Muchas veces ha sucedido en la historia que se ha dicho algo y se ha aplicado textualmente o de modo tan lato que ha servido para todo.
Es lo que ocurre con las palabras del Papa actual que después de decir que lo habían llevado desde el "fin del mundo", no sólo que se toma como una referencia geográfica sino también como si fuese el último, o penúltimo, Papa y la alusión se referiría al fin de las cosas, tal como se conocen, es decir, a un cambio tan trascendental en el planeta que muchas instituciones dejarán de ser y se erigirán otros paradigmas o, si se quiere, otros ideales en sustitución de los vigentes como la ciencia, la política, la religión o la economía.
En realidad, la propia historia nos muestrra que por detrás, muchas veces, de las palabras se han escondido intenciones diferentes; tal y como se manipulan las estadísticas para excusar alguna acción o se exigen condiciones para tal o cual cosa; como está ocurriendo con aquello del "corralito" en las cuentas bancarias de los que menos tienen, para seguir en el sistema de explotación y especulación de los más avariciosos y que es la base del sistema económico del planeta.
En todo caso, no sólo habría que optar por la especulación filosófica o semántica de las palabras sino también por la profundización del conocimiento individual y colectivo, de modo que la lengua adquiera, otra vez, su carácter de instrumento de comunicación y no de sofisticación o desinformación como es la tendencia de los medios actuales.
Sea una expresión con caracteres de identificación geográfica o de otras connotaciones, con seguridad que el tiempo nos dará mejores luces y, al parecer, no después de mucho tiempo ahora que las crisis que se van sumando y sumando.
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