Más con bombos y platillos que una reflexión urgente y necesaria, ha transcurrido el adelantado día dedicado a los que trabajan en los medios de comunicación.
En plena segunda guerra mundial, el comandante en jefe de los EEUU, Ike Eisenhower, convocó a todos los periodistas a una conferencia de prensa para darles detalles sobre una próxima operación militar que resultó ser sumamente importante; al término de la misma, les advirtió que todo lo que habían escuchado era secreto militar y, por lo tanto, no podían decir absolutamente nada.
Eran otros tiempos; hoy el periodismo es diferente no sólo porque la tecnología ha ampliado la cobertura sino porque se han colado en el gremio, comunicadores, presentadores, farsantes, negociantes y una gran variedad de fauna que hace de la comunicación algo mucho más dudosa que antaño.
Tampoco ya depende la información de las fuentes, de la capacidad de los mensajeros o de la idoneidad de los dueños de los medios; no por nada, aunque se diga lo contrario, se duda más por la evidente manipulación que se siente, por la tendencia de algunos a llevar agua a sus molinos o por la forma cómo se usa los medios de comunicación masiva, casi, casi dedicados exclusivamente a la propaganda, es decir, al mercado; a tanto ha llegado la situación que es lícito preguntarse si los que aparecen en la televisión, especialmente, son periodistas, comunicadores o simples y vulgares vendedores.
De otro lado, no hay duda que los medios se influyen a sí mismos, conformando las cadenas internacionales, o haciendo simples sucursales a otros canales, radios o televisoras, que es lo que actualmente más se ve. La información ya no importa, ni la imparcialidad ni el correcto manejo del lenguaje; por eso es que se han adoptado términos como "trucho", "chuto", "implementar" o cualquier otro que no hacen sino reflejar una gran carencia: la falta de conocimiento del idioma, que es como contratar a un albañil que no sepa para qué sirve la plomada o el badilejo.
Pero así vamos confiando en el sofisma que una imagen vale más que cien palabras, aunque la misma esté montada, trucada o lo que fuera pues la tecnología actual nos permite manejar la imagen de mil maneras.
Mucho se ha hablado, en los últimos días, sobre lo dicho por García Márquez respecto al periodismo; pero no se ha hecho mención también a las profusas y profundas críticas que sobre el periodismo actual ha vertido en algunas de sus obras.
En fin, felicidades a todos los que fuimos creados en las oficinas de redacción, de forma autodidacta o que recogimos la afición con todas sus virtudes y defectos.
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