A raíz de la llegada de la reina Sofía de España a Bolivia y la crítica a los homenajes protocolares que como dignatario de Estado se le brindaron, habría que hablar también del servilismo que han demostrado otros "personajes" en su visita al oriente.
A principios de la década de los setenta del siglo pasado y ante la controversia que se creó por el carnaval cruceño y su tendencia a imitar lo brasileño, algunos actores creyeron salir en su defensa y, en una obra de teatro, "recrearon" la fiesta del dios momo en la ciudad, prácticamente, hasta entre las sábanas de los reyes católicos.
Aunque no es raro que algunos bolivianos presuman de la "sangre azul" de sus venas, algo tan inconsistente como querer demostrar la "sangre negra" de los ancestros altiplánicos, es diferente a ese servilismo, esa facilidad en la columna vertebral, para caer de rodillas ante nadie, tal y como lo hiciera el que actualmente es alcalde de la ciudad oriental. Pero la realidad es esa.
Pero lo que colma la paciencia es que mientras se critica la actuación oficial se muestra servilismo ante un personaje que, curiosamente, sólo representa a España oficialmente, pues es griega de nacimiento y de linaje no íbero.
Mas, las cosas están como están, lo que nos demuestra que todavía falta mucho para descolonizar la mente, que es lo primero que hay que liberar para ser auténtico e independiente; y es lo que muchos bolivianos queremos para no parecernos a nadie porque nos consideramos diferentes por una variedad de razones y circunstancias que alguna vez quizá podamos explicar para que nos entiendan cómo funciona nuestro espíritu de libertad.
Lo que no quiere decir, de ninguna manera, que desconozcamos la realidad actual del mundo sino más bien todo lo contrario; pues es esa distorsión en la historia de la humanidad lo que nos lleva a buscar la diferencia.
Mientras tanto, quedémonos con la diferencia entre el trato protocolar y el servilismo de algunos pocos.
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