Cuando uno ve la televisión, escucha la radio o, a veces, lee los diarios llega a la conclusión que el lenguaje está perdiendo cada vez su esencia en la comunicación. Y es que la mayoría de los licenciados en "comunicación" carecen de lo elemental: el uso de su principal instrumento de trabajo: el idioma que, teóricamente, debiera ser su fuerte.
Como hace bastante tiempo que se ha perdido el respeto al oyente, televidente o lector lo impostores pululan por doquier y apelan a la sonrisa cínica o la carcajada para tratar de esconder sus deficiencias lamentables no únicamente en el uso del lenguaje sino en la información en general.
Cualquiera diría que es algo imprevisto y hasta parte del fracaso de la Universidad; pero como la historia nos enseña que nada hay de casual, debemos sospechar que se trata de un acto deliberado por banalizar la comunicación pues esta insurgencia de los mediocres se acompaña con la irrupción de series, telenovelas o espectáculos cuya chabacanería es evidente aunque pase eventualmente disfrazada.
La banalización de la información, la manipulación de los medios, la alienación de la gente con la vulgaridad, trae un claro beneficio para quienes mantienen el poder en el mundo: No se ponen a analizar a los imbéciles que gobiernan la mayor parte de los países, la corrupción imperante en cada uno de ellos y el sectarismo del poder en detrimento del planeta y la humanidad.
No por nada alguien decía que la corrupción del lenguaje es el primer paso para la corrupción de la especie pues dejándose de llevar las personas por la moda, el esnobismo, la onda, dejan de pensar en su propio crecimiento y aparentan las del mercado: o sea, con que consuman, aunque sea basura, está bien y es lo que, infelizmente, estamos viendo ahora en nuestras tierras donde la facilidad con que algunos ganan dinero no se traduce en mejora personal o familiar sino en simple y vulgar consumismo. Importa más si tienes a que seas.
Por estas circunstancias es que es alarmante el pésimo manejo del idioma y de los medios porque no es casual sino dirigido hacia la mejor manipulación de la ciudadanía en general, en todos sus estratos desde los que sienten académicos, que es quizá donde más se percibe esta deficiencia, hasta los denominados populares y sobre los que se hacen muchas olas.
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