Aunque todavía afecta de forma diferente a todos; a unos con restricciones, recortes y sus consecuencias en el salario y el empleo y a otros con simples falencias financieras, lo cierto es que la crisis parece que no se puede ir y seguirá profundizándose con el correr de los meses.
No hay que ser experto ni entendido para ver cómo no hay solución porque mientras se pide a los otros que paguen las consecuencias de lo que no hicieron, los autores y actores del pésimo manejo de la economía no quieren darse por enterados realmente del problema.
Con este panorama el sistema especulativo del dinero tiene que acabarse aun cuando las consecuencias sean eventualmente desastrosas para nuestros pueblos porque ya no se puede sostener una tramoya que no sólo se maneja de manera nada transparente sino que crea gobiernos fantasmas y en las sombras que están por encima de los intereses y necesidades ciudadanas.
Muchos dirán que así como se vencieron muchas crisis que afectaron el sistema en el pasado, también se encontrarán las respuestas para revertir los efectos de la crisis sobre los ricos; pero es precisamente este también que abre la posibilidad de un cambio radical en el sistema económico y financiero del mundo y una derrota del espíritu especulador con que se ha manejado el dinero desde tiempos inmemoriales pues ya no es fácil mantener en la penumbra que mientras hay ricos que ganan de lo que nada hacen, haya pobres que se mueren de hambre por sostener el sistema.
Lo previsible es que en el segundo semestre de este año, empecemos a ver un serio deterioro de la propia crisis y es de esperar que nos encuentre preparados para soportar el vendaval que puede desatar.
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