Cuanto más nos acercamos al día en que estamos obligados a concurrir a las urnas, más nos convencemos que la defenestrada "clase política" está de vuelta. Y no es que siempre haya estado ahí: en esa amorfidad que se hace llamar oposición, sino que ha extendido sus tentáculos al oficialismo y a todos los que se han trepado en el instrumento político de los cocaleros, que nada tiene que ver con el MAS.
Los más renegados oficialistas hoy son los que aparecen como fanáticos de Morales, de la "izquierda" o prosoviéticos, procastristas o pro lo que sea.
Pero en su ensimismamiento y actitud excluidora, en su discurso sobre la "derecha", en su soberbia sobre la ausencia de opositores que pongan en riesgo su victoria en las urnas de la democracia de mercado, no hacen otra cosa que imitar lo mismo que critican: la derecha.
Aunque en el mundo ideológico del mundo actual es difícil saber dónde empieza la siniestra y termina la diestra, aquí el discursito quiere sustituir ese vacío, curiosamente, con el vacío ideológico y la demagogia. Porque eso de motejar cualquier cosa de derechista o de atribuirse una furiosa militancia izquierdista no es más que cola de pavo real, un vacío conceptual y, para peor, una vacuidad respecto a la visión del mundo que fue la causa para que la autodenominada "clase política" se defenestrase casi, casi, por sí misma.
Hoy que este regreso indeseado se está dando en la vanidad de los oficialistas, como en la desesperación de los opositores, volvemos a estar en la incógnita de lo que pueda venir, porque no hay signos, alertas, hitos que nos den la esperanza que, otra vez, hallaremos un camino alternativo al que trazara la "clase política" y que llevó a Morales al poder y que tan frustrantemente está siendo absorbido por los infiltrados, los paracaidistas, los que siempre caen sobre las patas y que son el terror del pueblo boliviano, de sus instituciones y de la democracia.
Por eso es que decimos que quienes se alistan fervorosamente en esta subasta del voto y del mercado de la democracia, no tienen que ver nada con el MAS que, aunque fuera eventualmente, sirvió de instrumento para abrir una opción, necesaria en su momento, pero frustrante en el devenir; como tampoco tienen que ver con la democracia, las necesidades y aspiraciones de los bolivianos esos dispersos sujetos que no pueden encontrar ningún vínculo para coaligarse o aconchabarse para hacerle frente a Morales.
El panorama vuelve a ser desolador como cuando los partidos como el MIR, MBL, MNR, ADN, NFR, además de gonistas, banceristas, kataristas, manfredistas y muchas otras yerbas no ofrecían otra cosa que más incertidumbre o más corrupción.
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