lunes, 30 de junio de 2014

DIGNIDAD Y ORGULLO

Muchos han debido escuchar las declaraciones de la "cholita paceña" que afirma que estaba orgullosa y que, antes, las discriminaban mucho a las vestidas de pollera nacional.
Porque hay que inferir que, ahora, ya no necesitan que nadie las discrimine y se bastan solas para hacer lo mismo que criticaban. Porque si la situación fuera de cero discriminación, no habría un concurso especial para cholitas y chotitas y cada cual podría presentarse con el vestido que eligiese o le cayese mejor. Pero la realidad es diferente, seguro que en un concurso para "miss" tal o cual nadie esperaría que se presente una vestida de pollera paceña, cochabambina o tarijeña, para sólo citar algunas.
Por todo esto es sospechoso que el actual Canciller nos venga con aquello de la identidad y el orgullo que finca en que las manecillas del reloj den la vuelta de un modo u otro y cuando los miembros de su gobierno no pierden la oportunidad para discriminar entre "indígena-originario-campesino", "interculturales", "afrobolivianos" o de la derecha o la izquierda y se nieguen a aceptar la realidad nacional que, por encima de sofismas étnicos o tribales, nos habla de mestizaje.
Porque si hay que sentir dignidad y orgullo, no es por contradecir el "reloj del norte" sino por sentirse mestizo sin importar cuánto de afros, quéchuas, aimaras, guaraníes o urus corra por nuestras venas que vivimos una realidad de mezcla que se remonta no a la colonia, simplemente, sino al crecimiento del Imperio Incaico y aún antes.
Cuando se hacía especial hincapié, a instancias de las ONGs, en hablar sobre discriminación, prejuicios racistas y otros temas, lo que nos asaltaba era la sospecha que el futuro sería peor; porque lo que se perseguía no era unir sino todo lo contrario. A tal punto que las etnias resultaron prevaleciendo en contra de los pueblos y las naciones o las minorías sexuales desorientadas, por decir algo, en contra de la normalidad o prevalencia mayoritaria. La realidad nos está dando la razón incluso en este período electoral donde lo que se está imponiendo es el sectarismo, la discriminación, el prejuicio y la conveniencia porque no se fundan las "alianzas" en afinidades ideológicas o programáticas sino en convenios de reparto de "cuotas de poder", es decir, curules o espacios administrativos y no lo decimos nosotros sino los dirigentes de los propios sindicatos o aliados.
Lo que nos ha faltado siempre es dignidad y orgullo nacional, es cierto; pero no lo vamos a conseguir si persistimos en el error de ver las cosas con tanta ramplonería como muestran los defensores del reloj o de la discriminación efectiva.

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