viernes, 11 de mayo de 2012

EL NEGOCIO SINDICAL

Aunque puede ser molesto que se involucre al sindicato en malos manejos, la experiencia nos enseña que desde hace tiempo, desde la "gloriosa revolución nacional", se ha convertido en un negocio más del mercado liberal con actores, curiosamente, izquierdistas en su mayoría o, por lo menos, aparentemente.
Un pequeño y rápido inventario en nuestras ciudades podría dar mejores luces de cómo algunos dirigentes sindicales han ingresado en las listas de "nuevos ricos" desde que empezaron a ganar sin trabajar y a beneficiarse de cuotas, viáticos, comisiones y un largo etcétera que se fueron creando a medida que la profesión avanzaba. Con toda razón son muchos los dirigentes que, cogida la mamadera, no la quieren soltar y hacen maniobras diversas para eternizarse en las direcciones sindicales; como muchos dicen en la opinión popular los ases y quinas son cartas suculentas entre las mangas. Que suceda lo mismo en México, Argentina y otros países, no es ningún consuelo.
Lo malo de la profesionalización de la dirigencia del sindicato es que se ha institucionalizado (¿?) la demagogia y la componenda; de la dependencia partidista al entreguismo a algunos gobiernos, gastos reservados mediante, hay un amplio abanico que, paradójicamente, hace sufrir al propio trabajador, al proletario, al que los dirigentes dicen defender.
Y los recuerdos repetidos y recientes más cercanos están en el desastre de la UDP, forjado a través de paros indefinidos y movilizaciones ruidosas que hicieron de nuestras calles, el mismo escenario que actualmente vemos impotentes. Tuvo que venir un tiranuelo, al que los "chóferes" pidieron la medida de sus pantalones, a "poner orden" con los resultados que todos conocemos y lamentamos. Infelizmente, ayer ya escuché de una mujer decir: "Que vengan los militares y los pongan en su sitio", refiriéndose a los bloqueadores y huelguistas y, lógicamente, la reacción espontánea, impensada, estremece por sus connotaciones y por el riesgo que supone tanto relajo para el sistema de representación que se lleva al sectarismo extremo.
Aunque ya estamos vacunados contra curiosidades o anécdotas no es posible pasar por encima de la última petición del "proletariado organizado": la defensa de los privilegio de unos pocos, que no sólo ganan lo que ellos mismos disponen sino que pueden reducir su jornada laboral de acuerdo a sus conveniencias. ¡Qué manera de defender el proletariado!
Así como, desde hace tiempo, la izquierda no es más que el instrumento de la derecha; también el mercado ha distorsionado muchas actividades humanas haciéndolas deshonestas; pero será para comentar en otra ocasión.

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