Hay una vieja canción que dice: "al amor con el amor/ al desdén con el desdén/ y la ingratitud se paga, viday, con ingratitud también". Muy a propósito de lo que viene ocurriendo con Morales y Bachelet después que el primero visitara a su homologa en ocasión de su posesión y que, la última, afirmara que ya nada tiene que dialogar en cuanto a la reivindicación marítima.
Más claro agua. Aquí se terminan eso de los sofismas de afinidades ideológicas, acercamientos y solidaridades para dar paso, únicamente, a la fría política expansionista de la oligarquía chilena sirviente de otras potencias. Porque no es casual que EEUU haya endurecido su posición respecto a algunas naciones latinoamericanas como si todavía estuviésemos inmersos en eso de las "fronteras ideológicas" que en la "guerra fría" sirvió para separar no sólo unos gobiernos de otros sino unos pueblos de sus gobiernos.
Y aunque el término de la pendulación, la caída del muro de Berlín o la cortina de hierro nos hagan creer que todo ha terminado; lo cierto es que todavía el materialismo se disputa y disputará hegemonía en el planeta, sólo hay que ver lo que ocurre en Crimea, y para ello tiene que imponer dependencia a unos y otros.
En el pasado, hace unas cinco décadas, era imprescindible que los gobernantes de nuestras naciones establecieran muy claramente su dependencia, que otros como Furtado llaman colonialismo a secas, y los ejemplos de la Argentina y el Brasil son indesmentibles cuando sus cúpulas militares, que habían tomado los palacios presidenciales, así lo dispusieron y sometieron; mientras otros se contentaban con ser satélites de los satélites, como en el caso de Bolivia que, en el gobierno de Bánzer, se sumó a la dependencia que Brasil aceptaba como "subimperio" de la potencia yanki.
Hay cierta negligencia entre los gobernantes bolivianos y los partidos o logias a los que responden sobre el estudio y la práctica de la geopolítica. En verdad, después de Julio Méndez y Jaime Mendoza, que señalaron claramente la importancia del altiplano y el macizo andino, no han aparecido otros que estudiaran la posición geopolítica boliviana y le dieran la proyección correspondiente y los más se han contentado con aceptar o adoptar los lineamientos, norteamericanos, brasileños o argentinos al respecto o de las llamadas "fronteras ideológicas" que persisten en unas mentes que viven de la nostalgia.
La posición de la reocupante de La Moneda es clara y ya nadie puede dejarse llevar por la esperanza o los sueños y: "al desdén con el desdén" y con el reforzamiento de nuestra posición jurídica y de derecho que se ha presentado en los tribunales internacionales.
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