No es sorprendente que en cierto programa de preguntas y respuestas, se haya consultado sobre al afán excesivo de títulos, la exacerbación sobre los cursos de post grado, etc, y se haya designado tal manía por la de titulitis.
Porque así como el nuevo negocio en auge en muchas universidades latinoamericanas es ofrecer cursos suplementarios, con derecho a nuevos títulos, así también se nota entre los alumnos un afán exagerado por el título, no por los conocimientos, porque se empeñan en que se les dote de licenciaturas, maestrías o lo que fuera, con apenas llenar las horas académicas que, en otras épocas, apenas si servían para completar una carrera. Dicho de otro modo, lo que se está hipertrofiando es el cientificismo.
Quienes se apuntan a repensar la universidad, hace tiempo que llamaron la atención sobre estas aficiones y manías y también sobre ese lenguaje seudotécnico o "meritocrático", que no sólo atenta contra la lengua en general sino la moral, aunque no parezca.
La forma en que se quieren conseguir títulos y cartones, en estas tierras, ya fue criticada por uno de nuestros buenos escritores, Medinaceli, que en una de sus obras nos habla del "huayralevismo", que no es sino la afición por los latinajos, la pose de intelectual y la alienación a las modas del tiempo; chistera, frac o levita. bastón o paraguas o, como hoy se aparenta, teléfono móvil y "tablet", son los signos más visibles de estos nuevos comportamientos; aunque, como vemos, no tan nuevos.
Lo más lamentable es que esta tendencia negativa es más perceptible entre los jóvenes, entre los que recién salen de las aulas o los que todavía están en ellas, que ya se desesperan por los títulos y cursos complementarios; pero no por la especialización o el mejor y más eficaz conocimiento sino simplemente por el cartón en sí, que es lo que vale en el "curriculum vitae" o el "ridiculum viditay" de que hablaba cierto socarrón. Y es más lamentable que quienes hacen manifestaciones, protestas y otras estupideces so capa de especialización o títulos, sean los que aspiran a enseñar; tanto en las aulas primarias, secundarias o universitarias, donde es ya sumamente difícil distinguir quien es quien entre tantas cáscara y ausencia de frutos verdaderos.
Si hacemos un análisis de la historia de nuestras naciones podemos llegar a la conclusión que esta moda de titulitis, puede ser tan nociva como la alienación al francesismo, el italianismo o cualquier otros ismo que nos ha privado de tener más hombres y mujeres caracterizados por su autenticidad.
Y tampoco es raro que esta titulitis esconda un nuevo negocio, al que han ingresado tanto las universidades públicas como privadas, pues de vender y no de otra cosa se trata.
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