo o existen muchas posiciones intransigentes, no faltan vivillos que quieren hacer de tiranos y de la democracia "veranillos".

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