domingo, 23 de marzo de 2014

DÍA DEL MAR

Se ha instituido el 23 de marzo como el "día del mar" en Bolivia, en recuerdo de la batalla del Topater donde Abaroa desafió a los chilenos expresando: "rendirme yo, que se rinda se abuela", para caer acribillado por los disparos de los intermediarios de los intereses ingleses.
Aunque pareciera contradictorio decirlo, es cada vez más el desconocimiento entre nosotros de nuestros derechos históricos, geográficos y tradicionales sobre el mar porque la patria nació con costas en el Pacífico y tanto fue así que se puede publicar una recopilación de los dichos de autoridades del vecino país donde admiten que la guerra de 1879 fue, efectivamente, de conquista porque sabían del valor de los territorios usurpados. Hay pues infinidad de argumentos para sostener nuestros derechos de reivindicación, desde aquello que la victoria no da derechos, y que se ha confirmado por medio de varios acuerdos en el mundo, hasta la historia y la tradición que extendían nuestro territorio a las costas del Pacífico y tierras como la Patagonia y que no se puede desconocer arbitrariamente por mucho empeño que se ponga en el asunto. Ahora, como no hay institución mundial que tenga la completa imparcialidad para actuar impartiendo justicia, nada raro que el Tribunal Internacional de La Haya, falle mal; lo que, de ninguna manera, puede significar un antecedente o un punto final sobre una petición de justicia que se basa en derechos y tiene amplia argumentación histórica, social y geográfica para no ser desconocida.
Lo que hay que lamentar, como varias veces lo hemos hecho, es que nuestros estudiosos, que se hacen llamar intelectuales, no hayan incidido particularmente en el estudio de la geopolítica nacional, de nuestros vecinos, continental y mundial; lo que nos ha hecho desconocer nuestra realidad, nuestra misión en el tiempo y el espacio y ha contribuido a la postergación repetida de la integración latinoamericana, íberoamericana o indoamericana o como se la llame y es mucho más lamentable cuando los más de ellos son también políticos o, al menos, aficionados o usufructuarios de la política o, más estrictamente hablando, de la politiquería criolla.
"En nombre de la concordia, por los cuatro costados nos despedazaron", decía Unzaga de la Vega y no es suficiente comprobarlo sino saber por qué; si en nombre de la necesidad, del espacio vital o, simplemente, de la imitación, de la dependencia consentida, de la intermediación de otros intereses.
Porque mientras no se haga justicia con Bolivia, la integración será siempre un tema pendiente o voluntaria y ominosamente desplazado.

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