En un coloquio organizado por el grupo IDEAS, en la Argentina, los políticos opositores apenas si mostraron "generalidades" para tratar de seducir a los electores, según un reporte de Página 12. El caso no es el único, si nos atenemos a lo que viene sucediendo también en nuestra patria donde, formalmente, no existe oposición y el oficialismo lo agradece con soberbia o vanidad.
Lo que ha ocurrido en ocasión de recordar los diez años de "octubre negro", la huida de Sánchez de Lozada y sus principales colaboradores, después de un enfrentamiento en que hubieron muchos muertos, sirve también para ver lo que sucede en nuestro territorio donde no dejan de aparecer más "héroes" o empiezan a surgir los que "siempre se opusieron", o los que apenas aceptan que fue un simple golpe de Estado.
Y no es que nos preocupe la insurgencia de sinvergüenzas sino que nos recuerda al lamento de Nietzsche: ¿Por qué se pudren nuestros frutos? Porque, se haya cumplido o no la, dizque, agenda de octubre, que incluía la recuperación de recursos naturales y la convocatoria a una Constituyente, fundamentalmente, lo que está pasando es que encontramos una buena época económica que coincide con la declinación de la violencia de las transnacionales y, en lugar de disputar por mezquindades, tendríamos que aprovechar esa bonanza para impulsar la patria chica hacia la consolidación de la patria grande.
Pero no; seguimos en la misma política de, los unos, aspirar a la libertad y, los otros, conformarse con ser cerdo satisfecho que hombre en lucha. Porque, en resumidas cuentas, a unos nos gusta la independencia, la libertad, la autenticidad; mientras a los otros al parecer les gusta el servilismo, la imitación, el consumismo. Por eso es que hasta nuestros "políticos" mientras hacen especulaciones sobre socialismo u otros sofismas, los otros sueñan con ver volver a los mayorales, a los capataces de la intermediación, del coloniaje; pero ninguno recoge fielmente las necesidades y aspiraciones del pueblo en general; de los millones que no quieren ser ni de izquierda ni de derecha, de los que no se conforman con imitar y quieren emular, de los que no quieren parecerse a fulano o zutano sino ser diferentes y, finalmente, de los que quieren construir una nueva humanidad ante el fracaso inminente de la civilización, del materialismo, del cientificismo.
Por eso es que da pena que unos se muestren en la cresta de la ola, mientras otros tratan de llegar a ella y algunos esperan nuevas olas para treparse a ellas, aunque sea nada más que repetir experiencias pasadas.
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