Mal que nos pese tenemos que admitir que la manipulación y la mediocridad están haciendo estragos en los medios de comunicación, donde es cada vez más difícil hallar excepciones.
Unos ejemplos, mientras en Chile casi todos los medios están detrás y respaldando cualquier declaración de su presidente; en Bolivia es todo lo contrario, se actúa hormonal o manipuladoramente sin analizar siquiera los hechos para situarlos en el contexto en que están. Otro, aunque nuestras autoridades, especialmente municipales, no gozan del respaldo total de la gente ni de la inteligencia o idoneidad, se da curso a cualquier demanda sectaria por muy atrabiliaria que sea o esté en contra del ordenamiento jurídico del país; es lo que sucede con los explotadores del transporte público, con los loteadores o, finalmente, los delincuentes porque no se conocen las leyes o las bases de la democracia que se sustenta en el bien común, la voluntad general y, entonces, cualquier petición so capa de derechos pasa como si nada.
Al parecer el remedio resultó peor que la enfermedad y la irrupción de comunicadores sólo ha servido para desplazar periodistas, cultos e informados, y reemplazarlos por fantoches llenos de vanidad que no conocen de la misa la media.
Aunque alguien podrá decir que es un mal mundial; es una lástima porque lo que se resiente es la inteligencia, la verdad y eso de que tanto se dice pero no se aplica: la objetividad.
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