Si usted quiere contratar los servicios de un albañil, carpintero, zapatero u obrero, casi, casi, en general, cuente los lunes como feriado. Porque se ha hecho una costumbre que se respeta el "san lunes", día no laborable porque hay que "curar la cabeza" y, mejor todavía, si es comiendo un escabeche, un enrollado o la mezcla de ambos, convenientemente acompañados de sus respectivos "cascos", aunque ya éstos están dando paso a la cerveza que va ganando terreno.
En una ocasión, cuando colaboraba con una institucion sindical y debíamos entregar un trabajo y les propuse el lunes como tope máximo, me contestaron que no; que el lunes era "mal día", que era preferible postergar todo hasta el mártes o miércoles. Así son las cosas en estas tierras donde la costumbre de trabajar lo menos posible es el principal legado, aunque no único, que nos han dejado los españoles en un ambiente donde el trabajo era motivo de alegría y entrega total.
Hoy no. Y si usted debe acudir a alguna oficina pública o privada para hacer un trámite podrá comprobar que los empleados están todavía con "los humos" en la cabeza, comentando el fin de semana o haciendo gala de un tufo capaz de hacer escapar al más anósmico.
Si se trabaja, se lo hace a media máquina, esperando el momento oportuno para darse una escapadita y cumplir con el rito del "san lunes", aunque sea sólo con un casquito. Y si en alguna parte del exterior está prohibido trabajar con unos tragos en el coleto; aquí no, es más, si no invita unas chichitas a los albañiles o no agasaja igual a otros trabajadores, lo tendrán como un avaro, un ignorante de las costumbres y tradiciones populares y, en cierto modo, tendrán razón porque las fiestas de la siembra y la cosecha siempre se acopañaban con comidas y bebidas comunitarias en los tiempos del Incario, aunque también hay que aclarar que sólo en esas fechas estaba permitido el uso del alcohol y la sociedad era más bien sobria que dada a los excesos.
Por estas consideraciones es que nos ha provocado risa el anuncio en algunas instituciones de obligar el uso del alcoholímetro entre los empleados para reducir la costumbre de honrar el "san lunes" y mejorar el rendimiento laboral: sería tanto como declarar "ley seca" para los lunes, como se ha hecho varias veces, y que no ha servido sino para fomentaer el espíritu contreras de las personas que, precisamente por eso, tenían que burlar las reglas y era todo un jolgorio.
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