Se acerca el 23 de marzo y así como las instituciones se preparan para rendir homenaje a la memoria de Eduardo Abaroa, hay cierta expectativa sobre la demanda internacional que Bolivia podría presentar en los tribunales internacionales de justicia, respecto a la devolución de costas y territorios.
Aunque,como es lógico, el asunto se analiza con mucha reserva, no está demás tomar en cuenta la propia declaración de los miembros de la oligarquía chilena que, en reiteradas oportunidades, no han ocultado la usurpación, la injusticia y la violencia con que actuaron, antes, durante y después de la guerra que enfrentó a Bolivia y Perú, contra Chile, por motivos manejados astutamente por los intereses de la corona británica.
Desde aquella que decía que conocían que los territorios eran ricos y por eso los tomaron, hasta las últimas de Piñera que, hipócritamente, habla de soberanía cuando la raíz del conflicto y la posición digamos regular de la diplomacia chilena nunca ha tenido visos de atender a tal "soberanía"por cuanto casi siempre ha actuado a merced de la presión o los intereses de otras potencias; tanto en la "guerra del Pacífico", como en el enfrentamiento entre argentinos y británicos en Las Malvinas.
Por lo demás, cualquier tribunal con un mínimo de sentido común, con dos dedos de frente, como dice el vulgo, y una pizca de justicia no puede dejar de atender nuestra demanda porque, de lo contrario, sería desmentir que en el mundo haya un ambiente de derecho o que la fraternidad sea un objetivo de la humanidad.
Hay pues sobradas razones para tener esperanzas pero, por ello mismo, hay que evitar la demagogia y cierto patrioterismo a que los politiqueros están acostumbrados.
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