Hay un tema que muy pocos se animan a tocar y se refiere a la técnica del transplante de órganos. Y es que se han presentado algunos casos donde, al parecer, no sólo se sustituye una parte del organismo físico sino que también se incluye otra de lo que podríamos llamar, de acuerdo al conocimiento y punto de vista de las personas, alma o espíritu.
Últimamente personas o instituciones ligadas a la salud han estado insistiendo en que no se proceda al transplante indiscriminado, por ejemplo, con órganos de delincuentes ejecutados o muertos en la lucha contra la delincuencia porque podría ser cierto que las personas, además del músculo que se recibe, en el caso de un corazón, reciban también eso que Unamuno llama la razón cardíaca y que otros filósofos o místicos han dado por obvio cuando decían que el cerebro no conoce las razones del corazón.
En la literatura existen varios casos de transplantados que, sin querer ni desear, de pronto se ven asaltados por recuerdos o inclinaciones que no tenían y, más bien, correspondían al donante; es el de una persona que se puso a componer y gustar de la buena música o, la de otra, que después de la intervención quirúrgica "comprendió" que tenía aptitudes para la pintura y el arte en general, cuando antes ni siquiera percibía bien los colores.
Aunque los ejemplos de los casos revelados abarcan casi estrictamente los del corazón; todavía no sabemos qué más se puede decir del resto de órganos y, entretanto, convendría ser prudente y, por lo menos, poner la cuestión en debate y no esconder lo poco que hasta ahora se sabe.
De otro lado, habría que investigar por qué algunas culturas de la antigüedad abandonaron ciertas técnicas, como la clonación, verbigracia, pues existieron y la de trepanación entre los incas es ya irrefutable, aunque todo queda ahí y no se conoce más.
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