sábado, 31 de mayo de 2014

LOS PROTAGONISTAS

Si se detiene a reflexionar un poco sobre lo que lee, escucha o ve, llegará a la conclusión que eso del mensajero o del intermediario entre la noticia y el consumidor, es un mito. Porque, especialmente, en el área deportiva, donde no sólo se anuncia a los protagonistas sino también la "palabra autorizada" de fulanez, no es más que un teatro para montar y presentar al verdadero protagonista: el impostor.
Claro que mucha de la culpa la tiene el propio público que, por ejemplo, ve la televisión, escucha la radio o compra el diario, para comprobar o quién sabe qué de lo que él mismo ha visto pues ha asistido al partido o el evento de que se trate. Y no es una fantasía y seguramente usted mismo ha pasado por tal situación.
Pero las cosas han llegado a tal grado que los "periodistas" ya no roban el protagonismo a politiqueros, artistas o deportistas sino que han asumido la calidad de expertos en arte, en culinaria, en orfebrería o música.
Ya no es pues importante que mengano haya descubierto esto o lo otro sino que fulano o zutano  le de espacio en su columna o su programa y, una vez más, le robe el protagonismo en sus propias narices algo que se puede comprobar hasta en los más improvisados "comunicadores", que como hemos visto, ya no son tales.
Y como ya no es preciso referirse al origen de la información o del informante, hay que dar rienda suelto al desenfado, el despropósito, a la falta de respeto del lector, el oyente o el televidente que es lo que más patéticamente se ve en estos días.
Se hace gran escándalo con el próximo lanzamiento del adminículo de moda; pero no se hace ninguna referencia a los programas científicos o tecnológicos que lo han hecho posible sino a su costo o su presentación y, también entonces, salta como protagonista el vendedor o "periodista" que le muestra la novedad como si fuera suya, como si fuera un experto o fuese de su creación.
Ni en el fútbol, la politiquería o el arte, los protagonistas son ya los futbolistas, los demagogos  o los pintores sino los "presentadores", los de la "palabra autorizada" o la "voz imparcial"; por lo tanto, los impostores.
Y si quiere comprobarlo, no tiene más que reflexionar dos segundos sobre lo que lee, escucha o ve.

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