Los pocos médicos que atizan el conflicto en salud, pueden perder la soga y el cabrito con la reacción gubernamental, que ha convocado una cumbre en torno al tema, porque no es cierto que hayan problemas de horas más u horas menos, de dignidad profesional o eficiencia sino que la cuestión es la vigencia de la Ley Financial que no les permite ya ganar lo que quieran y a su arbitrio, so pretexto de autonomía universitaria, que, desde hace tiempo, sólo ha servido para el parasitismo y partidismo sectario y usufructuario de las arcas del Estado.
En una cumbre por la salud no sólo tienen que estar médicos, enfermeras o farmacéuticos sino, principalmente, los enfermos y, mayoritariamente, los ciudadanos de a pie, es decir, los que, hasta el momento no gozan del derecho a enfermarse y recibir una atención oportuna y, si es posible, gratuita. No habrá pues posibilidad que unos pocos, a título de 7 o 10 años de estudio, sigan cobrando al ciudadano común por un período de especialización y formación que no pagan sino muy parcialmente con alguno que otro trabajo de voluntariado. ¿Cuánto cuesta cada profesional al pueblo? Es una de las preguntas que tendrá que responder la cumbre y plantear las formas de pago de los beneficiados, a través de su servicio en el sistema público de salud o de alguna otra manera.
En una reunión por la salud, debe primar el bien común que es, precisamente, lo contrario de lo que postulan actualmente algunos profesionales de la medicina bajo argumentos sofísticos que no aguantan un breve análisis pero que hacen eco por la irresponsabilidad de los dueños de medios de comunicación que están en otras ocupaciones y menesteres.
En un cónclave donde debe debatirse el valor de la vida humana, los esfuerzos institucionales por preservarla, los intentos académicos por prevenir enfermedades o restituir funciones disminuidas o rehabilitar las mismas, no pueden sostenerse ni sofismas ni privilegios; por lo tanto, el servicio médico debe retornar a lo que fuera antes del mercantilismo actual: El Juramento de Hipócrates y extenderse a quienes quieran trabajar abnegadamente por el sector sin las intransigencias y chantajes de algunos "dirigentes sindicales" que no sólo han profesionalizado la ocupación y la han hecho vitanda sino que no entran dentro de los parámetros de selección que el sistema debiera exigir para ser eficiente y no discriminatorio.
Con todos estos antecedentes y esperando que tampoco la demagogia de los "movimientos sociales" o los "indígenas o indígena-originarios" haga lo suyo, la cumbre sobre la salud puede aportar verdaderas soluciones a este problema que ya no aguanta más como está y que requiere de ajustes estructurales y, peor todavía, cuando se manejan mentiras para seguir en el disfrute de la ineficiencia e incapacidad.
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