martes, 8 de octubre de 2013

MÁS DE LO MISMO

A la mayoría de los ciudadanos residentes en Cochabamba, se nos ha obligado a ser espectadores del circo de la politiquería una vez más. Porque eso del paro y sus connotaciones está bien reflejado, aunque al parecer involuntariamente, en un título de El Diario que dice: "Contundente paro en Cochabamba..." y el subtítulo aclara(¿?) "Acataron paro cívico de 24 horas parcialmente en Cochabamba".
Y no es todo sino que, una diputada que apenas hace unos días criticaba al comité cívico su falta de representación y su errática conducta, apareció en las calles pretendiendo liderizar el acto y hasta enfrentándose físicamente con las personas que disentían; y no únicamente ellos sino hasta los que dijeron acatar la medida pues mientras unos aseguran que es por los curules, otros dicen que es por el presupuesto y, finalmente, los propios "cívicos" piden que "en compensación" se construya un hospital de tercer nivel.
Es pues un mundo de confundidos, para decir lo menos. Lo malo es que se hace en nombre de la democracia, de las reivindicaciones regionales o de la política; cuando lo que más nos hace falta desde hace tiempo es preocuparnos del bien común; que no sabe de sectarismos, de demagogia, de imposturas y si bien responde a la democracia es a la formal, no a la de mercado o a la sofística que empieza y termina en "boca de urna" con los derechos de los ciudadanos, como les gusta a los mercaderes, encuestadores y analistas.
Lo curioso es que hace décadas que venimos criticando no únicamente la asignación de curules sino la conducta de quienes los ocupan, a los que es corriente llamar sinvergüenzas, dieteros o vagabundos porque su accionar no está de acuerdo a la crisis ni a las soluciones estructurales que necesita la patria para crecer.
Lo mismo pasa con el presupuesto; sea que se acerque a un miserable 1,2 o 3 por ciento o, como venía sucediendo desde 1952, el 85% del gasto público sólo para un departamento so capa de "marcha al oriente".
No hay pues coherencia ni entre los que reclaman más curules o presupuestos o los que no saben qué hacer ni con los curules ni el presupuesto que se les asigna, aunque la redundancia misma es gráfica para ver el lío en que nos han metido.
Lo malo es que este teatro de pésima catadura amenaza con continuar porque se anuncian más medidas en el mismo tono: la confusión y la impostura.
La pregunta de dónde queda el bien común, es ya crónica.

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