Hace ya algún tiempo, en un programa en vivo de la televisión, una asidua oyente le lanzó un piropo al conductor diciéndole que era: un buen periodista, "porque sabía combinar bien sus corbatas y sus camisas"; lógicamente que al "homenajeado" se le borró la sonrisa de satisfacción que lucía, aunque no quiso darse cuenta de la ofensa.
La mayoría de los medios de comunicación, las excepciones son excepcionales, aunque usted no lo crea y parezca una redundancia; nos llevan a privilegiar lo intrascendente, lo superficial, lo banal o, peor todavía, a mirar las miserias humanas como si fuesen espectáculos de diversión o de orientación, es el caso de los mal denominados "reality show" o esos dedicados al escándalo como Laura o caso cerrado, para citar sólo los más conocidos o caracterizados y sobre los cuales existen muchas sospechas e interrogantes pero se siguen dando, a veces, con el contento de los espectadores; por eso también hay eso que llamamos "prensa amarilla" o de "crónica roja".
Pero aclarar el fondo mismo de las noticias o sus verdaderas relaciones con la realidad o destapar las causas estructurales de esto o aquello, es lo que menos se hace porque, al parecer, no interesa. Por eso es que cuando recibimos la información sobre enfrentamientos de fuerzas del orden y narcotraficantes, como últimamente ha sucedido en Apolo, nos dejamos llevar por especulaciones como aquellas de si se cumplieron o no las reglas de la "convención de Ginebra" o si se respetaron o no los derechos de los delincuentes.
Pero tratar de averiguar por qué se dio el episodio, quiénes están involucrados y por qué; es lo que menos se persigue; para eso están los "analistas" o especuladores que lo mismo le pueden echar la culpa el gobierno de turno que a la revancha policial.
El narcotráfico es un cáncer que está corroyendo las entrañas de varios Estados y sólo citar México o Colombia es ya decir mucho; pero tampoco sin llegar a nada porque siempre se quiere tapar que es el negocio del mercado, del liberalismo, del materialismo, del hedonismo, del sistema económico acaparador y especulador que tiraniza el planeta entero y que lo mismo se da por mafias criminales bien caracterizadas que por influencias y fomentos de organismos de "inteligencia" o espionaje que lo mismo pinchan teléfonos que crean laboratorios.
Y este tema es apenas una pequeñísima parte de cómo los medios de desinformación nos llevan de lo trascendente a lo intrascendente, de la orientación a la desorientación, de los valores a los antivalores, sin apenas darnos cuenta.
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