Dice muy bien Martín Fierro que mucha gente que habla y habla hace como los teros: "que en un lao pegan los gritos/ y en otro ponen los güevos"; porque esto de la libertad de expresión, del día de su defensa o el desgarrarse las vestiduras por lo que otros hacen, lo mismo que los que se echan ceniza en la cara, es pura hipocresía.
Ayer nomás en el Paraguay, un jefe de policía repartió sobres con dinero entre sus agasajados: los periodistas y sólo dos de ellos los rechazaron y no vamos a decir que estuvo bien de una u otra parte pero es la constante que se mueve en el mundo; aunque no lo aceptemos y aunque todo es relativo. Así como hay periodistas dignos de respeto hay otros que cobran sus servicios y los venden como cualquier mercancía porque también entre los contratantes, hay la creencia de que todo tiene un precio y habría que preguntar por qué algunos "sindicatos" tienen incluso planillas donde figuran los gastos que se hace entre los de "la prensa". De otro lado, hay gran cantidad de literatura que denuncia la forma cómo se manipula la información en el mundo y desde los testimonios de los propios periodistas hasta los financiadores del manoseo, es difícil desconocer la realidad.
Nos consta que, algunas veces, cuando uno no se aviene al ambiente de corrupción existente no sólo que pone en riesgo su propia seguridad sino que hasta sus "dignos" colegas cuestionan su proceder y hasta es paradójico que en el seno mismo de un sindicato del sector, se hayan dividido los afiliados entre los "éticos" y los otros a raíz de la denuncia y procesamiento de los que ya no se podía afirmar que eran independientes, imparciales o como quiera llamárseles.
No existe libertad de expresión clara y contundente en el mundo y en lugar de tratar de esconder esta realidad, lo que hay que hacer es aclarar; debatir sobre el tema, identificar a quienes verdaderamente persiguen un ambiente de libertad y aquellos que sólo quieren apañar lo que ellos hacen. Sería más saludable que remitirse a declaraciones o protestas.
Hoy, dizque, se celebra el día mundial de la libertad de expresión; pero es como cualquier día instaurado para esto o lo otro, no tiene otro objetivo que distraer la atención, que llevar las aguas al propio molino, que ver la paja del ojo ajeno sin mirar la viga en el propio.
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