Tal vez, como una consecuencia de lo destapado en México, también en la ciudad de La Paz, se han hecho conocer denuncias por malos y arbitrarios manejos de las cuotas sindicales de los aportantes a la Federación de Maestros Urbanos donde se sospecha que 59 millones de Bolivianos habrían sido malversados en pagos de dietas, préstamos y otros por los dirigentes de anteriores gestiones.
Una de las "conquistas" de la "revolución nacional" fue el "fuero sindical" que lo mismo se aprovechó para evitar la persecución gubernamental como para participar en los negociados de la administración pública, desde la compra de bicicletas hasta las de latas de manteca que, en su momento, han sido algunos de los escándalos que se cubrieron con los polvos del olvido y la impunidad.
La sindicalización en Bolivia era obligatoria y, por consiguiente, el pago de cuotas mensuales y no había manera de evitar la extorsión; era decimos porque según la nueva ley de reforma de la educación se ha convertido en una sindicalización voluntaria y ya no tendrían que cobrarse las cuotas como se sigue haciendo, por planilla, lo que, quizá, sea el motivo de cierto silencio de las dirigencias trotskistas, cuando siempre hacían revuelo e inicios del año lectivo con o sin motivo y que, este período, ni se ha notado.
En todo caso, el asunto del negocio de las cotas sindicales hay que destaparlo completamente para acabar con el sistema de dependencia-corrupción-impunidad que nos legaran las "banderas de abril" y se practicaba lo mismo en el Palacio Quemado que algunas sedes sindicales.
El sindicato no puede ser arma de extorsión y, menos, por el vil metal.
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