Como en este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira y todo es según el color del cristal con que se mira, como dijera Campoamor, ahora resulta que, para algunos, es un fracaso la última reunión del CIDH pues no se ejecutaron todas las recomendaciones y solicitudes de varios países, entre ellos Bolivia y Ecuador, respecto a la sede y el financiamiento y, otros, dicen que fue un éxito pues por lo menos se llamó la atención sobre la hipocresía. Ni una ni otra cosa; es cierto que nadie puede ser apóstol de nada si no apoya una causa, que es lo que sucede con EEUU que no ha suscrito ningún acuerdo sobre el respeto a los derechos humanos, como no lo ha hecho con el Protocolo de Kioto y otros; pero tampoco hay que negar que quien pone "la marmaja" (el dinero) casi siempre tiene la sartén por el mango y maneja la cuestión a voluntad, por sus intereses.
Pero también hay voces disonantes respecto a la elección del Papa Francisco y, lógicamente, en su propio país de origen donde lo vinculan con las tiranías militares donde no habría hecho lo suficiente para proteger a sus mismos acólitos y cófrades; lo que quiere decir, es no haber salido en los diarios o la televisión haciéndolo, lo que sería un suicidio público, porque pueden haber habido gestiones reservadas sin hacer aspaviento.
En cuanto a la demanda sobre el mar que Bolivia presentará en los organismos internacionales de justicia, no es la excepción y ya hay voces que anticipan su inutilidad, nada más porque el "indio de m...." no se salga con la suya.
Así está el mundo y por esto precisamente es que necesita urgentemente cambios en las concepciones sobre el planeta, la humanidad o el universo y debe cambiar urgentemente de paradigmas, objetivos o perspectivas porque el "a Dios rogando y con el mazo dando", no puede continuar.
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