A impulsos de la demagogia derechista, ampliada por su similar izquierdista; los humanos nos hemos convertido en simples usuarios de derechos; pero hemos perdido el horizonte de nuestros deberes. Por eso es que se dan situaciones conflictivas donde los unos colisionan con los otros.
Es el caso de las comunicaciones; por disposición de la Constitución Política del Estado, los derechos humanos básicos y una serie de disposiciones complementarias, todos tenemos derecho a la información, a la cultura y hasta a la diversión. Pero he aquí que, en Bolivia, se anuncia el "apagón" de la comunicación satelital porque, teóricamente, quienes poseen las respectivas antenas no pagan nada y deben hacerlo. Paralelamente, se hace eco de la presión de las mal llamadas "cooperativas" de comunicación que, en las últimas décadas, se han convertido en verdaderas empresas anónimas y cuyos destinos se manejan entre unas cuantas personas; a tal grado, que ha tenido que intervenir la autoridad respectiva, en el caso de Cochabamba, para recomendar una nueva elección de los consejos respectivos pues mientras unos votaban dos veces, otros no tienen oportunidad de ejercitar su derecho a la elección libre.
Pues bien, mientras se niega el acceso a la información, la tecnología y la cultura, por un lado, se olvida la obligación que tienen los "cooperativistas" de actuar de acuerdo a ese espíritu, por el otro; condicionando un ambiente donde no valen ni los derechos ni las obligaciones.
En realidad, algo típico de las democracias de mercado, las seudodemocracias o el espíritu liberal que se mueve a través del sofisma del libre mercado; que no es más que el aprovechamiento sectario de las necesidades y aspiraciones de los hombres y de los pueblos.
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