Hay que vivir en Bolivia para sentir lo que significa que, de una parte, haya un ignominioso despilfarro de recursos y dinero; mientras, de la otra, se acuerdan restricciones para recortar presupuestos destinados a educación, salud o infraestructura. Aunque es una constante en los países del "tercer mundo", afecta también ahora a los que se ufanan de ser desarrollados o grandes y la crisis europea tiene muchas facetas que todavía hay que estudiar y ver cómo van a manifestarse en la caída del materialismo mundial que, curiosamente, tiene entre sus opositores a la "izquierda de la izquierda" dando por sentado que hay una una izquierda de la derecha o al revés.
El tema no es saber o determinar dónde empieza la izquierda y termina la derecha sino de establecer nuevos modelos de vida, de economía, de política; porque los hasta ahora existentes si no han sido insuficientes han terminado en la frustración porque sus militantes han sido captados por el consumismo. A la hora histórica de hacer un balance y determinar a quién le debemos más decepciones, si a la derecha explotadora o la izquierda anarquizante, tendremos también que elegir nuevos paradigmas, nuevas filosofías o rescatar aquellas que fueron vencidas por "la razón", la "dialéctica" o el simple servilismo al vil metal.
Pero mientras continúen los recortes en presupuestos tan sensibles como los de educación, salud o infraestructura y siga el despilfarro de unos pocos que se dan modos para continuar desviando el dinero de todos hacia sus insaciables bolsillos, la justicia seguirá siendo la gran ausente y no importa si la derecha o la izquierda quieran reivindicarla porque, primero, tendrían reivindicarse ellos mismos.
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