Cada vez hay menos noticias en el mundo, entendiendo como la información sobre una novedad; al parecer se ha estandarizado todo en el espectáculo y aparece como primicia, como "notición" o como eso que se conocía entre nosotros como "la pepa"; el que, una vez más, tal o cual cantante o actriz haya dejado ver más de sus intimidades o que fulano o zutano se halla más enredado con mengana o perengana o que el cantante tal o cual se ha vuelto o ha confesado ser o no gay.
Lo mismo pasa en los medios locales donde la noticia apenas si apunta alguna vez y los informativos se pasan viendo propaganda directa o indirecta y donde nos hacen creer que tal o cual medio es mejor o peor porque enseña mejores escotes o piernas o rostros bonitos. Si ya no es noticia que un perro haya mordido una persona, ni siquiera ya lo es que ésta haya mordido aquél porque no se acompaña la crónica con las recomendaciones de tal o cual marca sobre la rabia.
De buenos programas en la televisión ni hablar; los más buscan hasta lo chabacano para atraer clientes y lo principal de la cultura, es decir el arte o la ciencia, brillan por su ausencia y si alguna vez aparecen es como una anécdota o un imperativo, como ha ocurrido recientemente con la muerte de García Márquez cuya noticia aparecía más bien como una obligación que un homenaje o el lamento de un pueblo por su pérdida.
La novedad ya no existe, no sólo porque también el cientificismo hace lo suyo por medio de un lenguaje cada vez más distorsionado por la mediocridad sino también porque ya no nos sorprende nada; como es lo que se traduce cuando se usa aquello de implementar que se usa en cocina, como en moda o ventas; pero que nada tiene que ver con su aplicación en una computadora, como se define el término según el diccionario o cuando la ignorancia hace presencia en el uso de términos que la flaqueza en el manejo del lenguaje han hecho posible como eso de "aperturar", "recepcionar", "chuto", "trucho" o muchos otros que, en lugar de enriquecer el idioma, lo empobrecen.
Con toda razón decía Unamuno: para novedades, los clásicos; porque es ahí donde continúan las vetas del pensamiento, de la reflexión, de las ideas, de la creación y la creatividad, dentro de una sociedad lamentablemente cada vez más militante del ocio intelectual.
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