Aunque algunos creen que el neoliberalismo se reduce al mal manejo de la economía; no es así pues también se involucra en cuestiones de unidad y hasta discriminación.
Cuando la ex URSS tuvo que intervenir en la llamada segunda guerra mundial, al lado de su aparente polo opuesto, el capitalismo norteamericano, no sólo que se olvidó de principios, ideologías y programas sino que recurrió a viejas tradiciones, himnos y leyendas sobre el poder zarista para tener cierta unidad en su intervención bélica, porque el ejército bolchevique nunca fue del agrado del común de las gentes; una muestra de cómo se pueden manipular las masas o, si se quiere, la ignorancia o el fervor de la gente.
Hoy, al revés, se manejan muchos sentimientos que llegan incluso donde no debieran, aunque otros dirán que es precisamente el mejor para el comercio: el deporte. Es lo que ha ocurrido en Barcelona que fue el campo donde dos equipos de fútbol midieron sus fuerzas y se tiñó de la bandera separatista que hace tiempo flamean los catalanes con varias formas de interpretación y de gustos y sabores. También en Santa Cruz se movieron "sentimientos" regionalistas y se sigue haciendo, con el único objetivo de no claudicar en el afán separatista que es impulsado por los latifundistas orientales que quieren permanecer al mando de la mamadera del centralismo que, curiosamente, en los últimos seis decenios no se ha dado en torno a la sede del gobierno sino a esa ciudad, puesto que se destinaron 85 de cada 100 dólares de inversión, sin que nadie sepa a dónde fueron a parar, aunque la sospecha colectiva apunta a los nuevos ricos que se hicieron potentados, latifundistas y mayoristas de varios negocios no siempre dentro de la ley y que ahora pagan todos con el ambiente de inseguridad que es cada vez más agudo en su calles y avenidas.
Los afanes separatistas hay pues que catalogarlos como parte de las estrategias neoliberales por mantener al mundo desunido, que es la mejor forma de continuar explotándolo en beneficio de unos pocos.
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