viernes, 29 de marzo de 2013

IGLESIA-CLERO; ESTADO-GOBIERNO

Casa vez es más aguda la confusión en el uso del lenguaje; no sólo que empleamos palabras que no dicen nada o quién sabe qué, y hay ejemplos a lo largo y ancho del mundo, sino que persiste, con peores consecuencias, esa casi habitual confusión que se hace entre Iglesia y clero o Estado y gobierno, como supuestos más patéticos.
A la crisis ya indesmentible del clero, verbigracia, se trata de comprometer a toda la Iglesia, es decir, a todos los creyentes llevándonos a extender cierta forma de ateísmo que no es real y ni siquiera cercano a lo que la gente busca en el planeta pues las formas de conocer, de conocerce a sí mismo, de buscar la trascendencia o la fe como tal son mucho más intensas que en cualquier otra época y donde también pescan los oportunistas, los sectarios o los sofisticadores.
Lo mismo sucede con eso del Estado laico. Algunos creen que por ser tal, desde la misma creación de la república, las autoridades no pueden mostrar religiosidad o tener fe en algo; y es que se confunde, a veces intencionalmente, el laicismo con el ateísmo. Bolivia ha sido y seguirá siendo una nación laica; o sea, no teocrática o en manos y gobierno del clero; pero eso está muy lejos de parecerse siquiera a un Estado no creyente, para no decir ateo y una de sus expresiones más ricas de su cultura es que lo que ha hecho en el sincretismo entre la religión traída por los conquistadores y las creencias, tradiciones y usos del Incario, para no ir más lejos.
Mientras sigamos confundidos o dando paso a la confusión que se maneja arteramente, más tardaremos en plasmar esa identidad por la que estamos trabajando hace siglos. Ser nosotros mismos, en busca de trascendencia, de espiritualidad, de fe.

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