Ayer nos lamentábamos sobre lo que viene ocurriendo con la educación en Bolivia y hoy hay que hacerlo con eso que, eufemísticamente, llamamos democracia.
Porque lo que nos viene descubriendo, una vez más, la campaña preelectoral es que no hay intención alguna de profundizar el sistema representativo y todo quedará en agua de borrajas. Claro que la madre del cordero es la Constitución neoliberal aprobada por los constituyentes y que contiene verdaderas aberraciones al momento de definir lo que es Bolivia y ahí está el Art. uno para comprobarlo. ¿A quién echar la culpa? ¿A los constituyentes que eran pura voluntad pero sin conocimiento? ¿A los "metiches" que actuaron bajo el paraguas de las ONG y que lo confundieron todo? ¿Dónde estaban los sabios que hoy aparecen como líderes, candidatos o desgarrándose las vestiduras?
Porque la aprobación del Reglamento para la formación de las nuevas circunscripciones puede agudizar el tema de la discriminación y sectorialización. Y si no que lo digan los propios miembros de la COB, como partido, que se han subido al caballo del corregidor y que no pueden hacer otra cosa que complicar la situación de la democracia, del bien común, de la comunidad. Y los llamados opositores, en lugar de majaderías, debieran haber propuesto hace tiempo la reforma de la CPE que no traduce ni socialismo, ni construcción o constitución y tiene más agujeros que barco pirata que se va a pique.
¿Qué es eso de uninominales, plurinacionales, o especiales? ¿No fue acaso el distractivo de los neoliberales para no mejorar la democracia en Bolivia? ¿No fue parte de la dependencia que nuestros gobiernos aceptaron so capa de "revolución nacional"? ¿Hasta cuándo vamos a seguir sembrando nabos en las espaldas de los bolivianos?
Lo del reglamento es lo de menos y también la imposibilidad de hallar candidatos que realmente representen al pueblo y la democracia; lo que está mal es que nos contentemos con distraer la perdiz y seguir escondiendo farsas electorales como la "democracia del cero", la democracia de mercado o pluris, unis y otros absurdos, que no hacen otra cosa que comprobar que la democracia sigue siendo una utopía; peor aún cuando la demagogia y la politiquería se han robado el escenario.
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