Como toda mercancía que se precie, también la red de Internet tiene su día y algunos se animan a ver sus defectos y virtudes.
En primer lugar, hay que admitir que no es la primera vez que la gente se queda asombrada ante las posibilidades de la comunicación; con el correo regular, el teléfono y la radio sucedió lo mismo y ya vemos lo que sucedió posteriormente pues no sólo que la tecnología, en cierto modo, los superó sino los hace temblar ante la posibilidad de su extinción.
Como siempre que el cientificismo trata de apantallarnos nos llena de propaganda sobre esto o lo otro, escondiendo bien sus defectos y hasta posibilidades de manipulación. Hay que releer la obra de Bradbury, "Fahrenheit 451", para tratar de comprender si, efectivamente, avanzamos o retrocedemos.
De otro lado, alguien afirmó que la corrupción del lenguaje, es el primer paso para la corrupción de la especie y no hay más que ver muchas de las páginas de Internet para comprender cómo el manejo del idioma se ha relajado que, antes que una muestra de creatividad o iniciativa, no es más la demostración de las flaquezas en el manejo de la lengua y, por consiguiente, en la comprensión de la realidad. Por lo demás, un gran porcentaje de lo que compone las redes sociales no son más que superficialidades, para no decir algo más contundente, y sufrir esas muestras de tanta ociosidad intelectual no es ciertamente lo más aconsejable.
Que tiene virtudes, puede ser; pero no las suficientes para dejar pasar sus defectos y, entre ellas, la falta de lectura que se fomenta e incentiva de muchos modos, aunque pareciera lo contrario, ya que saber leer no sólo significa interpretar el alfabeto sino comprender el orden y el uso de las palabras; es como cierta anécdota de quien aprendió lectura veloz y se jactaba de haber leído "la guerra y la paz" en pocas horas y resumía su hazaña diciendo: creo que tiene que ver algo con la guerra.
Todo esto, independientemente de las deficiencias técnicas que no se logran superar como el costo y la velocidad que siguen siendo las taras de la comunicación en Bolivia, por mucho que haya voluntariosos que quieran hacernos ver las cosas al estilo de Campoamor diciendo que nada es verdad ni es mentira sino del cristal con que se mira.
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