martes, 1 de julio de 2014

ADIOS AL SINDICALISMO

Aunque hace tiempo que estaba en agonía, ahora ya se puede afirmar que el sindicalismo ha muerto y sus enterradores han sido los que fungían como dirigentes. Como tampoco ya podemos sorprendernos de nada, lo que han hecho los dirigentes de la COB y otros sindicatos aislados, es oficializar el partidismo que de ellos se había apoderado hace décadas, cuando las "banderas de abril" fueron el escudo para tapar el partidismo. No hay pues nada nuevo.
Lo que resulta ridículo es que los miembros del fallido Partido de los Trabajadores, que era la sigla con que pretendían intervenir en las elecciones, critiquen ahora a los actuales dirigentes cobistas por haberse entregado al oficialismo y participar de las cuotas de poder que repartirá el sectarismo.
Como decíamos hace unos días, lo que está sucediendo en el panorama electoral y los aconchabamientos que se están dando, no hay que confundir con el corporativismo que es un sistema de representación por gremios, en un parlamento que tiene sus recaudos para evitar el sectarismo y perseguir el bien común. Lo que estamos viendo con claridad es que ahora no importa ni la ideología ni el programa de gobierno sino el reparto de la institucionalidad, aunque es paradójico que así lo percibamos, y este es el mal mayor de una democracia que, en lugar de mejorarla y profundizarla, la estamos rifando y mercantilizando al extremo.
Lo peor de este ambiente electorero y de democracia fingida es que se quiere esconder una verdad que duele más que todo: La ausencia de líderes e ideologías. Porque no se ven ni en el oficialismo ni en la oposición y ya la gente empieza a inquietarse ante la vacuidad que presentarán las papeletas electorales.
Se pueden hacer mil o más programas de gobierno con una serie de listados y promesas; pero lo que no se puede elaborar de la noche a la mañana es un planteamiento político, un proyecto nacional, una estrategia de crecimiento donde se privilegie la colectividad, la sociedad, el bien común, es decir, eso que conocemos como socialismo.
Y, peor todavía, ahora que se ha enterrado el sindicalismo, aunque su cadáver seguramente se usará como excusa para mil y un infamias; pero se está haciendo, lo mismo desde el lado del caballo del corregidor como de los que se dicen oposición pero no dan pie con bola.
Lo que hay que reiterar para evitar confusiones, es que no se trata de corporativismo sino de aconchabamiento, de "junthucha" al estilo de la extinta UDP, de intereses sectarios donde lo mismo está ausente la patria como el sindicato.

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