Hace unos días Eduardo Galeano confesó que no volvería a leer su obra: "Las venas abiertas de América Latina" y tiene toda la razón porque es repugnante; no por la forma cómo se ha escrito sino sobre lo que trae a luz: la perfidia del "hermano mayor" que durante décadas ha obligado a nuestros pueblos a alienarnos a su política y alinearnos con su geoestrategia que no era más que un tira y afloja entre polos aparentemente opuestos y que sólo perseguían el mismo fin: el materialismo.
Pues eso fue la llamada pendulación, "guerra fría" o lo que quieran llamarle al reparto del mundo posterior a la denominada segunda guerra mundial, después que los intereses de los ricos y los especuladores chocaran con obstáculos que reclamaban una mayor equidad en el trabajo y la explotación de los recursos naturales y que es lo que la historia contemporánea esconde hasta hoy sobre los motivos del conflicto, los grandes negocios llevados a cabo y la forma solapada cómo se creó el "paraíso de los trabajadores", para seguir explotándolos.
En el caso de Bolivia hay también mucho por descubrir no únicamente en la forma cómo se violaron los derechos elementales so capa de revolución sino en el manejo servil de nuestra economía que quedó bajo el influjo del poder del norte. A tanto llegó la humillación, porque ahí se llegó, que cuando un aviador boliviano tuvo un accidente con un avión de pasajeros norteamericano, la Casa Blanca retuvo el cargamento de estaño que estaba en sus puertos, mientras el gobierno del Palacio Quemado no asuma la responsabilidad del accidente y así se hizo aunque los mismos tribunales aeronáuticos, después de varios años, le dieron la razón al piloto nacional que fue más bien la víctima del accidente. No resulta entonces nada curioso que hayan sido los gobernantes bolivianos que hicieron el "stock pile", con nuestro estaño, para después ser chantajeados con esas existencias en cuanto se reclamaba un mejor precio del mineral. Y así hay infinidad de ejemplos como la subvención a las cárceles y los campos de concentración que se establecieron para sostener a los "compañeros", mientras éstos se dedicaban al usufructo del contrabando y las aduanas en detrimento y perjuicio de los intereses de la patria.
Contrariamente a lo que dice su autor, hay que releer la obra permanentemente para no olvidar cómo se manejó el destino de los latinoamericanos para sostener y solventar el poder del dólar, mientras nuestras venas siguen sangrando.
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