miércoles, 21 de mayo de 2014

MALA ORTOGRAFÍA

Según algunos estudios revelados últimamente, el 40% de los alumnos de la UMSA, tiene mala ortografía. Aparte de ser un dato parcial y no muy conclusivo, pues la experiencia nos muestra que no sólo se escribe mal sino que se lee pésimamente, lo más lamentable del panorama es que los universitarios no le dan importancia al lenguaje y su uso correcto porque no han aprendido el valor del idioma.
Según las conclusiones del sistema de medición de la calidad de la educación, de hace años, los alumnos del sistema leen mal, escriben peor y no tienen razonamiento lógico; que es francamente lapidario porque está mostrando que nada aprenden y, por consiguiente, los resultados que obtengan en sus estudios posteriores serán sumamente cuestionables.
Y el hecho fundamental está en el pésimo manejo del idioma; porque no es cuestión de saber todas las reglas de la ortografía y usarlas a ultranza sino comprender que tienen un valor, que no se puede confundir cima con sima porque tienen significado opuesto y porque si se escriben bien las palabras, la etimología ayuda a la comprensión de ellas y, por tanto, al mejoramiento del idioma, de la comunicación, del aprendizaje en general.
No es cuestión de escribir como sea, porque del mismo modo se diría que hay que leer como sea. No, de lo que se trata es de entender lo que se lee o escribe porque esta práctica nos llevará a evitar  una tragedia mayor que, en cierto modo, se ha convertido en una plaga: ser de los libros que se lee; en lugar de ser lo que se ha leído; en el primer caso, se pierde la libertad y se convierte uno en un repetidor de frases que usa a diestra y siniestra sin saber de su oportunidad o no; en el segundo, la comprensión de la lectura nos lleva a una reflexión seria sobre lo leído y nos obliga a sacar nuestras propias conclusiones, con lo que se gana en libertad, en creatividad y hasta en originalidad.
No es pues lo mismo leer por leer que leer entendiendo lo que se ha leído que, aparte de la pésima ortografía, es la tara mayor de nuestros estudiantes del ciclo secundario y universitario y la que rehuyen enfrentar las autoridades o evaden los propios catedráticos porque tampoco manejan el idioma de forma conveniente y en sus "correcciones" se puede hallar una buena veta para la recopilación de lo absurdo o lo curioso.
Bueno fuese que los profesores, del ciclo que fuera, pusieran más énfasis en el control de la ortografía y el manejo del lenguaje porque alguien postulaba que es suficiente leer bien, escribir bien y tener práctica en el cálculo mental, para garantizar resultados positivos en la educación y un ejercicio diario de no más de cinco minutos puede tener mejores efectos que mil reformas.

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